El Puerto de Bilbao va a cerrar 2023 con un tímido repunte de los tráficos, lo que de por sí puede considerarse una buena noticia teniendo en cuenta los retrocesos de los principales puertos españoles. El crecimiento del 2% hasta noviembre, en línea con la dinámica de todo el año, se sostiene principalmente sobre la actividad de sus dos grandes núcleos energéticos, Petronor y Bahía Bizkaia Gas (BBG), con la mercancía convencional a la baja, en especial la que llega vía contenedor.
La balanza sigue así inclinándose hacia el mundo de la energía, una tendencia que en parte encaja con la política del equipo que encabeza Ricardo Barkala de convertir Bilbao en un ecosistema con etiqueta verde, bajas emisiones y base para las renovables, pero a la vez la pérdida de mercancía general tiene riesgos. El puerto vizcaíno, que multiplica por diez los volúmenes de tráfico de Pasaia, es el de mayor relevancia de la cornisa atlántico-cantábrica dentro de la red de Puertos del Estado y, como 'capital', ejerce también un efecto tractor sobre toda la zona.
El propio Barkala ha abanderado públicamente la cruzada del eje cantábrico por ganar influencia y mejorar conexiones con el corazón de la península y con Europa para acortar la brecha con los puertos mediterráneos. Desde luego los números que se están anotando en Bilbao a nivel de contenedores o carga rodada (ro-ro) respaldan la necesidad de dar un impulso a las dársenas del norte, aunque la caída de tráficos va más allá: Barcelona y Valencia también van a cerrar 2023 en negativo mientras que Algeciras apunta a salvar el año al menos en el apartado de contenedor.
La mayor llegada de granel líquido a Bilbao, principalmente gas, siendo muy relevante tiene que ver con la delicada situación energética agravada entre otros factores por el conflicto entre Ucrania y Rusia. Puede decirse que hay un componente coyuntural en esa progresión. Las relaciones comerciales a nivel de contenedor o ro-ro, en cambio, son menos cíclicas y además aportan un mayor valor añadido al ecosistema portuario. En concreto las toneladas que se han movido en contenedor hasta noviembre bajan un 4,2% y el ro-ro algo más de un 6%.
Casi como en 2018
El tráfico global del puerto se reparte, a grandes rasgos, entre los productos líquidos, la mercancía general (principalmente contenedores) y en menor medida el granel sólido. El avance de los primeros (un 3,7% hasta noviembre) sitúa el movimiento de estas mercancías en el umbral de los 20 millones de toneladas, prácticamente al mismo nivel que el máximo de 2018.
Con el volumen total de tráficos aun por debajo del récord, que fueron los 35,6 millones de toneladas de ese año (luego vino el brexit y, poco después, la pandemia), los otros dos grandes segmentos del tráfico manejan cifras aun muy por debajo de las de entonces. El granel sólido, por ejemplo (cereales, minerales...) llegó a rozar los 5 millones de toneladas en 2018 y en 2023 no van a llegar a 4 millones, mientras que la mercancía general va a quedar también lejos de ese techo por encima de 10 millones de toneladas. Los diferentes ritmos dejan así ya prácticamente dos tercios del tráfico total de Bilbao en manos de los graneles líquidos.
Crecimiento de Pasaia
El Puerto de Pasaia sí va a cerrar un ejercicio claramente al alza (acumula un crecimiento de casi el 7% sin contar diciembre) aunque sin alcanzar la cota de los 4 millones de toneladas, una cifra lograda por última vez en 2010. Tras la bajada de 2022 la instalación portuaria guipuzcoana repunta de nuevo gracias al granel sólido enfocado principalmente a alimentación y construcción y por el aumento del tráfico de vehículos, uno de los pilares del segundo puerto de Euskadi.
En cuanto a algunos de los principales competidores de la cornisa cantábrica, el puerto de Gijón cerrará 2023 en un nivel de crecimiento similar al de Bilbao, aunque con la mitad de toneladas en volumen total, mientras que Santander, mucho más lejos en cifras de tráfico, repunta un 9% hasta noviembre.