Economía

Una comunidad de vecinos 'salva' al bar del barrio al pagarle el alquiler

En una carta, el tabernero expresa su agradecimiento a sus vecinos, "gente generosa, que piensa en los demás, que asume que esto no lo merecemos por ser hosteleros"

18 marzo, 2021 11:30

Son cientos de propietarios y trabajadores de pequeños bares, tabernas y restaurantes los que, a base de ahorros y un esfuerzo impetuoso, han mantenido a flote sus negocios durante un año de constantes cierres y restricciones, en el que siguen haciendo frente a las pérdidas en un sector castigado como pocos durante la pandemia. Y así lo expresan trabajadores y propietarios de pequeños locales cuyo mayor consuelo reside en el apoyo mutuo y de la comunidad. Es el caso de Lito, un tabernero del barrio de Lakuabizkarra en Vitoria que muestra su más sincero agradecimiento a sus vecinos tras verse arropado por el calor de un vecindario que no está dispuesto a verle marchar

"No tengo el margen suficiente para hacer que mi negocio, mi ilusión y mi medio de vida sobreviva a pesar de todos mis esfuerzos personales, familiares , económicos, no puedo dar trabajo a mis empleados, no puedo dar alegrías a mis vecinos, mis clientes , mi familia",  reza la carta del propietario del Urko Taberna. En un día no muy diferente al anterior, vacío de gente y de calor humano los vecinos del bloque entran para pedir "su cacharrito habitual", pero también piden un momento para charlar. Después de la reunión de vecinos han tomado una decisión que tiene que ver con el local y por la mente del tabernero pasa la posibilidad de tener que pagar puntualmente el alquiler del almacén situado en el edificio, algo inviable que provocaría su cierre inminente. 

Pero no están allí para eso, cada uno de los vecinos, clientes del bar, son conscientes de la situación en la hostelería, y de que cada vez hay menos bares. No quieren contribuir a otro cierre más, a que una persona que dedica su tiempo y esfuerzo a atender sus peticiones detrás de una barra se vea abocado a dejar su negocio, su vida, y carecer de su compañía y amabilidad que les dedica a pesar del riesgo que corre su local y su vivienda. Deciden ayudar. "Te eximimos de pagar la cuota de la comunidad durante seis meses y vamos viendo, ¿Qué te parece?", comentan. Por unanimidad, los vecinos del edificio de nueve plantas eximen al local de los gastos fijos hasta septiembre, para lo que tirarán de los ahorros de la comunidad.

Una iniciativa propia que no proviene de ninguna petición previa y ante la que el propietario no acaba de creer, "sigue habiendo gente generosa, que piensa en los demás, que asume que esto no lo merecemos por ser hosteleros, que comparten mis alegrías conmigo y también mis penas… esto vale más que “esa ayuda” que dicen que recibiremos", continúa, "esa es mi gente, mi barrio, gracias a ellos no tengo que pensar que me pueden quitar el negocio, con limitaciones pero seguir abierto y de esa manera no tener que pensar cada mañana y cada noche que peligra mi casa, mi familia, el lugar en el que vivo y  recordar ese desahucio que ha sido reciente para un compañero de profesión y que no se merece". Hace ocho años que Lito forma parte del local y desde entonces sólo ha recibido apoyo por parte del barrio, desde reformas hasta la ampliación de la terraza en tiempos de covid. Un apoyo que espera se extienda a los bares de barrio, que seguirán organizados y dispuestos a mantenerse.