Terror y comedia loca, los ‘must’ de julio

Existe una especie de norma no escrita en el calendario de estrenos cinematográficos por la cual todos los veranos se estrenan películas de géneros muy definidos buscando que el gran público se meta en la sala de cine. Títulos palomiteros, productos perfectamente diseñados que no buscan cambiar para nada la historia del cine, pero sí la cuenta de resultados de su compañía.

Sé lo que hicisteis el último verano y Voy a pasármelo mejor son películas en esta línea. La primera pertenece a la saga de terror iniciada en 1997 y de hecho vuelve sobre ella. La segunda, española, hace un simpático juego de palabras con la famosa canción de Hombres G, Voy a pasármelo bien, que sonaba en la época en que se ambienta la película, también en los 90.

Respecto a la quinta película de la saga Sé lo que hicisteis no podemos obviar el hecho de que siempre fue una historia bobalicona, de adolescentes hermosos y sustos fáciles que nunca aportó demasiado al cine de su época ni del género. Y eso que la historia es buena y sobre esa misma idea vuelve el título de 2025. Cuenta el problema al que se enfrentan un grupo de cinco amigos después de verse implicados en un accidente de coche mortal tras el que decidirán guardar el secreto para protegerse los unos a los otros en lugar de confesar. Pero cuando regresan al lugar un año después, serán acosados por alguien que conoce su secreto… Por alguien que sabe lo que hicieron el último verano… ¡¡Chan, chan, chaaaaaan!!

La idea es buena. La idea siempre lo fue. Pero es la ejecución de una película de tíos buenos y sobresaltos ridículos lo que se nos antoja increíble. Y, sí, ya sabemos que estas películas no buscan la veracidad más absoluta. Pero desde Star Wars a Porky's, desde Lo que el viento se llevó a La Palabra de Dreyer, un filme necesita una cosa, sólo una: Ser verosímil. Que tú veas aquello y digas, “Ok, lo pillo y entro en tu juego” como entramos en un cuadro de Joan Miró o de Antonio López.

El problema de Sé lo que hicisteis es que nada de lo que ahí ocurre tiene sentido. Y que nunca lo tuvo. Que debería estudiarse como una saga conformada por una idea buena y una ejecución mala. Que deberíamos poder decir, sin temor a exagerar, que algún día se estudiará como el ejemplo perfecto de lo que es un producto cinematográfico con nada de personalidad. Y, sin embargo, se sigue realizando y sigue gozando de cierto éxito porque, de tanto en tanto, un buen susto nos recuerda lo que la nueva tanda de buenorros hicieron el último verano…

Voy a pasármelo mejor EFE

Y, por el otro lado, nos soplan los vientos de unos adolescentes españoles, cañís, torpones y con complejos, que son capaces de vivir la más simpática aventura veraniega también perfectamente diseñada. La película es una suerte de secuela de la cinta estrenada en 2022, Voy a pasármelo bien, en la que se escucharon temazos de Hombres G como Sufre mamón, Marta tiene un marcapasos o Venezia y en la que dos cuarentones se reencontraban treinta años después de su amor adolescente.

Ahora, en ambiente campamento, y con el guapo, el empollón, el gordito, el macarra… y todas esas cosas tan políticamente incorrectas ahora y tan naturales en los 90, nos encontramos con otra historia de amor adolescente. También todo medido, todo perfectamente pergeñado para hacer una fórmula de éxito. Porque desde que Pancho y Bea se dieron un piquín a los pies de la Cueva del Gato Verde en Verano Azul, estas historias de campamento y amores, a nosotros, los de entonces, nos hacen mucha gracia. Así que sí, y sin que sirva de precedente porque con el cine español nunca se sabe, Voy a pasármelo mejor es una película para ellos y nosotros. Porque, como en aquellos últimos veranos, nos sigue pasando lo mismo.