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Hace unos días se enfriaba la entrada de José Antonio Jainaga en Talgo. El dueño de Sidenor advertía de que el fabricante de trenes no es una prioridad absoluta tratando de forzar un movimiento en los accionistas mayoritarios a las puertas de las navidades.

Porque así son las negociaciones de este tipo operaciones corporativas al máximo nivel en las que se mezclan intereses políticos, valoraciones mediáticas e importantes consecuencias económicas y en el empleo.

Lo cierto es que hace dos meses, cuando salió a la palestra el nombre de Jainaga, parecía que el industrial vasco tenía todo a su favor para cerrar la compra de la mayoría de Talgo antes de las navidades pero, pese a sus grietas aparentes a nivel de negocio, la firma fundada por Goicoechea y Oriol ha despertado interés en el sector y el fondo mayoritario Trilantic no está dispuesto a vender a cualquier precio.

Hay que recordar que el fondo estadounidense estará liberado desde el 1 de enero para vender su parte (el 30%) en solitario sin tener que acordarlo con los otros dos socios de Pegaso, las familias Abelló y Oriol (ambas suman un 10%).

José Antonio Jainaga y Óscar Puente a las puertas de Sidenor. Ministerio de Transportes

Negociación congelada

Pero Jainaga es un hombre curtido en estas situaciones y desde luego está blindado ante todo tipo de presiones, políticas y de calendario. No parece que el órdago del pasado fin de semana sea un farol. El dueño de Sidenor ha fijado un precio (4 euros la acción frente a los 5 que pagaba Magyar Vagon) para acometer la operación y de momento no está dispuesto a subir la oferta.

El empresario bilbaíno es un duro negociador que, como señalaba en su aviso a Trilantic y más allá de aspectos estratégicos, es cierto que no se juega tanto en esta operación. Ya ha realizado tentativas por otras grandes compañías que no han fraguado y, en ese sentido, no tendría problema en dar un paso atrás y olvidarse de Talgo.

Planta de Talgo en Rivabellosa (Álava) / IÑAKI BERASALUCE - EP

Gestión de la compañía

Lo que sí se destaca siempre de Jainaga es su ambición por tener el control del proyecto cuando decide entrar en una compañía. Quiere porciones mayoritarias que le aseguren poder tomar decisiones. "Si pone dinero quiere mandar", resumen en fuentes próximas al empresario.

Este aspecto es relevante cuando se plantean escenarios sobre una posible entrada de Sidenor en Talgo 'con acompañantes' ya que se daría una difícil convivencia con otros socios del sector ferroviario como los que han sonado en las últimas semanas, caso de la polaca Pesa.

Los presidentes de Pesa (izda) y Talgo (dcha), firmando el acuerdo de colaboración el pasado mes de septiembre Talgo

Sí podría engrasar la operación la entrada de socios de perfil financiero que sumen fuerzas en esa aportación económica inicial. Ahí están las antiguas cajas vascas, entre las que sobresale el empeño de Vital, cuyo presidente Jon Urresti se mostraba optimista esta semana en Cadena Ser sobre la posibilidad de que la operación de la mano de Jainaga llegue a buen puerto.

El otro pilar podría ser el Gobierno de Imanol Pradales a través de Finkatuz, siempre que la sede del fabricante de trenes regrese a Euskadi y se compromentan inversiones en suelo vasco, tanto productivas como dirigidas a innovación y mejora del negocio.

Saludo entre el lehendakari, Imanol Pradales, y el secretario general de UGT Euskadi, Raúl Arza / ADRIAN RUIZ HIERRO - EFE

Lo que es evidente es que el apoyo a Jainaga a nivel político y empresarial en Euskadi es total. Desde las cámaras de comercio incluso desde el sindicato UGT que encabeza Raúl Arza se han enviado mensajes de aliento al empresario vasco en la negociación. La propia plantilla de la planta de Rivabellosa declaró en su día que la 'vía vasca' era la preferida.

También es la opción favorita del Gobierno de Pedro Sánchez ya que es el único candidato local dispuesto a asumir los grandes retos de Talgo ante un amplio abanico de potenciales compradores extranjeros.

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