A escasos veinte días de la votación interna que marcará el futuro que Orona y Ulma emprenderán, la postura de ambas se encuentra ya bastante alejada de la del grupo Mondragón. Sus directivas lo tienen claro, quieren materializar su salida y tomar un nuevo camino hacia un modelo basado en la "plena soberanía"; sus trabajadores no tanto. Hay voces entre los cooperativistas rasos que no tienen tan clara que la salida que impulsa en la sombra Xabier Mutuberria para imitar el modelo que en su momento trajo Saratxaga para Irizar sea la solución que necesitan las dos cooperativas. La exposición mediática prolongada y los cruces de acusaciones han ido propagando cierto "malestar y nerviosismo" entre los más de 10.000 empleados que suman entre las dos cooperativas.
A nadie se le escapa que Orona y Ulma son dos de los 'buques insignia' de Mondragón. Entre ambas cooperativas suman 10.840 trabajadores, el 30% del empleo de la Corporación y el 50% de sus beneficios. Unas cifras que el grupo, presidido por Iñigo Ucín, no está dispuesto a perder. Ya se sufrió bastante en 2008 cuando Irizar y el fabricante de válvulas Ampo abandonaron Mondragón y peor todavía fue la quiebra de Fagor Electrodomésticos en 2013. La corporación, por tanto, pretende que su proceso "de diálogo" triunfe y consiga que dos de sus grandes cooperativas no emprendan un camino paralelo.
Con esa intención es con la que el pasado martes el grupo movía ficha y pedía un "diálogo sereno y compartido" con el fin de "intentar reconducir la situación". Lo hacía en un comunicado, enviado a todas sus cooperativas, en el que se aclaraban "algunos aspectos" relacionados con los "procesos internos abiertos por los órganos de ambas empresas". Mondragón explicaba que Orona y Ulma propusieron el pasado junio crear una nueva figura de "cooperativa convenida", que implicaría que dejasen de ser cooperativas de base adheridas al Congreso y que, por tanto, no se les aplicarían las normas aprobadas en este órgano. La propuesta fue rechazada porque, según el grupo, "cambiaría la propia concepción" de Mondragon y "requeriría de un proceso de trabajo y reflexión sereno, profundo y muy participativo".
Respuesta de las cooperativas
El comunicado no tardó en tener respuesta por parte de las dos empresas. Ulma acusó al grupo de “manipular esta propuesta” y de incentivar una “agresiva campaña para condicionar a los socios”, y aseguró que su salida del grupo no implicaría que se dejase de aportar recursos tanto a Lagun Aro como al resto de Mondragón cooperativo. La "única consecuencia económica" de la baja de sus nueve cooperativas sería que los 1,85 millones de euros que destinan, de media anual, a los fondos administrados por la corporación pasarían a ser gestionados, "para los mismos fines", por su propia fundación. De esta manera la “pérdida de concepción de grupo” al que hacía referencia Mondragón, no sería real ya que, tal y como explicó Ulma, “nada impide que los fondos se destinen a programas y proyectos impulsados desde Mondragón si se conviene que son los mejores en un contexto de respeto mutuo".
El fabricante de ascensores, Orona, se sumaba a las críticas lanzadas por Ulma y llamaba a sus 1.750 socios a votar el próximo 16 de diciembre a favor de "recuperar su soberanía completa". En un comunicado, dirigido a todos los socios de la firma de Hernani, denunciaba la "campaña de presión" a sus socios, "que vulnera los derechos de información y participación". E insistía, "el respeto institucional es la única vía de convivencia y armonización de la diversidad y heterogeneidad de las diferentes cooperativas existentes".
"Nerviosismo y cansancio"
Este cruce de acusaciones está provocando cierto malestar, no solo entre las directivas, también entre los trabajadores. Fuentes conocedoras del proceso coinciden en señalar que en ambas cooperativas se respira un ambiente de "nerviosismo y cansancio". No les gusta, aseguran, "estar en el disparadero permanentemente" y les genera incomodidad el hecho de "salir constantemente en los medios de comunicación". Además, insisten que el resultado de la famosa consulta del día 16 de diciembre "es más incierto de lo que parece".
Se dibuja así un escenario complejo tanto para el grupo Mondragón como para dos de sus grandes cooperativas; aunque parece que sus direcciones tienen clara la postura que tomar, no es tan clara entre los más de 10.000 socios que trabajan en ellas. Serán los cooperativistas quienes tendrán la última palabra -cientos de ellos llegarán desde fuera de Euskadi a San Sebastián con hasta vuelos chárter en Hondarribia- sobre el futuro de la empresa.