Se confirma el portazo del Gobierno de Pedro Sánchez a la tentativa de Magyar Vagon de controlar Talgo. La negativa final consumada en el primer consejo de ministros del curso no es una sorpresa pero sirve para poner fin a un capítulo que abre ahora otro interrogante: ¿quién asumirá las inversiones necesarias para crecer y abordar los pedidos pendientes?
Desde el primer momento tras conocerse la OPA húngara quedó claro el interés de los accionistas en que la compra se concretase. Este mismo martes los minoritarios anunciaban acciones legales contra esa ley antiopas que sirve de percha al Ejecutivo de Sánchez para oponerse a la entrada de Magyar en España. El Gobierno ha emitido de forma oficial una escueta nota en la que se limita a apuntar a razones de "seguridad nacional y orden público" para parar la OPA.
Era sabido que desde Moncloa se iba a hacer todo lo posible por evitar que Talgo cayera en manos húngaras. Los propios trabajadores tenían constancia de esta oposición del gabinete de Sánchez a que la OPA saliera adelante. Así lo habían transmitido recientemente representantes del Ejecutivo a los delegados sindicales de la compañía, sobre la que se dejó claro su condición de proyecto estratégico para el país.
Sí ha sorprendido en cambio la contundencia y sobriedad del anuncio oficial, que para una parte de la plantilla llega en plenas vacaciones. De alguna forma el descarte de Magyar, a la espera de cómo evolucionan las anunciadas acciones legales, despeja una primera incógnita pero no aclara cómo va a afrontar Talgo los retos pendientes a medio y largo plazo.
Una cartera creciente
Y es que el Gobierno dice no a Magyar pero no ofrece una alternativa. Y ha habido contactos para tratar de dar con ese socio que pudiera situar la histórica firma de origen vasco a un nivel superior pero todos ellos han terminado sin resultado. No hay actores interesados y a la vez capacitados para absorber una empresa como Talgo en un sector gobernado a nivel global con mucha ventaja por el gigante chino CRRC (la fusión Alstom-Bombardier pretendía precisamente servir de referencia europea para competir con la dominadora asiática).
Otros jugadores como CAF, con un peso creciente en el tablero internacional pero lejos de los volúmenes de esos gigantes, cuentan con su propia hoja de ruta definida y no han querido entrar en la puja por Talgo. A partir de ahí y sin las prisas que marcaba el proceso legal de la OPA se abre una fase en la que el fabricante con instalaciones productivas centrales en Álava debe dar con una palanca que le permita crecer.
Más allá de las dudas que suscitaba la vía húngara a todos los niveles, está más o menos asumido que continuar como hasta ahora no es una opción. No es solo que la factoría de Rivabellosa tenga asegurada la carga de trabajo hasta final de la década, es que la previsible nueva entrada de pedidos obliga a ampliar instalaciones y plantilla para evitar problemas como los del contrato de los Avril para Renfe. Y eso supone dinero. La incertidumbre en torno a la propiedad no ayuda precisamente ni a la captación de nuevos trabajadores ni al cierre de compromisos con la banca.
Y la necesidad de inversiones contrasta con el interés del accionista mayoritario, con el fondo Trilantic a la cabeza, en vender su parte y dejar la empresa. Hace falta relevo tanto en el frente industrial como en el financiero y ni siquiera el propio Gobierno español ha podido encontrar hasta ahora propuestas convincentes en el panorama internacional.