Instalaciones de Talgo / EP

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Empresas

Una crisis inoportuna en una guerra declarada por el talento

Más allá de protagonizar uno de los culebrones políticos del año, Talgo enfrenta como el resto de industrias dificultades en el día a día como la necesidad urgente de mano de obra

1 septiembre, 2024 05:00

El empeño del Gobierno de Pedro Sánchez por evitar que acabe en la órbita de Viktor Orban es la prueba de que Talgo no es una empresa más. Una reconocida trayectoria y una cartera de pedidos que va a más avalan al buque insignia de la alta velocidad española, que cuenta con 700 operarios en la fábrica vasca de Rivabellosa.

Más allá del ruido mediático que ronda estos días la compañía la vida sigue a pie de fábrica y las necesidades aprietan: falta espacio y mano de obra de forma urgente. La cartera de contratos amarrados ya, superior a 4.000 millones de euros, va a seguir creciendo y el gran problema es poder cumplir con los compromisos cerrados con los clientes.

En la alavesa de Rivabellosa, pata central a nivel productivo junto con la factoría madrileña de Las Matas, algo más pequeña, se trabaja por ejemplo en coches para un pedido para la estatal danesa DSB o para la alemana Deutsche Bahn. Hay hambre de trenes en el mundo, en especial en países en desarrollo, lo que coloca en lugar privilegiado en parrilla de salida al fabricante de origen vasco en los concursos públicos.

Talgo dobló su cartera de pedidos en 2023 y alcanzó su máximo histórico de 4.223 millones

Talgo dobló su cartera de pedidos en 2023 y alcanzó su máximo histórico de 4.223 millones EFE

Una crisis inoportuna

En ese sentido la incertidumbre de estos últimos meses no ha ayudado en esa hoja de ruta industrial de la compañía creada por Goicoechea y Oriol. Las dudas nunca son buena compañía en los negocios y la 'tormenta' en torno a Magyar Vagon no ha favorecido la continuidad de personal eventual o las nuevas llegadas en un contexto de feroz pelea de las firmas industriales por captar profesionales cualificados.

Cerrado el capítulo de Magyar, se abre ahora el interrogante de cómo se logrará músculo económico para activar ese crecimiento necesario, que debe ir acompañado de inversiones tanto en instalaciones como en maquinaria y recursos humanos. La única empresa del sector que ha avanzado algo en las conversaciones con Moncloa es la checa Skoda, pero a estas alturas el futuro de Talgo está en el aire. La plantilla insiste en reclamar al Gobierno central un plan industrial que asegure la viabilidad de todos los pedidos pendientes, pero también es cierto que a los ministerios económicos de Sánchez se les amontona el trabajo: ahí están, además de Talgo, la crisis de Siemens Gamesa o el futuro industrial de Celsa.