En la localidad alavesa de Oleta hay unas cuantas vacas locas. Locas por el café. Durante mes y medio, 150 cabezas de la mayor explotación ganadera de vacuno de Euskadi han estado tomando un pienso enriquecido con posos de la popular bebida. Y el experimento ha sido un éxito. En todos los sentidos. Triunfo productivo, porque de darse cambios en la cantidad y calidad de la leche ha sido en positivo; medioambiental, ya que la emisión de metano se ha precipitado un 20%; y económico, pues la nueva dieta disminuye costes.

Detrás de este proyecto revolucionario hay seis organizaciones vascas y una empresa catalana. A la cabeza, el centro tecnológico Azti, que lleva más de dos décadas trabajando desde Euskadi en la valorización de los productos de la cadena alimentaria con la sostenibilidad por bandera. "Lo que tratamos de hacer es dar una segunda vida a eso que antiguamente se llamaba residuo alimentario, y ahora subproducto. Por eso nos fijamos en los posos de café", arranca David San Martín, investigador de la entidad.

Pienso/AZTI

En Europa solo hay un cafetal, y está en el valle canario de Agaete, pero todo lo que no produce lo consume. Cada año 2,67 millones de toneladas. Una cantidad tremenda que se traduce en 10 kilos de residuos entre posos y cápsulas utilizadas. Son desechos con propiedades nutricionales contrastadas, pero pocas veces tienen final feliz. La gran mayoría acaba en vertederos o incineradoras, causando un impacto nefasto en el entorno y la atmósfera.

Eso por un lado. Por otro, está el desafiante marco en el que se mueven los ganaderos. La elaboración de piensos depende a manos llenas de los cereales, la harina de soja y de pescado. Ingredientes expuestos a un mercado "que oscila mucho y donde hay bastante especulación". Se ha visto ahora con la guerra de Ucrania, por no hablar de las ciclotímicas importaciones de Latinoamérica.

Ovejas/AZTI

Alternativas

El sector necesita alternativas, y Azti tenía claro que los posos de café "son una fuente de fibra y grasa" indiscutible. Muy nutritivos y con componentes moleculares como la cafeína o los polefinoles, que poseen propiedades antioxidantes "y aportan un valor extra a la leche". Por eso nació Ecoffeed. El centro tecnológico vasco vislumbró las oportunidades de "crear una nueva materia prima más sostenible para el ganado lechero incorporando a la dieta los posos recuperados del sector Horeca (Hoteles, Restaurantes, Cafeterías), a la vez que minimizábamos el impacto de los residuos orgánicos en el medio ambiente".

Desde esa convicción, empezó a liar a todos los eslabones de la cadena. Un cómplice necesario fue Ecogras, que se dedica a la recogida de aceite usado en los establecimientos hosteleros. También tenía inquietud por el devenir de los posos de café, y se prestó a incorporar la recolección de estos residuos en su ruta logística. Lo mismo pasó con Euskovazza, empresa que provee café a través de máquinas vending y andaba embarcada en proyectos sostenibles.

Una máquina de café

Neiker, UAGA y Behi Alde

Cubiertas las necesidades de recogida y distribución, Azti llamó a la puerta de Neiker, Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario. Sus ovejas serían el rebaño experimental. También se sumó UAGA, la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava. Y Behi Alde, la explotación de Oleta. Si la prueba con 150 vacas saliera bien, el futuro pintaría aún mejor. Hablamos de una empresa con mil cabezas de ganado que produce de más de cinco millones de litros de leche al año.

Había recolectores, distribuidores y ganado. Solo se necesitaba un aliado para el procesado del nuevo ingrediente. "Necesitábamos estabilizar el producto mediante su deshidratación para reducir la humedad por debajo del 10%, para así detener los procesos de degradación, que no crezcan hongos ni microorganismos y que sea seguro", explica el investigador. El apoyo vino de la empresa catalana (Riera Nadeu se llama) con su tecnología Flash Dryer.

Toda esta historia de apoyos e investigaciones ha durado más de tres años. Antes de involucrar a tanta gente, Azti ya había realizado "pequeñas pruebas para asegurarnos de que podíamos ponernos en marcha". Con el optimismo que dieron aquellos primeros datos, arrancó el proyecto experimental. Era septiembre de 2020. Ahora, en diciembre de 2023, tras 30 toneladas de pienso utilizadas, la investigación puede darse por concluida. Solo la investigación.

El objetivo de Azti es, lógicamente, "salir al mercado". La parte menos bonita del proyecto, pero igual de necesaria. Contactos con inversores y administraciones públicas, análisis de sensibilidad económica… "Dar el salto no tiene nada de fácil, pero la acogida está siendo bastante positiva, tenemos esperanza", asegura San Martín. Quienes descubren el proyecto saben, sin paños calientes, que es la leche.