En el mes de octubre se cumplen diez años de la caída de Fagor Electrodomésticos, la empresa más importante del Grupo Fagor. Una compañía referente, con más de 60 años de historia y cuyos electrodomésticos estaban presentes en la mayoría de los hogares españoles. Muchos recordarán el eslogan de un mítico anuncio de Fagor en el que alguien preguntaba "Qué dices" y le respondían "Que te fagorices". Tal fue su repercusión, que se popularizó entre la población durante los años 70 y 80 y muchos lo usaban como expresión en su día a día. Al cumplir 30 años, en 1986, Fagor era el fabricante europeo con la gama más amplia de productos para el hogar, productos que destacaban por incorporar innovaciones tecnológicas exclusivas.
Emblema del cooperativismo
Con algo más de 5.600 empleados en total y 2.000 en Euskadi, llegó a ser, junto a Eroski, el símbolo del cooperativismo. Desde su nacimiento fue en ascenso hasta colocarse como una de las compañías referentes en fabricación de electrodomésticos.
Es en 2013 cuando comenzaron los problemas y, de hecho, la situación de Fagor recordaba a la que, desde la crisis inmobiliaria de 2008, vivió Eroski, que llegó a acumular una deuda de más de 3.000 millones de euros. Se trataba de dos gigantes del cooperativismo que veían peligrar su supervivencia. A Fagor le ocurrió algo similar, comenzó a crecer, pero con la crisis, se dejaron de construir y comprar casas, por lo que la compra de electrodomésticos también descendió. Mientras que Eroski consiguió sobrevivir a base de recortes y otras medidas, Fagor no lo hizo y quebró por falta de liquidez con una deuda de 800 millones, de modo que, finalmente, se vieron obligados a solicitar el concurso de acreedores en noviembre de 2013.
En 2014, la empresa Cata —del grupo catalán CNA—, logró hacerse con todos los activos productivos de la concursada Fagor Electrodomésticos, que incluía la compra de todas las fábricas de Fagor y Edesa. Mondragón tenía en el País Vasco 2.000 trabajadores, pero no todos ellos eran cooperativistas. Una parte minoritaria, como los empleados de Edesa (Basauri) y Geyser (Gipuzkoa), eran asalariados. En este punto, el propio Gobierno vasco se preguntaba qué iba a pasar con esos 2.000 trabajadores y Mondragón aseguró que los recolocaría en otras empresas del grupo como Orona, Ulma o Eroski. Finalmente, la mayoría fueron reubicados en Eroski, pero tanto Geyser como Edesa cerraron ya que no entraron dentro del plan de rehabilitación de CNA.
Con el paso del tiempo, el plan de CNA no terminó de despegar y acabó fracasando. Desde el principio, su plan generó dudas y en sus inicios presentaron una serie de cifras que no consiguieron cumplir con el paso de los años. El grupo catalán había estimado que el punto de equilibrio de su participada vasca estaba situado en una facturación anual de 300 millones, un volumen de negocio que nunca se consiguió, de modo que, fallaron en su intento de recuperar Fagor Electrodomésticos.
¿Y la marca?
Desde el principio, CNA puso una condición sobre la mesa: tener la propiedad de la marca. Algo a lo que la Corporación Mondragón se negó, por lo que comenzó un largo proceso judicial entre Mondragón y los catalanes por la marca.
Tras años convulsos, en 2019 entró en juego la empresa polaca Amica—fabricante de referencia en Europa, con más de 80 años de experiencia y más de 2.000 productos comercializados en 60 países—, con la que Mondragón llegó a un acuerdo para que la polaca tuviera derecho a utilizar la marca Fagor en el sector de electrodomésticos de línea blanca, una forma de crecer y tener más presencia en España. Según el contrato, Amica tiene exclusividad para utilizar el distintivo Fagor en grandes electrodomésticos y la duración del acuerdo es de 15 años, prorrogables otros 15 si la compañía logra con esa marca una facturación de, al menos, 35 millones de euros. Los nuevos electrodomésticos de gama blanca bajo la marca Fagor comenzaron a comercializarse en España en el primer trimestre del 2020.
Después de todo este proceso, podría decirse que este es el último vestigio que queda de Fagor Electrodomésticos y, aunque el gigante cooperativo cayó y la mayoría de sus trabajadores fueron a parar a Eroski, la marca persiste hoy en día.