En los hogares vascos ya hay más perros que niños. Criaturas, los perros, que merecen lo mejor. Con esa filosofía nació en enero de 2020 Gobak, la primera marca vasca de productos especializados para ellos. Y la única, de momento. Una aventura empresarial apuntalada por materiales sostenibles, la máxima calidad, precios de lo más ajustados y, sobre todo, el empeño del vitoriano Arkaitz Corcuera. Podría haber seguido como instructor canino y ya. De hecho, continúa al frente del reconocido Centro Ariñez. Pero hay quien nace para emprender toda la vida y quien solo entiende la vida con impacto positivo. A él se le juntaron los dos impulsos y su compañera, de nombre Marian García, de profesión geógrafa, le acompañó en el salto.
Enero de 2020, sí. Gobak nació a un suspiro del confinamiento por la pandemia del Covid. Son cosas que no se eligen. Además, la idea venía barruntándose años. Corcuera es de esa gente que procura consumir producto local, consciente de la huella que dejamos en el mundo. Y como educador canino con doce años de recorrido, nunca le han convencido los productos que ofrece el mercado. De hecho, la idea de crear la marca canina made in Euskadi nació a partir de un ingenio que aún no ha comercializado. Una correa para perros en rehabilitación, peligrosos, “que es más fácil de colocar porque el gatillo está modificado para que pueda accionarse a mayor distancia sin acercar la cabeza al animal y así eliminar riesgos”.
El invento sigue en el cajón, porque “queremos rebajar el precio de salida”. Pero al poco de aquello vinieron ropas y complementos. Arrancó Gobak: dos tipos de arneses más blandos y resistentes, tres modelos de chubasqueros súper cómodos que reducen el estrés del animal y favorecen su movimiento, y una cama que disminuye los residuos. Productos sostenibles, que duran y el cliente se puede permitir en tiempos precarios. Tentador.
“Este es un mercado en el que las fabricaciones están hechas a miles de kilómetros. Nosotros compramos los materiales en el País Vasco, investigamos mucho…”, subraya Corcuera. Desde su origen, Gobak se ha regido por el respeto más absoluto al medio ambiente, evitando cualquier derivado del petróleo. Y también, “cuidando al máximo la relación calidad-precio”.
El fundador de Gobak sabe que la sostenibilidad entra sobre todo por la cartera. “Se valora que el material sea de aquí, pero para vender necesitas buenos precios”, asiente. Además, no es de esas personas que busca hacer negocio a toda costa. La crisis sanitaria complicó los inicios y todavía son momentos “difíciles”, pero lo suyo es pasión. Y no se arrepiente ni se rinde ni se conforma. “En absoluto. Es duro y también divertido”, apuntilla.
En estos tres primeros años ha continuado testeando fallos, corrigiendo, mejorando… Con constancia, los productos han llegado a tiendas de Euskadi, Navarra, Burgos y Cantabria. También vende a través de la página www.gobak.shop. Y ya hay artículo estrella: el chubasquero modelo cantábrico, que “está funcionando muy bien”. Ahora, la idea es aprender de la trayectoria vivida, consolidar lo que ya existe y seguir innovando: entre manos tiene unas camas que prometen. “Será entonces, con esos nuevos productos, cuando plantearemos el salto al mercado europeo”, aclara el fundador de Gobak.
Conversar con Corcuera es poner los pies en el suelo y dibujar el emprendimiento como lo que es: “una carrera de tiempo, en la que hay que tener en cuenta muchos desafíos y la capacidad de continuar creando para tocar la tecla”. Dice el refrán que “quien la sigue, la consigue”. Corcuera, mano a mano con su compañera de vida, está ‘emperrado’ en continuar.