Paso adelante aunque aun insuficiente en las reuniones de esta semana entre dirección y sindicatos para renovar el convenio de ArcelorMittal, que cuenta con algo más de 1.000 trabajadores en Euskadi. Será en la cita de este viernes cuando se resuelva si hay mimbres para cerrar ya el acuerdo marco o este tiene que esperar a después del parón de Semana Santa.

En la última reunión sí se ha producido un avance importante en materia salarial, al llegar a ofrecer la multinacional un incremento del 5,7% en 2022, lo mismo que el IPC, aunque solo se consolidaría en tablas el 4% y el otro iría vía paga extraordinaria. Además se plantea un 3% en 2023 y otro 2,5 cada año en 2024 y 2025. En total por tanto se actualizarían salarios por valor de casi un 9% sumando el alza pendiente del año pasado más el de este ejercicio, cerca de 3.000 euros de media para los trabajadores a turnos aunque no todo se consolidaría en nómina.

La oferta salarial desde luego no es mala, señalan fuentes sindicales, aunque lo cierto es que quedan flecos por resolver para llegar a un acuerdo. Uno de ellos dentro del propio punto salarial ya que está en duda la fórmula final que se va a utilizar para ligar el incremento global a la inflación al término del convenio. Y es que el IPC se ha convertido en un arma de doble filo para la parte social a la hora de firmar acuerdos a largo plazo ya que no está claro cuánto va a durar este escenario de superinflación y se teme que una vinculación directa pueda incluso jugar en contra de los salarios dentro de unos años.

Los sindicatos LAB, ESK, CGT y CSI en Arcelor Mittal durante una rueda de prensa para anunciar acciones en contra del ERTE de 2019 / Europa Press

Atar las inversiones

Hay otros dos asuntos espinosos más sobre la mesa. Uno de ellos pasa por colocar en el acuerdo marco alguna referencia al plan social para proceder a activar el proceso de descarbonización en las plantas asturianas, del que depende en gran medida la ACB de Sestao. Hasta ahora la dirección evitaba hacer referencia a este proceso de ajuste de plantilla, que se saldará con salidas no traumáticas en Asturias, dentro de la negociación del acuerdo marco pero finalmente todo apunta a que el asunto se saldará con una mención genérica para evitar más obstáculos.

Por otro lado queda pendiente la demanda sindical de lograr el compromiso de la multinacional con las inversiones anunciadas en su día precisamente para acometer ese proceso de descarbonización y blindar el futuro industrial de las factorías en España, con algo más de 8.000 trabajadores en estos momentos. La ayuda pública de 460 millones de euros para acometer esa transformación se da por hecha, aunque falta el sello definitivo del Gobierno de Pedro Sánchez que parece llegará los próximos días. Pero más allá de esa inyección las centrales sindicales quieren que la dirección del grupo ponga por escrito en el convenio que se llevarán a cabo todas las inversiones, de unos 1.000 millones de euros sumando la aportación pública y la del presupuesto de la propia Arcelor.

El bloque sindical llamado en principio a rubricar el acuerdo marco, CCOO, UGT y USO, tampoco parece en plena sintonía. Especialmente díscolos con la dirección de la multinacional se muestran en sus declaraciones los miembros de Comisiones, mientras que UGT y USO asumen que el último movimiento de la empresa en materia salarial va en la buena línea. Los sindicatos celebran estos días asambleas de afiliados además en varias plantas para medir la temperatura de la plantilla que pueden condicionar también su posicionamiento. La reunión de este viernes será decisiva para valorar si se cierra el nuevo acuerdo marco la semana próxima o la cuestión queda pendiente para después de Semana Santa.