La venta del Grupo Uvesco, la empresa familiar propietaria de los supermercados BM, ha sido un paso más que evidencia un problema para estas compañías cuando tienen una posibilidad de crecer y ampliar su negocio y buscan financiación. La cuestión es que no se trata de una dificultad de talento, ni de falta de capacidad para la gestión, una prueba es que el equipo dirigido por Jose Ramón Fernández de Barrena seguirá al frente de la dirección a pesar de que el fondo francés PAI, tiene una posición mayoritaria.
Este mimo año ha habido otro caso con Solarpack. La familia Galíndez ha puesto en marcha una compañía en tiempo récord que ha batido todos los récords de revalorización con una subida en los parqués desde los cerca de 9 euros con los que comenzó a cotizar en 2019 hasta los 26,5 con los que se ha cerrado su compra por el fondo sueco EQT. En esta ocasión, ocurre lo mismo, el CEO, Pablo Burgos y el fundador, José Galíndez, seguirán al frente de la compañía como condición puesta por los compradores para seguir pilotando el ambicioso plan estratégico de crecimiento de los próximos años.
Los últimos movimientos se unen a una larga lista de empresas tradicionales de Euskadi impulsadas por sagas de empresarios que se han ido diluyendo. Hay veces que las razones vienen impulsadas por esta necesidad de financiación, otras es por la búsqueda de un evento de liquidez o por los problemas en el traspaso de la gestión a las siguientes generaciones. De hecho, tal y como señala el presidente de Aefame, Andrés Sendagorta, los procesos de sucesión en las empresas "las hace vulnerables en un momento determinado, en el que necesitan apoyos decididos", por lo que causa, por un lado, "un índice de mortalidad elevado", y, por otra parte, condena a que "el tamaño medio de las empresas sea reducido" por las dificultades de la financiación.
El problema de la financiación
Desde Aefame, la asociación de familias empresarias de Euskadi, han señalado en numerosas ocasiones la importancia de este tipo de compañías en el tejido económico vasco, suponen cerca de un 85% de las empresas, y son la mejor garantía de asegurar el famoso 'arraigo' y el mantenimiento de los centros de decisión en Euskadi. La asociación reclama una fiscalidad que "siendo justa y solidaria, se adapte a las necesidades y retos específicos" que tienen estas empresas. La financiación cuando se da una oportunidad de crecimiento sigue siendo un reto.
Y es que la financiación tradicional de la banca comercial retrasa posiciones como aliado. Las directrices del regulador del BCE siguen avanzando en una apuesta que pasa por 'desbancarizar' el mundo empresarial que, en España ha llegado a financiarse hasta casi en un 90% por esta vía, para reducir ese peso hasta un 60%. Eso ha provocado que las grandes financiaciones hayan de buscarse en los fondos de inversión que aportan capital sí, pero a cambio de una entrada en los accionariados y propiedades. Es el caso de las dos operaciones de empresas familiares vascas con fondos de inversión este año.
Casos de empresas familiares en crecimiento
Casos que siguen navegando son Gestmap, gestionada por la familia Riberas, Velatia con los Ormazabal, Sener con los Sendagorta o Vidrala con los Declaux. Unos y otros buscan alternativas para encontrar inversión como los Arteche que han salido a Bolsa este año. Los Aperribay, con SAPA Placencia, han hecho una apuesta estratégica en el sector entrando con un 5% en ITP Aero y con el mismo porcentaje en Indra apoyados en financiación externa de futuros y en socios de esas nuevas compañías. Otra alternativa para ganar tamaño.
En el mismo sector agroalimentario en el que se mueve BM, ha habido otros casos en los fondos se han hecho con compañías vascas. Es el caso de Aguinaga y su conocida marca 'la Gula del Norte' que es propiedad del comprador de Uvesco, el francés PAI Partners. También la familia Garavilla acabó vendiendo al grupo Bolton sus negocios de conservas, entre los que destacaban Isabel y Cuca.
En otros casos estas sagas han buscado asociarse para ir generando tamaño como alternativa para afrontar la expansión e internacionalización, es el caso de CiE Automotive, que fue resultado de la unión de los negocios de la industria de automoción de la familia Egaña, apoyados en la inversión de Abelló y Matutes, con las acerías de Patricio Echevarría agrupadas en Aforasa.
El ocaso de las empresas familiares del acero vasco
El acero no ha dejado de ser un sector en el que más se ha vislumbrado con fuerza la disolución de sagas con apellido ilustre. Familias que llegaron a centralizar en Euskadi el 40% de la producción del conjunto de España y que se han ido diluyendo en la fuerza de los gigantes, de India como Mittal, y algo menos de Brasil e Italia. Entre aquellos nombres estaban el de Ucín, Olarra, Echevarría, Aristrain u Orbegozo, grandes compañías que perdieron el arraigo y el centro de decisión.