El BBVA saca a la luz en Bilbao 40 obras espirituales de su colección
Una serie de obras relacionadas con la espiritualidad procedentes de sus fondos propios
30 marzo, 2022 13:40El BBVA expone desde este miércoles en Bilbao cuarenta obras relacionadas con la espiritualidad procedentes de sus fondos propios, en un recorrido que va desde las imágenes religiosas de Luis Vélez del siglo XVI hasta una videoinstalación de Bill Viola, pasando por abstractos como Palazuelo o Zóbel.
"Arte y espiritualidad. Imaginar lo extraordinario", comisariada por Alfonso de la Torre, se muestra desde hoy con acceso gratuito en la antigua sede del banco en la céntrica plazuela de San Nicolás, hasta el 5 de junio, con la intención de hacerla itinerante en el futuro.
La muestra busca poner de manifiesto la importancia de la espiritualidad en la creación artística a lo largo del tiempo, pero no es cronológica, sino que se distribuye a través de cuatro capítulos. De hecho, el punto de partida es el siglo XX con una de las cajas metafísicas de Jorge Oteiza, con su misterioso centro oculto, que ejemplifica el nacimiento de la imagen de lo invisible.
Esta sección incluye obras cuya indagación del origen de la espiritualidad se plasma mediante espirales, torbellinos, círculos o un haz luminosos, como las fibras ópticas de "Estelar" de Pablo Armesto.
La segunda sección acoge creaciones relativas al cielo y sus equivalentes simbólicos -paraísos, jardines- y también las que ilustran los contrarios, la muerte y la desolación -desiertos y camposantos-, temas representados con obras de David Teniers, la fotógrafa Ouka Lele, el surrealista Yves Tanguy o el lanzaroteño César Manrique.
Manifestaciones de lo sobrenatural como éxtasis, milagros o apariciones se reflejan en la tercera sección, que cuenta con las obras de videoarte de Bill Viola o el clásico "Resurreción" del siglo XVI de Luis Vélez como principales representantes. Además, se pueden contemplar piezas que relatan una conexión más común con lo divino, como un pequeño altar privado de Juan de Soreda o la escultura de Mar Solís.
La última parte gira en tono a la idea de la fugacidad de la vida, la "vanitas", con calaveras de Joaquín Sorolla o Marina Abramovic, en diálogo con piezas de Miquel Barceló o Manuel Fanquelo. Se complementa con paisajes espectrales de Karl Eugen Körner o Juan Carlos Savater. La misticidad de la experiencia se ve reforzada por una selección musical realizada por Joan Gómez Alemany.