A mediados del siglo XIX Bilbao tenía 18.000 habitantes. En la calle de La Estufa (ahora Viuda de Epalza) de aquella villa, de marcado espíritu comercial y a las puertas de liderar una revolución industrial, tiene sus orígenes el actual BBVA, que puede alargar su nombre si finalmente prosperan los intentos de absorber el Sabadell.

El viejo Banco de Bilbao, cuyas dos iniciales permanecen en la marca, pudo haberse llamado Banco Bascongado, como relata el periodista Lartaun de Azumendi en el capítulo sobre la historia de la entidad publicado en su web. Sus impulsores, entre los que estaban las principales familias de industriales, acabaron tachando esta última denominación de los documentos enviados a las autoridades quedándose con el nombre de la villa como referencia. La anécdota dice mucho sobre la vocación y el alcance que se quiso otorgar desde el principio a una palanca clave en el desarrollo posterior de la economía vizcaína pero también, por extensión, de Euskadi.

Con nacimiento oficial vía real decreto un día de 1857, el Banco de Bilbao dio sus primeros pasos pegado a la incipiente actividad empresarial de la zona, que iba consolidando algunos de los negocios que luego quedaron como emblemas de la villa y del territorio: el hierro, las navieras o el ecosistema en torno al puerto. No deja de ser curioso que el que ha sido su rival en el sector financiero español en los últimos años, el Santander (descontando la reciente irrupción de Caixabank por la absorción de Bankia), se fundara ese mismo año, 1857, a apenas cien kilómetros de distancia.

Queda poco, para lo bueno y para lo malo, de aquella Bizkaia gris que unas décadas más tarde alumbraría a los Altos Hornos. Ahora que se hace una lectura más o menos común sobre la necesidad que tiene Euskadi de dotarse de músculo financiero para sostener algunos de sus puntales empresariales, es inevitable echar la vista atrás y recordar la fortaleza que alcanzaron entonces actores locales como el Banco de Bilbao.

El rascacielos del BBVA en el centro de Bilbao, reconvertido en Torre Bizkaia. / Bilbao Ekintza

Banco de Vizcaya

Hoy en día BBVA es un gigante con el negocio repartido por todo el mundo (México y Turquía son dos de sus grandes mercados más allá de España) culminación de una aventura en el extranjero que comenzó al principio del siglo XX con una primera oficina en París antes incluso de poder desembarcar en otras ciudades más próximas.

A comienzos de la década de 1900 arrancaba su andadura por otro lado el Banco de Vizcaya, el que casi un siglo más tarde se convertiría en socio del Bilbao, casi a la vez que otras nuevas entidades como el Guipuzcoano, en San Sebastián (que podría acabar ahora dentro de BBVA vía Sabadell), o el Banco de Vitoria. Con vocación plenamente industrial y muy ligado sobre todo al negocio de la electricidad, el Vizcaya creció con rapidez (apenas un par de años después de su fundación ya absorbe el Banco Vascongado) para dar el salto a Madrid, Barcelona, Valencia y San Sebastián hacia 1920, siendo una de las referencias del sector durante el franquismo.

Una de las entradas de la sede de BBVA en Madrid

A finales de los años 80 del pasado siglo, con un panorama económico, político y cultural completamente distinto al de sus orígenes, el Bilbao, fracasados sus intentos de absorber Banesto, y el Vizcaya se unen para dar lugar al Banco Bilbao Vizcaya, con siglas BBV. Diez años más tarde se añadiría esa última 'A' con la integración de Argentaria, una entidad de semilla pública impulsada durante los gobiernos de Felipe González.

El BBVA vuelve a ir formalmente a por el Sabadell tras no lograr la unión hace unos años. Desde luego si las negociaciones prosperan parece poco probable que desde el flanco catalán vayan a conformarse con añadir una letra a la marca del nuevo gigante financiero.

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