Hay gran preocupación en Nervacero por el bloqueo de las negociaciones entre Celsa y sus acreedores para dar entrada a los 550 millones de euros que está dispuesta a poner la Sepi. Las condiciones que ponen los fondos de inversión que tienen la deuda, que el grupo catalán no está dispuesto a aceptar, ponen en peligro el rescate público y eso hace temblar a la fábrica vizcaina, que ya se ha visto en el disparadero en anteriores crisis. Así las cosas el comité de la planta de Trapagaran ha sido parte activa en la gestación de movilizaciones a nivel de grupo para respaldar a la empresa y denunciar la actitud "usurera" de los fondos de inversión.
En un momento crítico además para el comité de Nervacero al estar en plena negociación del convenio, se entiende que los trabajadores deben hacer presión para forzar un entendimiento entre las dos partes que permita a la Sepi dar luz verde al rescate. El proceso está bloqueado después de que este pasado fin de semana los acreedores, entre ellos Goldman Sachs o JP Morgan, pusieran sobre la mesa duras condiciones a Celsa para dar su visto bueno a la amortización de deuda, entre otras poder tomar parte en la propiedad de la compañía, en manos de la histórica familia Rubiralta.
Las condiciones han sido rechazadas por la siderúrgica con sede en Barcelona, que argumenta que el plan de los fondos empeora a medio plazo la situación financiera. El hecho es que el visto bueno de los acreedores es necesario para que se active el rescate, al que Bruselas mira también con lupa. Se trata del proceso de inyección de dinero público más voluminoso de los planificados por el nuevo fondo para empresas en crisis puesto en marcha por el Gobierno de Pedro Sánchez durante el covid.
Esa llegada de dinero para aliviar la delicada situación financiera se veía como una gran oportunidad en Trapagaran ya que alentaba al comité de empresa a poder pactar mejoras consistentes para los próximos años después de la negociación a la baja de 2012, que se saldó con importantes ajustes pero permitió salvar la acería. Pero la situación ahora es de stand by ya que hay un riesgo real de que el rescate no se resuelva antes de finales de este mes como estaba previsto, lo que en principio forzaría una prórroga de varios meses.
Así las cosas la parte social ha aparcado las disputas por el convenio y ha decidido hacer piña con la empresa que dirigen los Rubiralta para presionar a los fondos y lograr un acuerdo satisfactorio que asegure el rescate sin comprometer la viabilidad futura de ninguna planta. Los trabajadores de la acería de Trapagaran están convocados este viernes a una movilización en Bilbao al igual que las plantillas de otras fábricas a nivel nacional en la que se reclamará a los acreedores "especuladores" que dejen de lado "su actitud usurera" y permitan mantener operativo el plan industrial de Celsa.