Hace ya tres meses que se supo que un grupo húngaro estaba detrás de Talgo. En este tiempo no solo la operación no se ha confirmado sino que en los últimos días la sensación es que el fabricante de trenes con planta en Rivabellosa está un poco más lejos de Hungría por las dudas que genera el posible comprador.
Magyar Vagon confirmaba hace una semana que está interesado en lanzar una OPA por Talgo, pero a la vez reconocía que tiene problemas asociados a la financiación de la operación, por lo que dejaba en el aire la misma. El anuncio rebajaba las expectativas sobre la posible compra y cortaba la remontada en la valoración bursátil del fabricante ferroviario de origen vasco, ahora con sede en Madrid y unos 3.000 trabajadores en total (unos 700 en la factoría alavesa).
En estos momentos la compra está paralizada, aunque ni mucho menos puede descartarse que reciba luz verde próximamente. El Gobierno húngaro que encabeza Viktor Orbán (Magyar Vagon está liderada por un exasesor del propio Orbán) ha avalado públicamente la operación, que superaría los 600 millones de euros. El ministro de Asuntos Exteriores Peter Szijjártó se habría mostrado muy interesado en su cita con su homólogo español José Manuel Albares en que el Gobierno de Pedro Sánchez ayude al desembarco de Magyar Vagon.
Si el controvertido perfil político de Orbán ya genera dudas en Madrid, más recelos despiertan aun sus buenas relaciones con Moscú. Y es que además parte de la compra de Talgo se sostendría en el fondo del Estado húngaro Corvinus, que en su día respaldó a uno de los grandes bancos rusos pese a las sanciones de la Unión Europea. Cuantos más detalles se conocen del consorcio interesado en Talgo, más da la sensación de que la firma de Carlos de Palacio se aleja de Budapest.
Trilantic quiere vender
¿Le interesa a Talgo asumir la bandera húngara? Más allá del 'doping' que ha recibido la acción desde noviembre por las opciones de OPA, la histórica compañía que fundaron Alejandro Goicoechea y José Luis de Oriol venía arrastrando una serie de problemas y su valor en Bolsa se había hundido a menos de la mitad desde la pandemia. Desde su debut bursátil y hasta que salió a la palestra la vía húngara, su acción había caído cerca de un 70%.
Uno de los grandes frentes abiertos ahora es que el fabricante de trenes de alta velocidad no puede abarcar toda la cartera que tiene entre manos. En España se enfrenta a sanciones por parte de Renfe por los retrasos acumulados en las entregas de las unidades Avril, mientras que en Alemania compite por seguir ampliando los negocios con el operador del país Deutsche Bahn, con el que ya ha firmado el mayor pedido de su historia (inicialmente 23 unidades y el año pasado otras 56). También ha cerrado nuevos acuerdos para Dinamarca (DSB) y a mediados del año pasado completaba la entrega de un pedido en Egipto.
Dicho de otra forma, Talgo no da abasto. Hungría traería en ese sentido músculo para poder cumplir con esas entregas pendientes y, además, abriría puertas en los prometedores mercados de Europa del este. Su principal accionista, el fondo Trilantic, lleva además tiempo queriendo salir de la compañía (controla el 40% a través del fondo Pegaso, compartido con directivos) en la que entró en 2006.