Los puertos son plazas estratégicas en la disputa entre los ejes atlántico y mediterráneo por ganar infraestructuras que permitan atraer nuevas inversiones y movimientos económicos. Bilbao, 'capital' del primero, lidera esa pugna que tiene mucho de político por intentar equilibrar el protagonismo portuario frente a las comunidades mediterráneas, dueñas de la mayor parte de las grandes terminales españolas.
Y aunque es esta una batalla de largo recorrido, un buen dato alumbra al más grande de los dos puertos de Euskadi: Bilbao resiste bien a nivel de tráfico en esta primera parte de 2023 en un contexto de malos datos para sus principales competidores en España. Y lo hace además en un momento clave a las puertas de conceder la explotación de una segunda terminal de contenedores, un movimiento cuestionado por la progresiva pérdida de protagonismo que venía registrando esta forma de transporte en los últimos años.
En cuanto a los volúmenes globales de mercancía, medida en toneladas, la capital vizcaína crece en el primer trimestre un 4,5%, es decir, mantiene el ritmo del año pasado con avances bastante compensados en el apartado energético (Petronor y Bahía Bizkaia Gas) y en graneles sólidos mientras que el área de contenedores resiste en un contexto complicado.
De los grandes puertos solo Cartagena, además de Bilbao, evita la pérdida de mercancías, con bajadas de más del 12% en Barcelona y más del 7% en Valencia. Algeciras, el gran puerto español, baja un 4%, lo mismo que Huelva, que a cierre del pasado ejercicio era el inmediato perseguidor de Bilbao por la quinta posición.
En lo que hace referencia al contenedor, en cambio, los otros cuatro puertos del 'top 5' registran bajadas del tráfico. Cartagena cae más del 10% mientras Barcelona y Valencia rondan el 13%. Algeciras por su parte pierde el 1% de su mercancía, lo que en números absolutos representa una cifra importante (unas 150.000 toneladas menos respecto al primer trimestre de 2022).
La infraestructura portuaria que encabeza Ricardo Barkala mantiene el nivel de la carga en contenedores medida en toneladas mientras que por TEUs, la unidad que mide el número total de contenedores al margen del peso, el tráfico sube un 2%. La mercancía en tránsito, la que para en los terrenos de Santurtzi con destino a otros puertos, avanza un 43%.
Segunda terminal
Las cifras no dejan de ser un buen síntoma además de cara a esa apuesta que ha hecho el equipo de Barkala por contar con una nueva terminal de contenedores junto a la ya existente. Una decisión, la de ceder a este negocio una parte relevante del escaso espacio libre con que cuenta el puerto, criticada por parte de algunos de los agentes portuarios al no estar avalada por un crecimiento real de los tráficos de contenedores.
Al revés, en los últimos años la terminal que gestiona CSP Iberian (Cosco) ha ido perdiendo unidades mientras el puerto ha ido virando hacia un ecosistema de pedigrí energético, tanto por la ubicación de proyectos pioneros, por ejemplo en torno al hidrógeno, como por el boom de mercancías para eólica offshore con cada vez mayor presencia de agentes como Siemens Gamesa, Acciona o dos de las joyas de la corona de Euskadi en el sector, Saitec y Haizea Wind.
En definitiva, la duda que persiste es si realmente Bilbao necesita otra terminal para una actividad que, al menos hasta ahora y a la espera de comprobar si el repunte de 2023 se consolida, no termina de levantar el vuelo. Y es ahí donde entra la ambición por crecer manifestada por el propio Barkala y ese deseo de resituar a la capital vizcaína como una dársena capaz de competir con el eje mediterráneo por grandes tráficos internacionales. El presidente de la Autoridad Portuaria asegura que cuenta con el interés de varias navieras punteras a nivel mundial para hacerse con ese proyecto, estimado en unos 100 millones de euros, que salía a concurso público a comienzos de año y que debería adjudicarse, según las estimaciones del propio Barkala, para el verano.