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El conflicto laboral en la histórica Guardian Glass de Llodio llega a su punto álgido este miércoles con el apagado de su horno. Una operación que sindicatos e instituciones han intentado evitar o posponer en los últimos días, pero que sin embargo ha sido inevitable provocando que la planta -con casi 100 años de antigüedad, más de 170 trabajadores y múltiples cambios de dueño- baje su persiana. 

A la espera de saber si este cierre será definitivo o podrían llegar inversores que permitiesen recuperar la actividad industrial en esta mítica fábrica del valle de Ayala, por el momento lo que sí es irrevocable es la salida de la multinacional estadounidense -que también tiene otra planta en Tudela de Navarra- de Euskadi. 

Fue en 1985 cuando Guardian compró la planta de vidrio flotado de Llodio propiedad de la familia Delclaux, anteriormente llamada Vidrieras de Llodio, donde la multinacional estadounidense llegó a rozar los 1.500 empleados. En 2020, esta vendió su división de parabrisas para automóvil, que acabó a manos de un fondo y, posteriormente y pese a las ayudas del Gobierno vasco, bajando la persiana. Un presagio de lo que apenas cinco años después iba a ocurrir con Guardian Glass. 

Y es que, pese a que desde la dirección apuntan a la avería "irreparable" del horno, la parte sindical señala al desmantelamiento de la planta y a la bajada de la producción que habrían experimentado en los últimos años. Una queja ya que poco puede hacer, puesto que la cúpula, a pesar de los intentos de las instituciones y de la parte sindical -que ha llevado el caso al TSJPV sin mucho éxito- lo tiene claro: el horno comenzará a apagarse este mismo miércoles. 

Señales indicativas de la fábrica de la multinacional Guardian Iñaki Berasaluce / Europa Press

Polémica por el apagado

Pese a que la decisión está tomada y es "irrevocable", este apagado y en consecuencia el cierre coinciden con la concentración convocada para este miércoles a las puertas de la fábrica y la huelga indefinida a partir del próximo jueves. Todo ello con el objetivo de evitar que personas externas a ellas entren para proceder al apagado de esta herramienta. 

Según indican fuentes sindicales, este apagado difícilmente se podría llevar a cabo sin ellas, por lo que su intención es no acudir a su puesto de trabajo desde este mismo martes.

El Gobierno vasco ha pedido colaboración a la plantilla para que, al menos, se cumplan los servicios mínimos acordados: "Es imprescindible que los trabajadores de la planta ayuden y colaboren en este proceso de enfriamiento controlado y paulatino. Es la manera de dar una oportunidad a futuras inversiones".

Y es que el objetivo del Ejecutivo es hacer un enfriamiento del horno de manera controlada y con "las más estrictas medidas de seguridad y protocolos de prevención". Todo ello para que este no sufra daños con el objetivo de facilitar "la entrada de nuevos inversores y proyectos industriales que traigan nueva actividad a esta planta".

Para ello, desde Industria ya han anunciado que este miércoles acudirá a la planta un equipo de técnicos con representación del propio departamento y de Osalan. Un equipo cualificado que verificará el estado real del horno, estudiará el plan de enfriamiento controlado y hará un seguimiento de esta operación para que este no sufra daños.