La salida a Bolsa de Kutxabank no es una cuestión baladí. Se trata de una operación que llevó al PNV a desplegar toda su capacidad de influencia en Madrid para evitar que, tras el desastre financiero de 2008, el nuevo ordenamiento bancario que Europa obligó a hacer a España a cambio del rescate se llevará por delante el control total de la entidad. Y es que la salida a Bolsa pasaba por reducir el accionariado que está en manos de las antiguas cajas de ahorro, actualmente el 100%, a una posición por debajo de la mitad. El resto, quedaría en manos de inversores que operarían con las reglas del mercado bursátil. Esta fórmula sigue descartada, pero el principal propietario del banco, BBK, trata de dar uso al fondo de garantía que los reguladores le han obligado a dotar por no salir a los mercados. La fundación vizcaína, cuenta con más de 200 millones con los que pretende fortalecer una serie de participaciones en empresas que ya ha comenzado a engordar el pasado otoño con Iberdrola.
Kutxabank es una entidad con tres propietarios: las fundaciones bancarias en las que se han transformado las antiguas cajas de ahorro de Euskadi. BBK tiene un 57%, Kutxa un 32% y Vital un 11%. La regulación obligaba a los dueños del banco a reducir su control por debajo del 50% y salir a Bolsa. Y, si no, el principal accionista, BBK, debía constituir un fondo de garantía de 235 millones de euros con el que responder si es necesario respaldar activos fallidos. Las fundaciones optaron por esta opción en 2014. En una dura decisión que enfrentó al entonces presidente, Mario Fernández con el PNV. Y es que Fernández uno de los financieros más importantes de los últimos 40 años y artífice de una de las fusiones más trascendental para el sistema financiero español, la del Banco Bilbao y el Banco Vizcaya, apostaba por buscar financiación externa para competir con los grandes. Y ahí es donde se fueron fraguando los acuerdos con con el presidente, entonces Mariano Rajoy, para desarrollar una reglamentación en la que cupiera la especificidad vasca.
Los resultados de la gestión de Kutxabank la convierten en la entidad de tamaño medio con mejor rentabilidad en Europa, según el test de estrés realizado por el BCE este pasado verano. Una credibilidad que ahora BBK quiere emplear para negociar sobre el fondo de garantía. Las intenciones de la fundación bancaria vizcaína son las de lograr la aprobación del Banco de España para sacar partido a esos más de 230 millones con participaciones empresariales e inversiones. Un plan en el que, como adelantó 'Crónica Vasca' ya está trabajando la fundación de Bizkaia.
El proceso de salida a Bolsa de las antiguas cajas, 10 años después y fusiones de por medio, ha llevado a que todas las entidades surgidas de las cajas de ahorro, salvo Kutxabank y la gallega Abanca estén ya en Bolsa. Además, tras el anuncio de Ibercaja esta semana de su salida a cotización y si se cumplieran las predicciones de los analistas que apuntan para que acabe integrándose con Abanca, Kutxabank quedaría como la única sin presencia en el mercado de valores.
La Bolsa como garantía de control
La salida a Bolsa ha sido un empeño de los reguladores porque como explica Félix M. López Esteban, director de inversiones en Atl Capital "El negocio bancario se basa en la confianza y el crédito, dos caras de la misma moneda". Y precisamente esos dos valores fueron los que saltaron por los aires en 2008 con la crisis financiera. El hecho de cotizar en los mercados permitía principalmente tres cosas: Mejorar la gobernanza de las entidades, aumentar los mecanismos de control y transparencia que exigen los inversores y atraer inversión externa al sistema que necesitaba de liquidez. En definitiva, confiar al mercado el control que los reguladores no supieron hacer para prever la crisis.
La decisión de Kutxabank de no salir a Bolsa le obliga, por lo tanto, a extremar la gestión para presentar el mejor balance de su gestión bancaria o, al menos el más solvente. De ese modo traslada seguridad a los reguladores que vigilan especialmente su especificidad. De hecho, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, señaló en su última visita a Euskadi la importancia de aumentar la presencia de independientes en el consejo de los bancos, justo cuando la entidad vasca es la que menos consejeros no demaniales tiene en su órgano de gobierno.
Reducción de costes y búsqueda de solvencia para garantizar el dividendo
Aún así, los índices de solvencia de la entidad son líderes en Europa, y el ratio de mora se encuentra entre los más bajos. Son resultados de una gestión que debe dar respuesta, además de a esta muestra de solidez, a sus accionistas, las fundaciones de las antiguas cajas de ahorro que reclaman un importante reparto de dividendos que en el ejercicio 2021 volverá a llevarse el 60% del beneficio de la entidad, uno de los 'pay out' más elevados del sistema financiero español y que dificulta procesos de fusión. Así que con estos condicionantes, y en un escenario de tipos de interés a cero, la entidad ha afrontado una importante apuesta por la recortar gastos y minimizar riesgos desarrollando también un gran despliegue en recursos fuera de balance, como fondos de inversión para los clientes o planes de pensiones. Sectores en los que el banco vasco logrando una gran cuota de mercado y que se han convertido en una herramienta de crecimiento fuera de su ámbito tradicional de actuación, especialmente en Valencia, Madrid y Barcelona.
Las empresas y la participación en sus grandes inversiones son el ámbito en el que se han retirado posiciones. La regulación a obligado a todos los bancos a tomar esta senda por el deseo del BCE de evitar más riesgos en los balances, una política que ha llevado a tomar en Euskadi alguna decisión dolorosa, como la salida de Euskatel.