No ha habido acuerdo en la reunión de este martes en el Metal de Bizkaia, en la que sindicatos y Federación Vizcaína de Empresas del Metal (FVEM) volvían a verse las caras tras las últimas tres jornadas de huelga. El siguiente movimiento de LAB, CCOO y UGT pasa por elevar la presión laboral con una semana de huelga, en concreto entre el 28 de noviembre y el 2 de diciembre, aunque no es descartable que haya antes un acuerdo que devuelva la paz social al sector.
De hecho la nota del bloque que integran estas tres centrales, con más del 50% de la representatividad en el Metal vizcaíno, apunta a una nueva concesión por parte de la patronal industrial del territorio, que eleva un 1% el incremento para 2025, entre otras cuestiones. Pero la "falta de concreción", según los sindicatos, en relación a otros aspectos sobre la mesa y el mantenimiento de la propuesta empresarial sobre flexibilidad o complementos por baja temporal llevan a la parte social a anunciar nuevas movilizaciones.
Once días de paro
En concreto se plantea toda una semana de paro en la industria vizcaína, la última del mes, lo que sin duda supone un salto cualitativo en la presión a FVEM y elevaría a 11 el número de jornadas de paro para intentar actualizar este nuevo convenio si se suman las otras tres previas al verano. Dicha convocatoria será oficializada mañana miércoles, cuando los sindicatos darán una rueda de prensa para valorar el punto en que está el conflicto, si bien eso no significa que sea seguro que los paros se vayan a llevar a cabo.
Habrá una próxima reunión negociadora el día 15, con margen por delante todavía para cerrar un acuerdo antes del día 28. Ya en el anterior conflicto de 2019 se llegó a un acuerdo exprés de última hora que permitió desactivar algunos paros. La sensación es que en estos momentos las partes no están tan alejadas como para descartar la fumata blanca antes de esa semana de movilización. De hecho FVEM ha hecho movimientos cualitativos en las dos últimas reuniones en comparación con todo el ciclo negociador previo lo que apunta a que las propias empresas quieren echar el resto en busca de un acuerdo.