Han pasado más de ocho años desde que el Gobierno vasco comunicara al Ayuntamiento de Zumárraga el cierre de la planta de ArcelorMittal, una noticia que supuso un antes y un después en el municipio guipuzcoano, que vio reducido su presupuesto anual y cientos de trabajadores se vieron en la complicada tesitura de abandonar el pueblo para emprender una nueva etapa en el mundo laboral. Desde entonces, los más de 100.000 metros cuadrados de la antigua fábrica no muestran actividad diaria. En el año 2021, Sprilur compró por 7 millones de euros los terrenos de la multinacional del acero, un movimiento que despertó el interés de varias empresas que buscaban hacerse con alguna parcela, pero que, por una razón u otro, no fructificó.
Lo último que se conoce, es que una nueva empresa farmacéutica (son varias las que ya mostraron su interés anteriormente) querría adquirir una parte del inmenso terreno de Arcelor para implantar su negocio. La tarea, como ha pasado en ocasiones anteriores, no es nada sencilla, puesto que antes se deben regenerar el suelo de dichas parcelas, ocupadas durante tantas décadas y que han soportado actividades potencialmente contaminantes por la actividad de fundición desarrollada desde el año 1945 por Esteban Orbegozo. Desde principios de año, la Unidad de Medio Ambiente de Ondoan está participando activamente en la regeneración de los terrenos junto con Krean, perteneciente al Grupo Mondragón.
Desde principios de año, Ondoan está participando activamente en la regeneración de los terrenos junto con Krean, de Grupo Mondragón
Sin la regeneración mencionada, todo es más lento. Cabe recordar que están en la obligación de obtener la Declaración de la Calidad del Suelo de la parcela compatible con el uso industrial previsto. De esta manera, Ondoan, declarada como entidad Acreditada de Suelos, está desarrollando los trabajos necesarios para la obtener la mencionada Declaración conforme a la Ley 4/2015. Hasta entonces, diversas empresas farmacéuticas y de otros sectores han preguntado por los terrenos e incluso el alcalde del municipio, Mikel Serrano, ha mostrado las instalaciones y el interior de la antigua fábrica.
Si bien los acuerdos hasta la fecha no se han sellado por posibles implicaciones medioambientales, las empresas farmacéuticas continúan atentas, entre ellas, una de ámbito nacional que busca expendir su marca en tierras vascas y que está atenta a la situación de los terrenos de ArcelorMittal. Adquiría una pequeña parcela, lo que supondrían más de 10.000 metros cuadrados.
Decenas de proyectos propuestos
Como ya informamos en este medio, Zumárraga ha llegado a rechazar implantar una empresa de armamento, pero el municipio guipuzcoano no está interesado. Desde el Ayuntamiento declararon que "no era nuestro prototipo de posibilitar ese tipo de actividad en Zumárraga". Y, cómo no, Plastic Energy. La negativa por parte de la empresa británica para construir un Polo de Innovación de Economía Circular de Plástico supuso un contratiempo tanto para el alcalde, Mikel Serrano, como para la sociedad pública Sprilur. Éste último es el acuerdo que más cerca ha estado de ser realidad. Aún y todo, el propio alcalde ha aclarado siempre que la decisión de implantar o no una empresa no depende únicamente del Ayuntamiento, sino también "de otros responsables a los que hay que trasladar las propuestas", refiriéndose a Sprilur.
El adiós de ArcelorMittal supuso una pérdida financiera de un 10-12% para el pueblo, es decir, entre 1.200.000 y 1.300.000 euros
Ocho años después del cierre de la planta, y con decenas de proyectos propuestos que se han quedado en el aire, Zumárraga encara la mitad del año 2024 con dos propósitos en mente: por un lado, que continúe hacia adelante el plan de Sprilur, que no es otro que priorizar la rehabilitación y regeneración de los espacios industriales y áreas empresariales en desuso de la zona; y por otro lado, que vuelva "pronto" la actividad a una zona que, hasta el cierre, aportaba mucho al municipio.
Volver a ocupar los más de 100.000 metros cuadrados de los terrenos recuperaría ese vacío financiero que no se ha rellenado desde 2016, ya que el adiós de ArcelorMittal supuso una pérdida financiera de un 10-12% para el pueblo, es decir, entre 1.200.000 y 1.300.000 euros.