Como en el caso de las fábricas de Celsa, otra gran factoría en Euskadi inicia el viaje para acabar completamente en manos extranjeras. El histórico fabricante de trenes Talgo, con raíces vascas y que aun conserva una parte de su accionariado en España, podría ser absorbido al 100% por el consorcio húngaro Ganz-Mavag que encabeza Magyar Vagon a pesar del rechazo del Gobierno de Pedro Sánchez a la operación.
Para ello el primer paso ha sido la concreción de la OPA anunciada hace unos meses ya desde Hungría y que, tal y como recoge la CNMV, se acaba de confirmar. A partir de ahí habrá que ver hasta qué punto el gabinete de Sánchez trata de paralizar la operación. Este mismo miércoles el ministro de Transportes Óscar Puente mostraba abiertamente su rechazo a la operación, si bien las dudas respecto al grupo húngaro vienen de atrás principalmente por las conexiones del entramado empresarial con Moscú.
Los motivos principales que llevan a recelar a Madrid son, básicamente, la dudosa procedencia de la financiación para lanzar la oferta de compra (se ha vinculado al fondo público húngaro Corvinus, que junto a Magyar Vagon integra el consorcio Ganz-MaVag, con operaciones económicas de respaldo a bancos y empresas rusas) así como la proximidad al posible nuevo comprador de un gobierno del perfil del de Viktor Orban. En ese sentido, además del papel del fondo Corvinus, están los lazos de Andras Tombor, propietario de Magyar Vagon, con el propio Orban.
Escudo 'antiopas'
Hace tiempo que el principal accionista actual de Talgo, el fondo norteamericano Trilantic, quiere abandonar la compañía. Aunque ya una parte del accionariado está en manos extranjeras, Talgo conserva un nexo claro a nivel de capital en España, sin ir más lejos dentro de la propia familia Oriol (su presidente es Carlos de Palacio Oriol, nieto de uno de los fundadores).
Pese a contar con pedidos sobre la mesa, el fabricante del tren ideado en su día por Alejandro Goicoechea y José Luis Oriol se arrastraba a nivel bursátil (hasta que emergió la vía húngara) y acumulaba además problemas y retrasos en las entregas de los contratos con Renfe.
A partir de aquí habrá que ver si el Gobierno español se decide o no a ir hasta el final para evitar la compra a través del escudo 'antiopas'. En el primer gran viaje de una empresa española hacia manos extranjeras, el caso Celsa, se barajó esta posibilidad pero finalmente el Gobierno de Sánchez se dio por conforme con una serie de compromisos por parte de los fondos de inversión respecto a la continuidad de la sede, la actividad y el empleo.
Mantener sede y empleo
Ahora, como en el caso de Celsa, los trabajadores de Talgo en Euskadi, los 700 de la factoría alavesa de Rivabellosa, contienen la respiración a la espera de conocer el desenlace del choque casi diplomático y saber cuáles son los planes de Hungría para la planta. Aunque las OPA siempre pueden traer cambios, la buena noticia es que la fábrica alavesa tiene a priori más que asegurada la carga de trabajo para los próximos años a raíz de la ampliación del acuerdo con Deutsche Bahn el año pasado.
En ese sentido, desde Talgo se ha enviado a los medios una breve nota en la que se indica que se estudiará en profundidad la oferta en base a cuatro criterios: preservar el empleo y la capacidad industrial en España, mantener la sede y la dirección de Talgo en el país, conservar las patentes y conseguir "la mejor opción para todos los accionistas y otros grupos de interés".