El sector de la construcción representa en torno al 10 % del PIB en Euskadi y el año pasado generó 1.147 millones de euros. A lo largo del año 2022, el sector de la construcción creció un 2 % frente al 4,5 % registrado el año anterior, teniendo en cuenta los datos de Eustat. Además, las más de 27.100 empresas de la construcción registradas en la CAV facturaron 16,8 millones de euros, según el ‘Informe del Impacto Socioeconómico del Sector de la Construcción en el País Vasco’ elaborado por PwC Consulting para Eraikune, el Clúster de la Construcción en Euskadi.
Para analizar la realidad del sector hablamos con Iñaki Urresti, Secretario General de Ascobi, la Asociación de Constructores y Promotores Inmobiliarios de Bizkaia. En un momento de expectativas ante las obras previstas en los próximos años, no se muestra esperanzado, “ya que son proyectos que tienen muchos años de vigencia y anualmente no suponen tanto volumen de trabajo”, advierte.
Y precisamente el empleo es una de sus encrucijadas, en busca de nuevas incorporaciones en un sector “altamente envejecido”, señala. El número de afiliados a la Seguridad Social en el sector de la construcción en Euskadi registró un total de 58.557 personas trabajadoras a las puertas de iniciar el presente año, pero se espera una ‘gran jubilación’ en los próximos años. Con todo ello, Ascobi y los trabajadores están tratando de llegar a un acuerdo en materia de salarios en su convenio para 2023 y 2024. Los próximos días 28 y 29 de junio, los trabajadores del sector en Bizkaia han convocado nuevos paros para reclamar una actualización de sus salarios acorde con el IPC ante la negativa de la patronal.
-¿Podemos decir que ha habido un incremento importante de actividad en el sector de la construcción vasco?
-Bueno, no podemos decir que sea un sector boyante de una gran actividad y una gran rentabilidad, lo que ocurre es que hemos tenido una gran crisis anterior y claro, en cuanto hemos remontado un poco, según con quién te compares, la sensación es de que estás bien, en cuanto a que hay más trabajo y más actividad que hace 8 años, cuando había un gran problema de actividad por la crisis inmobiliaria, que hizo que mucha actividad de producción de vivienda se detuviera porque los bancos cerraron el grifo de la financiación bancaria.
Posteriormente, la crisis financiera de las instituciones a nivel mundial hizo que se produjeran grandes líneas de recorte. Eso repercutió especialmente en la inversión, que se redujo en un 70 o 75%, provocando que el sector de la construcción fuese el gran afectado. En ese periodo se perdió prácticamente la mitad del empleo en el sector. En 2007-2008 había casi 50.000 personas trabajando en el sector de la construcción en Bizkaia y en los años donde tocamos suelo, entre 2014 y 2016, en torno a 23.000 personas trabajando, menos de la mitad.
-¿Y ahora?
-Pues a fin de año, el Eustat hablaba de 33.000 empleos en Bizkaia, un 10% más, lo cual es un crecimiento importante, si bien en 2008 estábamos casi en 50.000, es decir, no tenemos esa dimensión ni creo que la alcancemos en mucho tiempo.
-¿Esta caída en los niveles de empleo es consecuencia de la caída de la actividad?
-Sí, si bien tampoco es que nosotros tuviéramos una gran producción de vivienda, es decir, no teníamos los ratios que se dieron en el Estado. Cuando comenzó la crisis y se pinchó la burbuja de precios era el momento de máxima producción a nivel del Estado, con tasas de construcción anual de 15 viviendas por cada 1.000 habitantes. Sin embargo, aquí en Bizkaia eran de 6 viviendas, no había esa burbuja de producción, es más, se decía que las tasas de producción de vivienda estaban al nivel de las de Alemania.
Pero claro, cuando vino la crisis financiera ahí no se hizo distinción y se hizo tabla rasa a toda la financiación bancaria. La actividad promotora desapareció y la producción, tanto a nivel estatal como en Euskadi, se situó en torno a 2 viviendas por cada 1.000 habitantes. Curiosamente es una producción que se mantiene en el tiempo y a día de hoy no se ha incrementado.
-¿Entonces, la cifra de producción se mantiene constante desde 2016 a pesar del covid, la guerra de Ucrania, el encarecimiento de la energía, el aumento de los costes de producción o el incremento de los tipos de interés?
-Sí, prácticamente nos mantenemos igual, ya que no se debe a problemas de financiación, sino a que aquí hay un marco regulatorio diferenciado en materia de vivienda que dificulta que pueda haber un crecimiento habiendo una demanda importante de vivienda. La oferta de producción de vivienda nueva no atiende la demanda existente. No obstante, a partir de 2016 se ha ido normalizando la inversión pública y, aunque no se han alcanzado niveles previos, se ha recuperado mucho.
-¿Entonces?
-Bueno, que haya más actividad quiere decir que hay más empleo, pero eso no significa que la rentabilidad o el rendimiento de la actividad haya mejorado. En este periodo de crecimiento de la actividad de los últimos tres años hemos tenido el ‘tsunami’ del incremento de los costes de los materiales y eso ha condicionado sobremanera a las empresas de la construcción y ha hecho que, a veces, tener una obra no haya sido una bendición, sino un quebranto económico, pues al tener adjudicada una obra no podías modificar los precios en la medida de lo que lo estaban creciendo los costes de forma desorbitada.
-Este repunte de los costes de producción ha hecho que las propias empresas constructoras hayan visto reducidos los márgenes hasta el punto de que hemos visto empresas, como Construcciones Urrutia, que han perdido obras importantes como la de la Torre Garellano.
-Ese caso ha tenido un foco más mediático, pero el incremento de costes afecta a todo el mundo, no sólo a una empresa. Los costes de construcción se han incrementado en situaciones hasta un 50, un 60 o incluso un 70%. Un problema que ha sido consecuencia, primero, de los problemas que hubo de stock a mediados de 2021; y que luego se agudizó en la primavera de 2022 con la Guerra de Ucrania y la crisis energética. Eso ha hecho que en año y medio haya habido unos incrementos de costes bestiales, lo que ha condicionado toda la actividad en general y especialmente la del sector de la construcción.
Las empresas han intentado sortearlo de la mejor manera que han podido, pero, donde tenían contratos comprometidos en unas condiciones determinadas, han tenido que renegociar con las partes cuando han podido, y cuando no han podido se habrán dado situaciones de restricciones de contratos, porque igual resultaba más viable económicamente rescindir un contrato que ejecutar una obra con unos costes que estaban fuera de los presupuestados.
En el caso de la cooperativa de la quinta torre de Garellano han buscado una nueva empresa, pero con el precio de ahora, porque los sobrecostes son para todas iguales. Sin embargo, en el contexto de contratos públicos donde no puede haber renegociación siquiera, muchas veces tiene que asumirlo la constructora o bien rescindir el contrato. Y se han dado ya muchas situaciones de pérdidas importantes. Por eso hablaba de que estos últimos años ha habido un incremento de actividad, pero eso no ha llevado aparejado un incremento de beneficios ni de rentabilidad porque, además, la construcción es un sector que trabaja con unos márgenes muy ajustados.
-¿De qué márgenes estamos hablando?
-En obra pública, si tienes un 5% de margen bruto sobre la ejecución, ya está bien… Entonces, cualquier cambio significativo de los costes de ejecución te mata.
-El número de compraventas de viviendas se ha incrementado en el último año, si bien empieza a bajar por el endurecimiento de las hipotecas. Un vaivén que os afecta de refilón, ya que en su mayor parte las operaciones que se realizan atañen a viviendas de segunda mano. ¿Cuál sería la esperanza del sector en vista teniendo en cuenta las nuevas zonas de expansión de Bizkaia?
-Tenemos aquí al lado Zorrotzaurre, por ejemplo, pero llevamos ya 15 años con el plan y quedan otros 10 más. Por tanto, si hablamos de construir 5.500 viviendas que se van a hacer a lo largo de 25 años, nos sale a tres bloques de viviendas al año. Entonces el impacto en el sector es mínimo.
Negociación de subidas salariales
-La falta de relevo es un problema en todos los sectores, también en la construcción.
-Por el incremento de actividad hemos necesitado 3.000 personas más el año pasado y cada vez es más difícil conseguir gente para el sector, tanto de perfiles cualificados como no cualificados. Además hay que tener en cuenta también que tenemos plantillas bastante envejecidas. Entonces, en los próximos años se va a dar un relevo generacional importante y eso va a incrementar las necesidades de personal en el sector. Eso es indudable.
-Pero para que sea un sector atractivo para trabajar es necesario contar con buenas condiciones laborales, lo que nos lleva a hablar de la negociación del convenio que mantenéis ahora mismo con los trabajadores de cara a fijar los incrementos salariales para 2023 y 2024.
-Sí. A diferencia de otros lugares, nosotros tenemos convenio vigente durante los últimos treinta años y ha sido un convenio que, incluso en circunstancias de crisis, se ha ido renovando puntualmente en cada momento con actualizaciones de tablas por encima del IPC, con mejoras de la capacidad adquisitiva de los trabajadores sobre el IPC de los últimos ocho años de casi ocho puntos. En este momento estamos negociando las tablas de 2023 y 24 y hay una disparidad de opiniones en cuanto a lo que nos piden los trabajadores y lo que nosotros ofrecemos. Y bueno, pues estamos en ese proceso de negociación, tratando de firmar un acuerdo satisfactorio, pero llevamos únicamente cinco meses de retraso, en comparación con otros convenios que llevan años de retrasos.
-¿Y por qué cuando se firmó el nuevo convenio 2021-2024 se dejó abierta la actualización de salarios para los últimos dos años?
-Nosotros primamos mucho la estabilidad, por eso llevamos 30 años con convenios, mientras que en Gipuzkoa han tenido que esperar diez años para firmar el suyo. Y por ello se han firmado muchas veces convenios de 2, de 3, o de 4 años, dejando abierta la parte de las tablas salariales abierta a la negociación posteriormente si en ese momento se trataba de un escenario muy complicado para negociar temas relativos a tablas salariales. No es ninguna cosa extraordinaria o distinta a lo que se ha hecho en otras ocasiones y en otros convenios.
-Claro, lo que no se sabía era que iba a estar la inflación como hasta ahora.
-Evidentemente no lo íbamos a saber. No, todavía no había empezado la Guerra de Ucrania y la inflación estaba en menos del 1%, pero el año pasado se firmó con garantía de IPC y hubo un incremento del 6,5% en las tablas salariales por la inflación de 2021, que es un aumento que se ha producido en pocos convenios. Y este año hemos ofrecido el equivalente a la inflación de 2022, un 5,7% en total, de los que 3,7% es una subida salarial directa en las tablas salariales y el 2% restante es para el plan de pensiones, un 1% por el año anterior y otro 1% por el de este año. El año que viene se destinará un 1,25% más al fondo de pensiones y otro 2% en incremento de las tablas salariales.
-Nombra usted a Gipuzkoa, territorio con el que precisamente ELA establece la comparativa con Bizkaia resaltando que ésta última sale perdiendo en materia de salarios.
-La realidad de Gipuzkoa es la realidad de Gipuzkoa y la realidad de Bizkaia es la realidad de Vizcaya. La caña en Donosti cuesta un precio y en Bilbao cuesta otro. Y nosotros, que trabajamos en Bizkaia, tenemos que competir con empresas cántabras y burgalesas, que tienen otros convenios, y que vienen aquí.
Nosotros hemos ido incrementando las tablas salariales y tenemos unas tablas salariales muy elevadas, prueba de ello es que, dejando a un lado Gipuzkoa, son las segundas más altas de todo el Estado, pero estamos en un entorno y en una realidad económica y una competitiva que nos afecta, por lo que nosotros tenemos que ser competitivos.
-En lo que va de año únicamente habéis mantenido dos reuniones con los representantes sindicales. ¿Hay voluntad de sentarse a negociar?
-Nosotros siempre hemos tenido voluntad y prueba de ello es que hemos firmado puntualmente todos los convenios. Tenemos una tercera reunión el próximo martes, aunque antes de sentarse a negociar ya han convocado nuevas huelgas para el jueves y el viernes, pero lo cierto es que se han hecho convocatorias de huelgas, sí, pero no huelgas…
-No obstante, los sindicatos han cifrado el seguimiento de la primera jornada de huelga en un 80%.
-Bueno, las obras no se han parado y en las encuestas que solicitamos a las empresas comprobamos que no había hecho huelga más del 10% de sus plantillas.