Bego Alday durante la Artic Ultra de Canadá

Bego Alday durante la Artic Ultra de Canadá EFE

Cultura

Begoña Alday: "Conseguir ciertos objetivos me da más fuerza para seguir"

'Ironhuman', el proyecto de Bego Alday que fusiona deporte, identidad y superación más allá de un Ironman en la Antártida

Más información: De Nepal a Sierra Leona: la cara más solidaria del montañero Álex Txikon con la Fundación Eki

Publicada

Desde Vitoria al Ártico, pasando por la Marina Mercante, el Ejército y ahora con un proyecto propio llamado Ironhuman, la vasca Begoña Alday (Vitoria, 1996) se ha convertido en un referente de superación, autenticidad y valentía. Su trayectoria es un testimonio de cómo abrazar los propios límites puede convertirse en el mayor motor de transformación. 

Acabas de emprender un proyecto que se llama Ironhuman. ¿En qué consiste?
Ironhuman es mucho más que un reto deportivo. Es mucho más que esos pequeños sueños. Quiero juntar en este proyecto todo el aprendizaje personal y profesional que he tenido durante estos años.  Me he dado cuenta de que muchas de las limitaciones que tenemos son impuesas por nuestra identidad, por el género que se nos asigna al nacer. En este sentido pretendo que Ironhuman genere un gran impacto. Y no pretendo que este proyecto se cierre en enero de 2026, cuando ya haya hecho el Ironman. 
Te has lanzado al formato Youtube...
Sí. Necesitaba este formato para contar lo que quiero contar. En redes sociales el tiempo es limitado. Es cierto que Youtube requiere una edición más larga, pero es el formato que necesito para contar cosas que quiero contar sin que sea rápido y corto y estoy trabajando con una amiga para llevarlo a cabo. Mi idea es sacar un capítulo cada 15 días donde se pueda ver lo que no se ve en Instagram. Quiero que sea mi espacio para hablar de cosas más tranquilas, para que cuando la gente lo vea sienta que está viendo Netflix. Publicaré viajes, entrenamientos, aventuras…
Hablas de aventuras… ¿Qué te lleva a hacer desafíos tan exigentes? La Artic Ultra, El Conquis, el Ejército…

Creo que todo ha sido un proceso natural. No llegas de un día para otro a enfrentarte a estos desafíos dándole a un botón. Es como cuando aprendes a caminar: das un paso, te caes, te levantas. A seguir dando pasos. Creo que este proceso es mucho más que los éxitos y los fracasos que podamos tener. Es más bien un trabajo acumulado con el que te das cuenta de lo que eres capaz de hacer.

Hablas de éxitos y fracasos.

Muchas veces, cuando me preguntáis sobre mi trayectoria y tratamos de analizarla, parece una historia de éxitos. Pero depende de cómo la mires, porque también puede ser una historia de fracasos. Quiero decir que he hecho muchas cosas, pero también he dejado de hacer muchas cosas para hacer otras. Volviendo a los desafíos de los que me hablabas, también pienso que tiene que ver con la personalidad. Querer meterse en líos. Quizás hay gente que está menos predispuesta de base. Si algo he aprendido es que el denominador común en todos estos desafíos es el aprendizaje, y también la felicidad; así como salir de la zona de confort, sea lo que sea que eso signifique para cada uno. Para mí, entre otras cosas, atreverse a dejar algo y empezar cosas nuevas. Y dejar cosas cuando no te gustan del todo. Como el Ejército. 

¿Cómo el Ejército?

Sí. A mí el Ejército me llevó a encontrarme con personas y situaciones que no fueron agradables; así como cosas muy buenas y que algunas tienen que ver con el deporte, que es muy bueno. Pero hay cosas que no me gustaron tanto y que me sirvieron para darme cuenta de que tal vez no era el sitio, pero me llevé la parte buena. En el Ejército aprendí a ser fiel a mí misma. Creo que esto me ha hecho llegar a muchos sitios. 

Saber irse cuando algo no te gusta lo suficiente…

Sí. No es abandonar, es simplemente ser fiel a uno mismo y tener la capacidad y la valentía de plantar cara a cosas que no es lo que quieres, no te gustan, no te mereces, o simplemente porque quieres probar otras cosas. Muchas veces hay muchas expectativas puestas en nosotras. A mí, cuando me fui del Ejército, por ejemplo, todo el mundo me preguntaba qué me había pasado. Qué porqué me había ido. Y claro, fue con tiempo cuando la gente me empezó a decir “jo, menos mal que te fuiste por otros éxitos logrados”. A corto plazo es difícil ver rsultados.

Tu paso por el Ejército sale mucho de lo común.

Sí, a pesar de estar también estudiando una carrera universitaria, no dejaba de ser algo diferente al resto. Cuando todo el mundo estaba en la universidad, saliendo de fiesta, yo estaba en el ejército. Era otro tipo de vida. Independientemente de esto, con el tiempo aprendí a salir de mi zona de confort. Aunque fueron momentos muy duros, desarrollé mucha disciplina. Sobre todo me percaté de una cosa que creo que marca la diferencia: hay cosas que son injustas. Hay cosas que no te mereces, por las que no has hecho nada, pero te pasan, te arrastran, y te las tragas y sigues adelante.

¿A qué te refieres con que hay cosas que son injustas?

Más que nada pienso que también debemos trabajar en las injusticias. No darles vueltas y no pensar el porqué de las cosas. Es importante pensar en que es lo que hay y que hay que seguir con lo que toca. Creo que esta es una de las mayores lecciones que me he llevado en los cuatro años del ejército. 

¿Cómo te ha acompañado la mente en este proceso de aprendizaje? 

Desde pequeña tengo un Transtorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Esto me ha acarreado unas consecuencias en la vida, tal vez un hándicap, que ha hecho que mi mente funcione de una manera determinada. También me he sentido perdida. En el colegio, por ejemplo, no era mala estudiante, pero me echaban de clase y del colegio. A veces he sido un desastre y tengo el perfil para pensar: "Ostras, no encajo en ningún lado”. En este sentido, haber canalizado mis pensamientos a través del deporte me ha ayudado. Creo que me ha servido muchísimo. Tanto el deporte como la aventura empezaron un poco como terapia, como ir a la montaña o navegar.

Y a día de hoy está marcando tu vida…

Sí, el deporte me mantiene motivada o aprendiendo cosas interesantes, más allá de lo que se espera de una niña o una adolescente. Pero, repito, ha sido todo cuestión de ensayo-error. Al final te das cuenta que te sientas bien y que hay cosas muy interesantes. Al final yo quería más y más y más.  

¿Consideras que el TDAH te ha llevado a ser la persona que eres hoy? ¿A conseguir tus objetivos? 

Sí. Aunque es un diagnóstico como cualquier otro al que no intento darle mucha importancia. No creo que todo sea blanco o negro. No creo que haya dos tipos de personas en el mundo. No existen las personas que tienen TDAH y las que no. Yo me lo tomo como que todos somos personas distintas y tendemos hacia unas cosas u otras. Esta es la realidad para mí sin ser yo especialista en esto. Eso sí, creo que el punto común entre nuestros hándicaps y peculiaridades está mucho más cerca de lo que pensamos. Y esto es lo que nos hace especiales. Cuando conviertes tu talón de Aquiles en tu mejor arma. 

Como decía Einstein, “las crisis son ventanas de oportunidades”

Sí. Y en vez de rechazarlo, abrazarlo. Ya sé que suena un poco raro, pero es verdad. Cuando me dí cuenta de cómo era pensé: “Bueno, soy así. Entonces, ¿qué puedo hacer para aprovecharme de esto?” Y realmente tenemos cosas muy interesantes y muchas veces increíbles. Somos millones de personas en el mundo y esas peculiaridades son las que nos hacen diferentes y especiales. En muchos casos también son las cosas que nos van a llevar a las cosas más interesantes. 

Bego Alday en la Clasic Ultra de Canadá

Bego Alday en la Clasic Ultra de Canadá EFE

Decías que las 62 horas de la Arctic Ultra en Canadá fueron las más duras de tu vida ¿Qué lo hizo tan duro?

Una de las debilidades que tengo desde que soy muy pequeña es el frío. Tengo muy mala circulación, sobre todo en las manos y en los pies. Soy la típica friolera que siempre pide que suban la calefacción. En casa voy con un montón de capas. Para mí, enfrentarme al frío también forma parte de este proceso. El hecho de enfrentarte a uno de tus hándicaps y debilidades hace que salgan cosas muy interesantes porque además hay mucho margen de mejora. En este sentido, creo que lo más difícil tanto física como mentalmente fue el frío. 

En condiciones tan extremas con -35 grados se pueden presentar indicios de congelación… 

Sí. Pasar frío no es sólo incómodo, sino que es algo peligroso. Sabía que era muy fácil que perdiese temperatura en las manos y en los pies y por lo tanto también la sensibilidad. Tenía que medir todo de una manera en la que no lo había hecho hasta entonces. Muchas compañeras y compañeros tuvieron que abandonar la prueba por este motivo y no pudieron llegar al final. 

¿Cómo lo gestionaste?

Mientras iba andando tenía que pensar en mis próximas paradas para hacer cuestiones primordiales. Por ejemplo, tenía 10 segundos para quitarme el guante, meter la mano en el trineo, coger la barrita… Y en esto no se podía fallar. Son procesos que parecen estúpidos, pero que en realidad en situaciones tan extremas son un mundo necesario y nuevo. Esto fue lo más difícil para mí. También la parte crucial de la carrera, muy por encima del esfuerzo físico: la determinación y todo el sufrimiento que conlleva. 

La necesidad de optimizar recursos para poder seguir bien y en condiciones…

Sí. Y no abandonarse. Al principio, cuando estás bien todos estos procesos salen bien. Pero, cuando empiezas a acumular cansancio y fatiga piensas que en realidad no te apetece beber y comer. Te vas dejando. Pero tiene que haber voluntad porque hay que hacerlo. Hay que tener la mente muy conectada en esto. Creo que es una carrera de mucha concentración y que luchas contra esto. Con el cansancio, al final te vence el sueño, el frío, las ganas de no seguir. Creo que mantener esta disciplina en el tiempo es también importantísimo. 

La Artic Ultra de Canadá eran 195 kilómetros, pero en el Ironhuman tienes también que nadar con temperaturas excesivamente bajo cero…

Es verdad que ahora va a ser un poco diferente. Por eso me he ido a Finlandia, a trabajar la parte que tiene que ver más con el agua y la respiración. Creo que la parte de nadar puede ser la más crítica. La hipotermia llega mucho antes en el agua por ser líquido. 

¿Cómo sacas fuerzas después de llevar a cabo este tipo de carreras tan duras con condiciones tan extremas? 

El hecho de haber conseguido ciertos objetivos me da más fuerza y seguridad para pensar que puedo seguir haciendo lo que me proponga. Esta era un poco la idea cuando corrí la Artic Ultra. Era un entrenamiento. Ver cómo mi cuerpo reaccionaba a esas condiciones. Esto me ha dado seguridad para saber que se puede seguir adelante. Estoy muy contenta. Verme así me da la fuerza que necesito para seguir. 

Bego, ¿cómo consigues tus sueños? 

Siempre digo que el 90% de conseguir algo es creértelo. No en el sentido Mr. Wonderful, sino de estar en el lugar donde quieres estar —como, en mi caso, la Antártida— y pensar de verdad: esto es posible. Visualizarlo, confiar, y luego hacer todo lo necesario para llegar hasta el final. A lo largo de mi vida me he movido en entornos muy masculinizados, como la Marina Mercante o el Ejército. Han sido experiencias fuera de lo común, donde muchas veces he tenido que abrir camino, romper barreras y enfrentarme a cosas que en lo personal también me han hecho cambiar mucho.

¿Darías algún consejo para las personas que traten de conseguir su sueño y que no se vean capaces? 

Muchas veces nos esforzamos y las cosas no salen como esperábamos. Pero creo en la suerte como en la lotería: cuantos más boletos compras, más opciones tienes. Y yo compro todos los que puedo para que la suerte sea mayor. No se trata solo de esforzarse, sino de insistir sin frustrarse. Mi metáfora es: hay que esforzarse y seguir intentándolo. Probar mil maneras, apostar por uno mismo. A veces no sale lo que querías, pero salen cosas mejores y esto es lo guay. Por eso hay que seguir, sin obsesionarse con el resultado.

En las redes sociales solo se ve la punta del iceberg. Lo que no se ve son todos los intentos fallidos que hay debajo. Y ahí es donde realmente pasa todo.