Cork, la segunda ciudad más grande de Irlanda Pixabay
De la hambruna al país con el PIB más alto
Irlanda sigue siendo verde y, pese a las calamidades, alegre y muy colorida
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A mediados del siglo XIX, las familias irlandesas luchaban por sobrevivir. La hambruna desatada por una plaga que destruyó las plantaciones de la isla ocasionó la muerte a un millón de personas y otras tantas decidieron emigrar.
La tragedia inspiró a muchos escritores que, ante la falta de ayuda inglesa, algunos calificaron de genocidio. Doscientos años después, la patata sigue jugando un importante papel en la cultura y en la gastronomía de la isla, que se ha recuperado, superado la crisis y esquivado el paro que en los setenta del pasado siglo golpeaba a la población.
Casas de colores
Irlanda sigue siendo verde y, pese a las calamidades, alegre y muy colorida. Más allá de la capital, numerosas ciudades rivalizan por alzarse con el título de pintorescas. El condado de Cork es firme candidato para alzarse con el primer premio en la categoría de “mejor postal”.
Se hizo en Belfast y su última escala fue Queenstwone: Titanic. Diez años después de su hundimiento, en 1912, al lograr su independencia, la localidad pasó a llamarse Cobh, “cala”. Hoy, uno de los lugares más turísticos del condado que recuerda las últimas horas del trasatlántico británico antes de chocar contra un iceberg en el Atlántico norte.
Allí, en el puerto en el que siguen atracando inmensos cruceros, subieron los últimos 123 pasajeros del Titanic y los dos mil que viajaban en el barco agitaron en cubierta sus manos a modo de despedida por última vez.
La tragedia en la que perdieron la vida unas 1.500 personas, con historias reales y narraciones de supervivientes, se recrea en el mismo edificio en el que hace más de cien años se expendían los billetes. El ticket de entrada simula una tarjeta de embarque de uno de los pasajeros reales; al finalizar la visita se puede descubrir si sobrevivió o no al hundimiento del barco de pasajeros más grande construido en la época.
Tiene Cobh una calle que recuerda a la bilbaína de Irala. Casas de colores en un tramo empinado tras las que se sitúa la Catedral de San Colmán, que desde 1911 tiene las mejores vistas sobre el puerto y sirve para ilustrar muchas de las publicaciones de la región.
La torre de la iglesia tiene un carillón de 49 campanas, uno de los más grandes de Europa y en el interior se celebran recitales de coros que llegan de todas las partes del mundo
La Alcatraz irlandesa, también está aquí, en Cobh. Spike Island es una pequeña isla en la que de monasterio hace mil trescientos años pasó en tiempos de la conquista a prisión, desde la que muchos reclusos terminaron siendo enviados a las antípodas.
Pese a tener forma de estrella, no parecía tenerla a su favor: a finales del siglo XX se convirtió en centro de menores que en 1985 provocaron un motín con rehenes que terminó en caos. Cerrada desde 2004, Fort Michael, como se llama la cárcel, es ahora un museo que puede visitarse en un tour en barco. Incluso el Harbour rib tour, una excursión de hora y media en bote que se adentra en mar abierto, pasa ante ella.
Es una opción divertida en la que debes ir preparado para mojarte y dar botes sobre la montura del asiento antes de que el “skipper” o patrón pare motores para contar la historia de los fuertes, base naval o el faro que actualmente guía la entrada de los barcos. Desde el agua, la costa, con calas y cuevas escondidas, resulta increíble: serena a veces, escarpada y abrupta en otras.
Al fondo Saint Coleman y el puerto desde el que partió el Titanic
Al faro de Ballycotton, bahía frente a la que en 1866 se hundió el bergantín bilbaíno El Capricho, se llega en barca. En la pequeña isla, visitada por cormoranes y gaviotas que anidan en sus laderas en las que depositan sus huevos, se alza uno de los pocos faros negros existentes en el mundo.
Automatizado hace tres décadas, los primeros años el faro estuvo sin pintar, para añadir en 1892 una franja negra que terminó por cubrir todas sus paredes de ese color a primeros de siglo para distinguirlo del faro Capel.
El faro sigue parpadeando cada noche. El recorrido del barco hasta llegar a la isla es de apenas 15 minutos. Una vez allí se permite subir al balcón
Hasta los días grises tienen color en Kinsale, una pequeña localidad de coloridas casas, dos fuertes, un castillo, muchas iglesias y varios museos. Aunque en realidad Kinsale, una de las localidades más bonitas del país, destaca por haberse convertido en menos de 50 años en la capital gastronómica que espera cada año la llegada de octubre para disfrutar del Festival Groumet de Kinsale. Todo el año es octubre en Kinsale.
Todo el año sus restaurantes ofrecen lo mejor de sus cocinas de las que salen marisco, carnes o dulces de calidad. Los tours gastronómicos combinan la historia del lugar con paradas para degustar manjares como sopa de marisco, ostras, pate, bombones y hasta sherry.
Con apenas 5.000 habitantes, entre las estrechas calles con casas que los propietarios pintan a su gusto, surgen librerías, pequeñas tiendas de souvenirs, bolsos, tejidos, chocolates y hasta un restaurante con estrella Michelin.
Los tours gastronómicos recorren las calles empedradas entrando en bares o restaurantes. Sentados o en pie, se degusta una maravillosa comida
Apenas quedan restos de la muralla levantada como protección en el siglo XVI. En Market Street una maqueta muestra como era Kinsale en esa época
Históricamente, Kinsale se ha visto inmersa en conflictos bélicos con los ingleses, en alguno de los cuales con el apoyo de los españoles, aunque no sirvieron de mucha ayuda, ya que los refuerzos solicitados por el gallego Juan del Águila al vasco Pedro Zubiaur se vieron frenados por un fuerte temporal y, finalmente, tuvieron que capitular en 1602.
Casi trescientos años después, en las costas de Kinsale un submarino alemán hundía el trasatlántico Lusitania en el que viajaban dos mil personas, de las que más de la mitad perdieron la vida. Todo esto es ya historia y hoy Kinsale es ocupado por turistas que disfrutan de un lugar pintoresco, del color, la animación, la comida, restaurantes de alta gama, platos tradicionales y pubs como The Spaniards.
Sobre la pared del pub, el más antiguo de Kinsale junto con The Bulman, una enorme pintura recuerda a Juan del Águila y sus vínculos con España
Los barcos salen a diario del pintoresco puerto de Kinsale donde coinciden pescadores y turistas que se encaminan por Scilly Walk para llegar al fuerte Charles, con vistas sobre la bahía. Otros prefieren acercarse al museo de Kinsale en Market Square o cruzar las puertas del castillo Desmond para entrar en el museo del vino. Llegar hasta la iglesia de Saint Multose que figura entre las más antiguas de Irlanda, es fácil mientras se callejea.
En el camposanto que rodea la iglesia normanda están enterradas varias víctimas del hundimiento del Lusitania
A la cama
Cork puede servir como base para las visitas a estos lugares. Hotel Montenotte, un resort urbano, es una magnífica opción.
En Cobh, The Watersedge Hotel, con diecinueve habitaciones desde las que ver la entrada de barcos, y en Kinsale hotel Trident, situado al borde del puerto, son buenas opciones.
Cómo llegar
Desde el aeropuerto de Bilbao Aer Lingus sale tres veces a la semana hacia Cork.