La sensación que queda tras la dura advertencia de José Antonio Jainaga al grupo de accionistas que encabeza Trilantic este fin se semana, que era también un mensaje para el estamento político de Madrid y Vitoria, es que el desenlace de la negociación por Talgo, en un sentido o en otro, está cerca.
Hacia qué lado va a caer la moneda es una incógnita, aunque a estas alturas está claro que las relaciones entre Sidenor y el principal accionista, el fondo estadounidense Trilantic que estuvo ya en ITP y en Euskaltel, no son fluidas y eso siempre dificulta el entendimiento.
Todo el proceso ha estado condicionado por el precio que puso sobre la mesa Magyar Vagon, 5 euros por acción que situaban el valor total de la compañía en casi 620 millones de euros. Lógicamente la parte vendedora se agarra a esa oferta y, además, cuenta a su favor con el amplio abanico de candidatos que, en mayor o menor medida, estarían dispuestos a comprar (los más recientes, la india Jupiter Wagons y la polaca Pesa).
El ultimátum de Jainaga llega después de que el industrial vasco haya ofrecido pagar en torno a 4 euros por acción por el 30% del fabricante de trenes que tiene Trilantic, según diversas informaciones, más de su precio actual de cotización pero claramente por debajo de lo que ponía sobre la mesa Magyar Vagon.
El límite de Jainaga
En ese tira y afloja, la duda es hasta dónde está dispuesto a llegar el empresario bilbaíno, capaz en su día de liderar la operación para controlar Sidenor tras la salida de Gerdau y con un imperio de medianas empresas en construcción a través de Mirai. A Jainaga se le resiste, con todo, esa gran compra de una firma industrial al máximo nivel que intentó por ejemplo con Celsa antes de 'subirse' a Talgo.
Y, en cierto modo, tiene su lógica que el dueño de Sidenor trate de minimizar el precio del billete para montar en ese tren, a pesar de contar con el aval de políticos y empresarios en Madrid y en Euskadi. Porque Talgo demandará importantes inversiones para aumentar la capacidad productiva y porque el negocio ferroviario, pese a las enormes posibilidades a nivel de pedidos, sigue ofreciendo una rentabilidad baja por los elevados costes.
Esos 4 euros por acción es más de lo que cuesta ahora el título de Talgo (3,44 euros al cierre de la sesión bursátil de este martes) y está por encima también del precio que tenía el fabricante de alta velocidad la jornada anterior a que se hiciera público el interés de Magyar Vagon hace ya más de un año.
Pérdida de valor de cerca de 60 millones
El 15 de noviembre de 2023 la acción estaba a 3,9 euros, cifra que arrastraba ya dos pequeños repuntes tras el anuncio de unos resultados favorables con un fuerte aumento de los ingresos.
Y en la siguiente jornada, el 16 de noviembre, los mercados recibían el 'efecto Magyar Vagon' (esos 5 euros por acción otorgaban un precio total a la compañía por encima de 600 millones) con un subidón de la acción de casi el 12%. A partir de ahí los títulos han trazado una línea con dientes de sierra aunque con una tendencia bajista clara desde el pasado verano tras paralizar el Gobierno la vía húngara.
Si se toma como referencia el día previo a esa primera escalada del 16 de noviembre por la oferta de Magyar Vagon, la valoración de Talgo ha pasado de 484,9 millones de euros a los actuales 426 millones.
Es decir, todo el proceso desde el momento anterior a que la firma próxima a Viktor Orban entrara en escena, pese a que en este año largo se ha demostrado que Talgo despierta interés en el sector, se salda con una pérdida de valor en Bolsa de cerca de 60 millones de euros.
Con todo, la acción sigue ligeramente por encima del mínimo del año (3,32 euros), que se registró este mes de octubre el día anterior a confirmarse el interés de Jainaga.