Año nuevo, pero aún con deberes viejos. 2023 arranca el año con la acerío de ArcelorMittal en Sestao como la que más parada prevé para este año. Mientras el resto de plantas del grupo en España están con un ERTE que va hasta marzo, la antigua ACB de Sestao arranca con la perspectiva de no volver al trabajo hasta junio. El año, por tanto, ya sale de partida con malas perspectivas, pero en este 2023 Sestao, más que su presente, se juega su futuro. Un futuro que pasa por el plan de descarbonización de ArcelorMittal, que requiere recibir el 'ok' de Bruselas y financiación de los fondos europeos para hacer realidad un giro verde, ligado al hidrógeno, que blindaría a la fábrica heredera de los Altos Hornos con 50 millones y que lleva meses inmersa en un mar de dudas ante los atrasos de la financiación de Bruselas.
Y es que hace más de un año que la multinacional india solicitó apoyo comunitario para poner en marcha las bases de su proyecto de descarbonización. La compañía viene dando todo tipo de detalles sobre este giro verde en algunas de sus acerías del norte de España en sus planes estratégicos, incluyendo los pasos a dar para conseguir que la ACB de Sestao sea la primera acería del mundo sin emisiones, pero Bruselas no ha hecho todavía ningún movimiento.
Sin embargo, la aprobación del PERTE de descarbonización permite arrojar cierta luz sobre el plan de Arcelor. Esa es la caja en la que se espera que Industria y la Comisión Europea encajen el respaldo a la descarbonización de la multinacional, que, además, cuenta también con el respaldo de la presentación del H2Med a Bruselas para que también financie las redes de hidroductos españolas, con un depósito de hidrógeno reservado para Euskadi. Un PERTE que cuenta con 1.500 millones en subvenciones y 1.600 de préstamos y que podría ser, si no se da un 'bluf' como en automoción o en las primeras asignaciones del PERTE de renovables, el flotador al que se agarre una de las últimas joyas de la siderurgia vasca para sobrevivir.
La aprobación de ese plan sería un blindaje total para la ACB, que se convertiría en la primera acería del mundo sin emisiones y que estaría a pleno rendimiento -produciendo 1,6 millones de toneladas de bobina- en 2025. Sin embargo, lo más relevante de todo es que Sestao pasaría a ser un eslabón fundamental en una cadena productiva de acero verde que arrancará, según los planes de Arcelor, con una planta de reducción directa del mineral de hierro -DRI, Direct reduced iron en inglés- que se haría mediante hidrógeno verde y de donde saldría la principal fuente de materia prima para Sestao, que también viene ya tiempo cumpliendo sus deberes con un importante aumento del peso de la chatarra reciclada en su producción.
La conversión de Sestao en una acería eléctrica y alimentada al 100% por renovables implica una inversión total de 50 millones de la que parte se ha adelantado ya. Ese futuro de trabajo a pleno rendimiento, de salir adelante, será un remanso de paz para una factoría que ha estado parada prácticamente todo 2022 y parece tener por delante otros seis meses sin actividad con el ERTE.
Pasos previos
Para llegar a ese escenario ideal para la fábrica vizcaína en 2025, que Arcelor ya tiene diseñado al detalle incluso a nivel de desarrollo de la ingeniería, tienen que darse varios pasos previos. Lo primero es que llegue la financiación europea, algo en lo que se ha implicado el Gobierno central por el peso de la siderúrgica de Lakshmi Mittal en España, pero que recibe todavía más presión desde el Gobierno asturiano, que tiene la fortuna, además, de coincidir en color político. El socialista Adrián Barbón dedicó parte de su discurso de final de año a incidir en la importancia de que los ministros presionen a Bruselas. Y es que mientras el plan de Arcelor está en compás de espera, otros rincones del mundo como Canadá ya van poniendo dinero sobre la mesa de sus acerías.
Pero hay un segundo elemento del que depende en gran medida que todo este proceso verde se lleve a cabo. De forma paralela a la negociación del convenio la dirección de Arcelor ha puesto en la mesa un importante ajuste laboral en la división de productos largos como condición para la inversión en la nueva acería eléctrica de Gijón, que es necesaria para la puesta en marcha del plan global de reducción de emisiones que se complementa con Sestao. Hay que recordar que todo nuevo proyecto debe pasar por el comité de inversiones de la multinacional y ya se ha avanzado que no se dará ese paso sin un acuerdo social para el ajuste en Asturias.
Y todo ello tiene, además, unos plazos más que apurados. Al 2025 que los planes de Arcelor señalan como año clave se le suma que a finales de 2024 el horno A de Gijón termina su ciclo vital y, para entonces, debe estar en marcha la alternativa eléctrica. Es decir, ni el dinero europeo puede demorarse mucho más ni hay mucho tiempo para acordar con los sindicatos esa hoja de ruta que dé luz verde a la nueva acería asturiana que, de rebote, es una garantía para el futuro de la ACB.