Dice el refrán que con pan y vino se hace el camino. En realidad, es agua lo que no puede faltar. Agua dulce. Y ahí llega el obstáculo. El bien más preciado de la humanidad apenas supone el 3% de toda la masa hídrica del planeta. Además, de un tiempo a esta parte, a cuenta del estallido demográfico y el calentamiento global, ha mermado hasta provocar escasez donde nunca había existido preocupación. La buena noticia es que hay respuesta a la crisis: tirar de mares y océanos; o sea, desalinizar. La mala, que a día de hoy no es rentable. Con los métodos convencionales este proceso conlleva un coste energético (y por tanto económico) desmesurado, motivo por el que muchos países jamás lo han valorado como opción. Y ahora llega la mejor, una última hora desde Euskadi.
La empresa vasca Elytt Energy va a demostrar que se puede reducir a la mitad la energía necesaria para desalar agua de mar utilizando campos magnéticos. O, más bien, construirá un modelo a escala que confirme la teoría de su socio, EMSC Global Water Solutions. Fue esta ingeniería la que hizo el descubrimiento y llamó a la puerta de los vascos para ponerlo en práctica, porque si de algo saben ellos es de campos magnéticos. Eso sí, aplicados hasta ahora a aceleradores de partículas y reactores de fusión.
El innovador proyecto ha sido bautizado como MURA (Magnetikoki Ura Gaztgabetuta- Agua desalinizada magnéticamente) y cuenta con financiación de SPRI, Agencia Vasca de Desarrollo Empresarial, para darle forma de aquí a dos años. De conseguir el objetivo, y nadie en Elytt Energy se plantea otra posibilidad, el sueño de garantizar la supervivencia humana con agua de mar estaría más cerca. Con una reducción del 50% del coste energético, este invento facilitaría la producción de hidrógeno, el abastecimiento de agua para consumo humano a un coste de 0,8 dólares por metro cúbico y su uso en regadío.
Cuando algo teóricamente es más rentable, el camino está ahí, pero a veces las tecnologías llegan. Tenemos que demostrar que las tecnologías de 2023 permiten que esa teoría
“Estamos hablando de un salto muy importante. Claro que para que todo esto finalmente suceda, el hidrógeno, el agua potable, el uso en regadío... alguien tendrá que fijarse en el prototipo, invertir y sacarlo al mercado. Y, por otro lado, estaría la batalla económica con grandes grupos empresariales dedicados a la desalinización”. El responsable comercial de Elytt, Ángel García, prefiere no echar campanas al vuelo y centrarse en el hoy, que es mucho: el cálculo, diseño, fabricación y ensayo del modelo a escala con un método nunca probado.
El 30% de las desaladoras del mundo emplean evaporación térmica. El 70%, ósmosis inversa. Esta técnica se basa en el uso de membranas semipermeables, “algo así como la pared de nuestras células”. Bombeando a todo trapo, unos 70 bares, las membranas dejan pasar el agua y retienen las sales. “¿Inconvenientes? Hay que generar mucha energía para conseguir esa presión y cambiar periódicamente las membranas”, explica García, antes de ahondar en la peculiaridad de MURA.
Los socios de Elytt Energy descubrieron que “si se aplican campos magnéticos muy intensos al agua salada, las partes salinas se van a la periferia y puede cogerse el agua del centro del tubo, un agua totalmente desalada”. Suena sencillo, pero ahora toca desarrollar el prototipo que demuestre que el sistema funciona. “Cuando algo teóricamente es más rentable, el camino está ahí, pero a veces las tecnologías llegan. Tenemos que demostrar que las tecnologías de 2023 permiten que esa teoría, lo que dicen los números en un papel, se puede llevar a cabo. Es un paso brutal”, reconoce García.
Hay ganas de ponerse manos a la obra. El primer año lo dedicarán al plan de diseño y la compra de materiales. El segundo, a la fabricación y pruebas de validación. Mucho trajín que se suma a la gran cantidad de iniciativas ya en marcha en el marco de la I+D+I. Ahora mismo, Elytt Energy está desarrollando “el solenoide central para Princeton Plasma Physics Laboratory”, un laboratorio nacional del Departamento de Energía de los Estados Unidos. También ha recibido una segunda ayuda de SPRI para fabricar “aceleradores lineales compactos de partículas” de manera colaborativa junto a otras tres empresas vascas. Y además, ha participado en el megaproyecto de fusión nuclear ITER, en el sur de Francia, que tiene como objetivo confinar la energía del sol para obtener energía ilimitada y limpia.
Setenta trabajadores, 1.000 metros cuadrados en Artea y 2.000 en Llodio dan mucho juego. “Aunque la gente no lo sepa, los gobiernos invierten grandes cantidades de dinero en descubrir qué es la materia y en descubrir fuentes de energía”, confiesa García. Una estrategia en la que Elytt Energy ha sabido posicionarse. El sector la conoce y reconoce como “empresa líder en Europa en generación de campos magnéticos para aceleradores de partículas y reactores de fusión”. Lo que no entraba en sus planes hasta ahora era poder hacer del agua un nuevo camino.