No habrá recesión generalizada, pero sí un importante "shock económico". Esa es la premisa con la que trabaja el Departamento de Economía y Hacienda de cara a un 2023 en el que el complejo cóctel de inflación, tipos de interés al alza para combatirla, reducción del consumo, caída de las exportaciones y hundimiento del sector primario ha hecho que Lakua haya rebajado a la mitad sus previsiones de crecimiento económico. El PIB de 2023 crecerá un 2,1% en el conjunto del año, una cifra relativamente buena y en consonancia con la del conjunto de España -"no estamos en una nube", remarcaba este miércoles el titular de Economía y Hacienda-, pero lejos del 4,1% que fijó el Ejecutivo autonómico en la pasada primavera.
Ese ha sido el retrato de la economía vasca que pinta Azpiazu, pero el cuadro macroeconómico elaborado por el Ejecutivo deja algunos detalles menos llamativos pero que dan cuenta de hasta dónde puede llegar la fractura económica que azotará a Euskadi una vez pasado un primer otoño sin gas ruso. Detalles como que la creación de 12.000 puestos de empleo no quitará para que el tercer trimestre del año que viene deje un aumento del paro en un 0,3% o el hecho de que la industria vasca llegará a finales de 2023 en recesión. Con bajadas tenues, pero el PIB industrial, según las previsiones que maneja el Ejecutivo, caerá un 0,3% en el tercer trimestre y un 0,5% en el último trimestre de 2023.
El motor de la economía autonómica quedará así 'calado' y cerrará el año con un balance de un crecimiento del 0,2%, pero encandenado dos trimestres consecutivos en negativo y con un otoño mucho peor que el de este año, donde Lakua prevé que la industria crezca un 2,9%. La subida del 2,1% en el conjunto de la economía, según las previsiones del Ejecutivo, llegará no por la vía industrial, sino por el crecimiento de la construcción (+2,7%) y el sector servicios, que verá su PIB crecer un 2,9%. 2023 será un 'annus horribilis' para el sector primario, que ya lleva casi un año en negativo y que se hundirá un 4,7% en el conjunto del próximo ejercicio pero que se hundirá un 11,3% en la próxima primavera.
Este escenario, además, es el mejor con el que trabaja el Ejecutivo: un panorama en el que la inflación baje -aunque Lakua no esconde sus miedos a que los bancos centrales se pasen con las subidas de tipos de interés y desplomen la actividad económica- y la crisis energética se vea moderada, condiciones que podrían ser peores y que hacen que la recesión total de Euskadi esté descartada por el momento, pero no definitivamente.
Sí se cuenta, en cambio, con el paso atrás de las exportaciones en un momento donde Inglaterra y Alemania, dos países que acaparan en torno a un 20-25% de las ventas vascas al exterior pueden entrar en recesión. El Gobierno trabaja con la idea de que las exportaciones dejen de ser un sostén de la economía vasca en 2023 -pero sin convertirse en algo que reste- y que sea la demanda interna quien aguante los mimbres de la economía vasca pese a su retroceso.