En una coyuntura difícil para el sector del acero por el contexto internacional, Nervacero ha confirmado su intención de prorrogar el ERTE que termina a finales de marzo. Aunque se vislumbra una posible reactivación del mercado en la segunda parte del año, la previsión de producción de la fábrica vizcaína del grupo Celsa es muy similar a la de 2024.
Así las cosas el plan es volver a rondar otro ejercicio con un volumen ligeramente por encima de las 300.000 toneladas de acero, principalmente producto corrugado enfocado a la construcción. Aunque, como han declarado otros grandes jugadores como ArcelorMittal, el sector espera una reactivación de la demanda a medida que avance 2025, a la vez hay ingredientes de incertidumbre como el papel que puede jugar China en los mercados europeos como alternativa a los sobrecargos de Donald Trump en Estados Unidos.
Todo ello mantiene así prácticamente sin cambios las perspectivas de Nervacero, la principal factoría del grupo Celsa en Euskadi con algo más de 300 trabajadores (además Celsa tiene Laminaciones Arregui, en Álava, por debajo del centenar de operarios). El horizonte sigue siendo gris, con una cierta estabilidad en el plano laboral pero poco optimismo en relación al futuro industrial.
Planta de Nervacero en Trapagaran
Inversiones y socio industrial
En ese sentido, se abrió una ventana a una próxima mejora de los niveles de actividad cuando los fondos que se han hecho con la propiedad de Celsa anunciaron una ampliación de capital para invertir 80 millones de euros en relanzar la competitividad, de los que a la planta de Trapagaran le corresponderían unos 10 millones, según los planes esbozados a los sindicatos después del pasado verano.
Se trataría de atacar dos frentes clave para mejorar la capacidad productiva de la planta, que sufre ahora una especie de cuello de botella en el proceso de laminación. Esos 10 millones irían destinados en un principio para la reforma del horno de laminación, así como a una mejora del sistema de emisiones de la acería.
Trabajadores del Grupo Celsa / X
El plan ahora pasa por acometer esas modificaciones el próximo año, según fuentes sindicales, que mantienen su escepticismo sobre la voluntad real de los fondos de plantear un proyecto industrial sostenido en el tiempo.
Hay que recordar que el cambio en la propiedad fue de la mano de un compromiso político con el Gobierno de Pedro Sánchez por el que los fondos se comprometían a incorporar a un socio industrial con un 20% del accionariado, un proceso en torno al que hubo tanteos hace meses pero que sigue sumamente verde, sin firmas candidatas reales a día de hoy sobre la mesa.
A la espera de ese movimiento en la propiedad y de los impulsos en las instalaciones que puedan traer los fondos, Nervacero alargará el actual ERTE que afecta por días principalmente al área de producción de la parte de la acería, unos 60 trabajadores, no así al tren de laminación. El expediente concluye el próximo 31 de marzo y la dirección ya ha avanzado su intención de estirarlo un año más en las actuales condiciones a la espera de comprobar cómo evolucionan el mercado y los pedidos.