Tubos Reunidos ha celebrado este jueves la junta de acciontas en un contexto marcado por los altos precios del gas y de la chatarra, pero que permite conservar un "moderado optimismo". La compañía que preside Francisco Irazusta espera por un lado que el sector energético evite las turbulencias que se avecinan en otros sectores a partir del verano y, además, confía en su plan estratégico a medio plazo diseñado para concentrar producción en la sede de Amurrio. El traslado de la acería de Sestao al municipio alavés tendrá un coste de 11 millones de euros, ha confirmado el fabricante de tubos, la opción más asequible de todas las posibles y con la que se pretende asegurar un ahorro importante tanto económico como en emisiones los próximos años.
Las obras para ampliar las instalaciones de Amurrio ya han comenzado, y la compañía mantiene en pie su objetivo de poder empezar a producir lingote para suministrar a la planta de Trapagaran, la antigua Productos Tubulares en el último trimestre del año. Para ello deberán cumplirse los plazos de una operación que lleva meses en marcha con la preparación de los terrenos donde irá la nueva acería y que ha conseguido mantenerse dentro del coste previsto pese a la inflación. "Se presupuestó en 11 millones el año pasado y sigue presupuestada en 11 millones", indicaba ayer el director general de la compañía, Carlos López de las Heras, en un encuentro con periodistas previo a la reunión de accionistas.
En el plano laboral el traslado ha obligado a alcanzar un acuerdo con los 80 trabajadores de Trapagaran que se desplazan a Amurrio, que percibirán ciertas compensaciones económicas. Finalmente el primer grupo se trasladará en septiembre, con la idea de ir comenzando las pruebas previas al estreno e ir incrementando el número de operarios para empezar a producir antes de final de año. Además, Amurrio absorberá la actividad de la planta de estirados de Pamplona Acecsa, con lo que el grueso del grupo concentra su producción en el municipio alavés, cuyas instalaciones dispararán su plantilla por encima de las 800 personas (en Trapagaran quedan algo más de 300 y, además, el grupo tiene una unidad productiva en Texas, EEUU).
El fabricante de tubos mantiene así la hoja de ruta diseñada para el periodo 2021-2026, vinculada a la consecución de una ayuda de 113 millones de euros por parte de la Sepi el año pasado. Un balón de oxígeno al que la compañía alavesa está obligada a sacar chispas, y de ahí que se hayan buscado alternativas para economizar costes. El propio López de las Heras explicó que, a la hora de plantear medidas de ajuste se veía como algo prioritario contar con una única acería y, en ese sentido, moverse en dirección Amurrio resulta cinco veces más barato que dar prioridad a la planta de Trapagaran. Las inversiones globales aparejadas al plan estratégico están previstas en 60 millones, que serán repartidas entre Amurrio y la factoría vizcaína.
El doble de ventas
En cuanto a números 2022 está siendo un ejercicio notable para el grupo, con 220 millones de euros en ventas hasta el cierre de mayo, un 125% más que en los cinco primeros meses de 2021. El Ebitda se eleva a 8 millones de euros, destaca la compañía, un resultado mucho mejor que el año pasado tras pasar a positivo en febrero. Y las expectativas pasan, a diferencia de otros negocios vinculados al acero, por poder mantener el ritmo todo el año, ya que la cartera de pedidos está en más de 230 millones de euros gracias al buen momento del mercado energético.
Esa es la clave para el optimismo, que el mercado energético no puede parar tal y como están las cosas a nivel internacional. Tubos Reunidos, como hacen otras empresas del sector, busca posicionarse en nichos alternativos al oil&gas y está presente en proyectos de generación termosolar, eólica o en torno a la incipiente ecosistema del hidrógeno. También fabrica tubos para energía nuclear en Francia y Alemania, si bien la firma tiene claro que el gas sigue siendo una pata clave en la transición energética y que seguirá habiendo inversiones en ese segmento.