La histórica fábrica Vicrila, una de las más antiguas de Euskadi, mantiene el rumbo estable tras asegurar la paz social para los próximos tres años de la mano de un nuevo convenio.
Vicrila, dedicada a la fabricación de vasos y copas de vidrio, vive un momento dulce al haber sabido acoplarse con éxito de nuevo al mercado tras un periodo sumamente crítico en concurso de acreedores entre 2016 y 2018.
Tras varios intentos fallidos, finalmente un grupo de inversores vascos encabezados por las familias Lanzagorta y López Ante, que llegaban de la mano del entonces director Fernando Bermejillo (relevado en 2022 por Pablo Alonso) se hicieron con los activos de la fábrica a través del fondo Mivaricar.
Tras una etapa de ajustes y tras sortear casi 'de milagro' la pandemia de covid y el parón de la hostelería (Vicrila se dedicó esos meses a la fabricación de vasos de nocilla), la compañía de Lamiako ha ganado altura estos últimos años y de hecho ya en 2022 superó la cota simbólica de 50 millones de facturación.
Entendimiento laboral
La buena dinámica del negocio, alimentada también por la falta de competidores directos en el entorno, ayuda al buen clima en lo laboral.
Dirección y comité de empresa, encabezado por CCOO (3 delegados tiene Comisiones, 2 UGT y ELA, 1 AVT y LSB-USO), firmaron el pasado verano un acuerdo hasta el 31 de diciembre de 2027 incluyendo incrementos salariales fijos de entre el 4 y el 5%. En concreto, para este año y el que viene la subida es del 5% mientras que para 2026 se aprueba un 4% y para 2027 un 3,5% pero revisable en medio punto más.
También hay otra serie de mejoras como una reducción de la jornada de ocho horas anuales, algo más amplia para el quinto turno.
El acuerdo garantiza la paz social en un momento clave para la compañía, que anunció el año pasado hasta 10 millones en inversiones hasta 2026 en mejoras tecnológicas para "hacer más competitiva" y eficiente la empresa, incluida una segunda línea de copas.