Aunque hoy en día parece que toda innovación en el sector de automoción debe girar en torno al coche eléctrico u otros tipos de propulsión alternativos, el hecho es que el motor de combustión tiene aun recorrido para seguir implementando mejoras que reduzcan su impacto ambiental. Un importante avance en esa línea lo cosecha la cooperativa alavesa Loramendi, del grupo Mondragón, que acaba de culminar para el gigante BMW un sistema de producción automatizado de piezas para la fabricación de culatas que permite un menor consumo y una mayor eficiencia del motor.
Es un proyecto pionero encabezado por la compañía de Vitoria que se enmarca en la relación de confianza que mantiene con uno de sus principales clientes como es el fabricante de vehículos con sede en Munich, si bien trabaja también para otros grandes como Daimler, matriz de Mercedes, o Volkswagen. De hecho este avance es clave, más allá de la cuestión tecnológica, para abrir puertas a nuevas innovaciones de la mano de la fabricación aditiva.
La firma alavesa está especializada en ofrecer soluciones para fundición, en especial para piezas de automoción aunque también ferrocarril y diversas infraestructuras. En este caso realiza para BMW una serie de equipos para la producción automática a gran escala de los machos de arena usados para la fundición de culatas, una de las piezas clave de los motores y que incide en gran medida en parámetros del mismo como el nivel de ruido, emisiones o consumo de combustible.
Así, la fabricación de estos machos mediante impresión 3D permite un mejor diseño de la culata para aumentar la eficiencia del motor de combustión. Los equipos se han desarrollado bajo la marca ICP (Industrialization of Core Printing), una iniciativa pionera a nivel mundial liderada por esta industria alavesa.
Loramendi cuenta en su planta de Vitoria con cerca de 200 trabajadores pero es una de las firmas vascas con mayor grado de internacionalización: tiene además fábricas en Alemania, Francia, Rusia, Estados Unidos, México, China, India y Sudáfrica, así como presencia comercial en Brasil, Turquía, Tailandia o Japón.
El ecosistema en torno al eléctrico
Bien es cierto que, pese a las reticencias de muchos gobiernos, entre ellos el que encabeza Iñigo Urkullu, el motor de combustión tiene los días contados (aunque con matices, ya que la Unión Europea alarga su vida finalmente más allá de 2035 si usan combustible sintético). Y hay un buen puñado de proveedores en Euskadi bien posicionados de cara a ese cambio de ciclo. La propia Loramendi cuenta con importantes proyectos enfocados a la electrificación y la conducción autónoma, al igual que otras socias del grupo Mondragón como Maier, Cikautxo o las propias Fagor Arrasate y Fagor Ederlan.
Maier, de Gernika, ha reorientado su actividad a la búsqueda de nuevos materiales y soluciones para el coche eléctrico y conectado con una importante inversión en tecnología, mientras que Cikautxo, en Berriatua, es una de las que más avanzadas tiene ciertas partes del vehículo de hidrógeno y, de hecho, hace ya un par de años que lanzó la iniciativa de nuevo camión impulsado por esta fuente de energía junto a Tecnalia.
En el caso de Fagor Ederlan está avanzando en la fabricación de componentes más ligeros y sostenibles enfocados al eléctrico y también al motor en rueda e hidrógeno, y cuenta ya con su propio prototipo de Battery Pack, la carcasa para las baterías. Fagor Arrasate cuenta también con tecnología y soluciones enfocadas a la producción de componentes de baterías y motores eléctricos.