La semana ha concentrado episodios decisivos en los culebrones de ITP Aero y de Gamesa, dos empresas estratégicas para el tejido productivo vasco en situaciones diferentes pero ambas foco de preocupación desde hace meses para las instituciones. Las dos encarnan los dos caminos posibles para los gobiernos de cara preservar la actividad y el empleo y, así, mientras en la eólica el Gobierno vasco ha seguido el proceso como observador con los consiguientes sobresaltos, en el caso de ITP ha optado por subir la apuesta y amarrar directamente una silla en la cúpula de la compañía.
La decadencia de Gamesa ha estado salpicada de ajustes de plantilla y también de episodios de fricción entre la empresa y la consejera vasca Arantxa Tapia sobre todo a raíz de la entrada de Siemens. La titular de Desarrollo Económico ha dejado entrever en más de una ocasión su disconformidad con las decisiones de la firma alemana, la última a raíz de la escapada de directivos a Madrid. El escenario actual es distinto y parece que, esta vez, la dirección que encabeza Jochen Eickholt quiere alimentar un clima de confianza para poder llevar a cabo el recorte de 350 puestos de trabajo sin ruido.
Incluso el último giro de guión al conocerse que Siemens Gamesa busca comprador para ocho plantas productivas en España parece haber pillado a Tapia en su sitio. Ella misma ha indicado que conocía la intención de los alemanes de dar este paso y remarcaba que no se trata de un cierre sino de un traspaso de la actividad a otro dueño.
Se abre así ahora una doble batalla para el Ejecutivo vasco ya que, además de garantizar un proceso de ajuste sin salidas traumáticas y que procure lo mejor para las oficinas de Zamudio, debe tratar de colocar esas plantas a la venta a una compañía sensible con Euskadi. Según la propia Tapia la prioridad debe ser explorar vías de acuerdo con empresas vascas aunque el proceso está verde y el abanico es muy amplio con concuso también de multinacionales extranjeras.
El salto adelante en ITP
La misma mañana en que los medios de comunicación se hacían eco de la venta de las plantas de Siemens Gamesa el Gobierno vasco informaba de que está cerrado el esperado acuerdo de socios que da luz verde a su entrada en el capital de ITP. Por un lado la cruz y por otra la cara encarnadas ambas en dos empresas en fases muy distintas pero de importancia vital para la riqueza y el empleo en Euskadi. En pocas palabras podría decirse que la entrada de Lakua en ITP busca precisamente evitar que el fabricante de motores aeronáuticos acabe como la empresa de aerogeneradores.
Y es que el eterno proceso de cambio de manos de ITP, desde Rolls Royce a un consorcio de nuevos propietarios encabezado por Bain Capital está plagado de aristas y, como siempre en estos casos, el gran temor viene al pensar qué pretende hacer el fondo de inversión con la compañía. Desde que se activó la operación hay bases para pensar que el proyecto industrial va a continuar, como el propio interés en que así sea de Rolls, pero en todo caso el Gobierno vasco ha querido cortar por lo sano desde el principio y asegurarse un puesto en el consejo que le permita ser un agente relevante en la vida de la empresa por derecho propio. El único fleco pendiente en el nuevo accionariado de ITP es la confirmación del desembarco de Indra, con mayoría de la Sepi y que permitiría dar un golpe en la mesa similar al Ejecutivo de Pedro Sánchez.
La de ITP es la operación más relevante del fondo para empresas tractoras vascas Finkatuz, próxima a los 100 millones de euros, muy por encima de los algo más de 30 millones que tiene en CAF. La propia Tapia ha señalado que Finkatuz tiene sobre la mesa otras operaciones, lo que da una idea de por dónde va la estrategia industrial de Lakua, y de hecho en los presupuestos del año que viene se contemplan 40 millones más, hasta un total de 300, precisamente para poder seguir teniendo protagonismo tras el desembolso en ITP Aero.