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La práctica del vermú es tan importante en toda España durante el fin de semana al mediodía como lo es la tradición de comer unas rabas un domingo en Euskadi. Sin las rabas, los fines de semana vascos no tendrían sentido. No hay quien se atreva a pasear por Bilbao y no caiga en la tentación de degustar unas pequeñas tiras de calamar rebozadas en tempura. Cualquier cartel de 'hay rabas' es una invitación a la fantasía. 

Estas deliciosas tiras de calamar, pulpo o sepia rebozadas en tempura o harina y con un pequeño tintineo de limón, aunque cueste creerlo, son cántabras y se han popularizado con el paso de los años en las barras vascas. Surgieron en el siglo XIX en Santander, según la página web de Hostelería Santander en su artículo Las rabas de Santander: tradición y sabor, cuando se servían sus "predecesoras" en varias tabernas de la ciudad. "Estas no eran sino patas de pulpo curadas y, posteriormente, rebozadas y fritas".

Esta deliciosa combinación de mar y fritura se consigue a través de "una fritura intensa, empleando la cantidad justa de aceite y sin excederse en el tiempo". Ello le otorga a las rabas "una presencia, aspecto y sabor excelentes". El clásico procedimiento que siguen los cántabros desde hace décadas. 

El mejor vermú y rabas por menos de 10 euros 

Las mejores de Cantabria se pueden probar en la Marisquería Alfredo por menos de 10 euros, junto con un vermú, en el precioso pueblo de Castro Urdiales. El foodie Maik & Food no ha dudado en acudir a este lugar para probar sus asombrosas joyas doradas. "Tendrás que callejear por las calles de Castro hasta llegar al mítico Bar Alfredo", comienza en su vídeo de Instagram. El rincón perfecto para disfrutar de los atardeceres o de las mejores vistas al mar.  

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"Allí encontrarás unas escaleritas ideales para tomar el vermú. Mi recomendación es media ración de rabas que vale 5 euros y es que puedes ver cómo pescan y venden en una de las lonjas más famosas de Europa", apunta. Unas rabas que se distinguen por su característico sabor fresco y textura crujiente. Como recomendación, aconseja pedir la milhoja de mantequilla de Torrelavega. 

Este local, que también es una marisquería, ofrece, además, una maravillosa carta basada en raciones (destacan el bacalao al ajillo, los chopitos, las rabas y el pulpo a la gallega), ensaladas, carne, una mariscada sorprendente, pescado y marisco, la otra estrella del bar, como señalan en su página web.

Intentan servir, siempre, "la máxima" calidad, por lo que permiten disfrutar de mariscos frescos del Cantábrico. "Cuando el litoral castreño nos brinda algún producto exclusivo, no dudamos en ofrecérselo". Según la época del año cuentan con bogavante, langosta, nécora, quisquillón, percebe y navajas. 

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"Los pescados los acompañamos de un refrito de ajo y perejil o de una prebe roja típica de la zona, es una segunda opción muy recomendable", añaden. "La mayoría de los días disponemos de rodaballo salvaje, rape negro, lenguado, mojarra y lomo de bacalao. Según época del año, nuestros marineros nos ofrecen: cabra de altura, perlón, lubina, bonito, salmonete, jibión, mojón, dentón… y otros muchos productos de nuestra mar".