El empresario vasco Andrés Sendagorta ha querido inaugurar hoy el XXVI Congreso Nacional de la Empresa Familiar, que reunirá hoy y mañana, en el Palacio Euskalduna de Bilbao, a más de 500 empresarios familiares procedentes de toda España. Tras el discurso pronunciado por el rey, Felipe VI, el presidente de la ingeniería Sener y del Instituto de la Empresa Familiar, organizadora del evento, ha querido expresar el "especial significado" de esta cita.
"En primer lugar -ha destacado-, porque lo celebramos en esta tierra, que supone tanto para mí y para mi familia. De aquí han salido marinos y navegantes que fueron auténticos pioneros, como también lo fueron los empresarios audaces que vieron en el comercio internacional una gran oportunidad. Todos ellos han contribuido, con su esfuerzo y valentía, a llevar el nombre de España por todo el mundo".
Y en segundo lugar, porque en esta edición, el congreso lleva por lema 'La fuerza de las Personas' y, "en mi forma de entender la vida, quizás heredada de mis padres, las personas son el verdadero motor y la clave de éxito de tantas empresas familiares a lo largo de los años", ha expresado en tono de agradecimiento.
En su discurso, Sendagorta ha hecho referencia al desempleo como "el principal desequilibrio de la economía española". En su opinión, "las subvenciones pueden ser un remedio temporal necesario, el instrumento que sirve para salvar una situación puntual de necesidad, pero solo el trabajo desarrollado por personas con la formación precisa representa una verdadera solución sostenible".
Por eso, ha demandado la necesidad de "incorporar a más ciudadanos a la vida laboral activa, integrarlos en el ciclo virtuoso del empleo de calidad, del empleo productivo privado, que es el que genera más riqueza para distribuir y cubrir las necesidades públicas, y no del que sólo sirve para maquillar las estadísticas".
Para ello, "es preciso incentivar el empleo, y gravarlo no parece la mejor manera de conseguirlo. En todo caso, no perdamos nunca del radar, la productividad, factor clave para mantener nuestra capacidad de competir. Revisemos la fiscalidad para conseguir, entre todos, que el salario neto que llega al bolsillo de los trabajadores esté lo más cerca posible del coste bruto que asumen las empresas. Y revisemos también los salarios, sin más límite que mantener el listón de la competitividad, esencial para la continuidad de nuestras empresas".
Protección de la empresa familiar
Según el presidente del IEF, el Instituto de la Empresa Familiar, conformado por cien socios y que agrupa a 1.865 miembros repartidos en sus 18 asociaciones territoriales, las empresas familiares han demostrado "un cuidado diferencial de sus trabajadores, una visión a largo plazo, una gran prudencia en lo financiero y un especial arraigo a la tierra". Unas cualidades, que, en su opinión, "son razones más que suficientes para impulsar las empresas familiares en beneficio de todos".
En ese sentido, Sendagorta ha querido subrayar que "sin el trabajo y esfuerzo de generaciones, nuestras empresas no serían lo que son y, desde luego, la prosperidad y bienestar de los españoles sería bien distinta. Ese legítimo orgullo que tenemos las familias empresarias por la labor realizada debe ser compartido por la sociedad y, concretamente, por nuestros gobernantes".
"El éxito que las empresas familiares españolas cosechan en el mundo, en los sectores más diversos, es un ejemplo más de lo que somos capaces de hacer, como país y como sociedad, cuando desplegamos todo nuestro potencial y no nos distraemos con desavenencias fratricidas de mirada corta y egoísta", ha resaltado. Pero este logro, ha asegurado, "no es fruto del azar, ni de un milagroso decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado. Es el fruto del esfuerzo y trabajo de accionistas, directivos, trabajadores y proveedores que, como equipo, comparten un objetivo común".
Al igual que ya hizo el año pasado en la cita celebrada en Cáceres, el presidente del IEF ha querido insistir en un mensaje de estabilidad y unión política en beneficio del tejido empresarial. "Evitemos la polarización y apostemos por la moderación y el diálogo, para que nos permitan construir un marco de relaciones estables que proyecten nuestro país y nuestras empresas hacia un futuro a largo plazo".
"Es vital recuperar y reforzar el sentido de la institucionalidad. Es tarea de todos hacer más fuertes todas las instituciones que nos representan y nos vertebran como sociedad.
El marco constitucional, que nos ha dado decenios de estabilidad y prosperidad, es el que define la actuación del Instituto de la Empresa Familiar. Dentro de ese marco, queremos colaborar con todos, sin excepción, y ponernos al servicio de la prosperidad común", ha remarcado.
Los retos de las empresas familiares
A la inflación, el descendente índice de natalidad o las difíciles circunstancias geopolíticas, el presidente del IEF ha querido señalar las personas, la formación, la conciliación del trabajo con la vida familiar y la comunicación como los cuatro desafíos que afectan específicamente a los empresarios familiares.
Con respecto a las personas, ha aludido directamente a la dificultad para disponer de personas para incorporar a sus empresas. "Nos faltan ingenieros e informáticos, pero también personas que trabajen en el mundo de la hostelería o el mundo industrial", ha detallado. "El reto por atraer y retener en nuestras empresas a personas con talento se ha convertido en una prioridad de primera magnitud, reto que debemos convertir en una gran oportunidad", ha advertido. "Por justicia, pero también por pura supervivencia, debemos hacer el mejor de los esfuerzos para procurar la adaptación y la adecuación de las capacidades de nuestras personas a las nuevas exigencias del mercado y de la sociedad", ha señalado.
"No tendría perdón que no supiésemos potenciar y desplegar elementos esenciales que nos caracterizan, como la cercanía y el compromiso con las personas, para lograr atraer a nuestras empresas a personas que nos hagan marcar la diferencia en un escenario cada vez más competitivo. Tampoco tendría perdón si perdiéramos ese factor de ventaja por desavenencias o conflictos familiares mal resueltos en la empresa, conflictos que son la mejor manera de restar atractivo a nuestras empresas", ha advertido. Uno de esos incentivos, precisamente, es fomentar la conciliación de los trabajores, el tercer reto que ha marcado el presidente del IEF.
Formación transversal y educación en valores
La formación, que Sendagorta ha posicionado como segundo reto, su objetivo de excelencia "está totalmente condicionado por el talento de las personas que atraemos a nuestras empresas y a su continuo proceso de formación". En este sentido ha aludido a directamente a las autoridades ante "la necesidad acuciante de mejorar drásticamente nuestro sistema educativo", de tal manera que los jóvenes que salgan de las universidades y centros educativos tengan la formación que precisan para cubrir los nuevos puestos de trabajo que necesitan las empresas.
"Tengo la impresión de que se destina más tiempo en nuestro debate público a subrayar rasgos ideológicos que a apuntalar los objetivos reales que deberían perseguir nuestros programas educativos", ha lamentado. Por ello ha solicitado "una apuesta educativa transversal y a largo plazo, no sólo "orientada a cubrir las necesidades reales que demandan las empresas", sino también a "algo más profundo, como es una educación en valores".
Comunicar su "impacto social transformador"
Y por último, Sendagorta ha hecho referencia a la comunicación como cuarto reto para las empresas familiares. "Creo que ha llegado la hora de comunicar mejor a la sociedad el propósito empresarial que inspira a cada una de nuestras compañías. Es preciso que integremos en nuestro modelo de negocio y mensaje a la sociedad, nuestro propósito. Que mostremos con orgullo y humildad todo lo que hacemos para contribuir a mejorar nuestro entorno, nuestros pueblos, nuestras ciudades, nuestro país y todos aquellos lugares en los que desarrollamos nuestra actividad. En definitiva, nuestra aportación para construir una sociedad mejor, más inclusiva y más justa", ha destacado.
"Debemos ser mucho más activos en comunicar lo que de verdad somos, para contrarrestar el empeño de otros en transmitir lo que no somos", ha proseguido. "Tanto la generación de nuestros padres, como la nuestra, nos hemos guiado por un meritorio afán de discreción, de no jactarnos nunca de las actuaciones que realizamos en beneficio de nuestras comunidades", pero "comunicar el impacto social transformador de lo que hacemos y por qué lo hacemos representa una exigencia para que nuestros conciudadanos sepan valorar nuestra esencial función social como agentes creadores de prosperidad", ha concluido.