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La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad progresiva y devastadora que ataca a las neuronas motoras, dificultando poco a poco el movimiento, la deglución, el habla e incluso la respiración.

En España, entre 4.000 y 4.500 personas conviven con ella, y sólo en Euskadi se diagnostican cada año cerca de medio centenar de nuevos casos, aproximadamente la mitad en Vizcaya. Frente a este horizonte incierto, la ciencia y la tecnología se alían para abrir caminos que permitan prolongar la movilidad, la independencia y la calidad de vida de los pacientes.

Actuar cuanto antes

“El inicio temprano de los tratamientos es esencial”, explica Sara García, responsable de la Unidad de Neurorrehabilitación Robótica del Hospital Quirónsalud Bizkaia. La especialista recuerda que durante las fases iniciales de la enfermedad el sistema nervioso conserva todavía una notable capacidad de adaptación, conocida como plasticidad cerebral.

“Ahí es donde la neurorrehabilitación robótica despliega todo su potencial: a través de ejercicios dosificados y repetitivos estimula esa plasticidad, favorece el aprendizaje motor y contribuye a frenar el deterioro funcional, ralentizando la pérdida de capacidades que la ELA impone de manera inexorable”, explica.

Tecnología que acompaña al movimiento

“La robótica aplicada a la rehabilitación neurológica se ha convertido en una herramienta de enorme valor en enfermedades neurodegenerativas”, señala García. Su impacto se refleja no solo en el mantenimiento de las funciones motoras, sino también en la esfera emocional y cognitiva de quienes la reciben, especialmente si la intervención se inicia pronto.

Uno de los dispositivos más innovadores es el exoesqueleto HANK, dotado con seis articulaciones motorizadas, incluso a nivel del tobillo, lo que genera un patrón de marcha natural y adaptable. “Más allá de la tecnología –añade–, estos dispositivos ofrecen algo aún más valioso: la posibilidad de seguir caminando cuando la enfermedad amenaza con arrebatar esa facultad básica”.

Cuerpo y mente en sintonía

“Gracias a entornos virtuales interactivos, los pacientes realizan tareas que involucran tanto el movimiento como el pensamiento”, indica Sara García. Este entrenamiento dual activa diversas áreas cerebrales, refuerza la reorganización neuronal y ayuda a retrasar el deterioro cognitivo, un aspecto de la ELA menos conocido, pero igualmente relevante, sobre todo en las principales tareas del día a día.

“Para nosotros, no se trata únicamente de prolongar funciones físicas, sino de mantener la esperanza del paciente, y la confianza en sí mismo, para seguir siendo el protagonista de su propia vida, incluso frente a un diagnóstico tan duro”, recalca la especialista en fisioterapia y rehabilitación robótica.

El papel de la motivación y la implicación

“El éxito de la neurorrehabilitación robótica depende en gran medida del compromiso del paciente, y de su entorno a través de sus familiares y/o cuidadores principales”, destaca García. Los expertos insisten en que esta tecnología no sustituye a la fisioterapia tradicional, sino que la complementa y la potencia. Pero su eficacia real se alcanza cuando la persona se implica, cuando siente que su esfuerzo y su participación de una manera activa, puede marcar una diferencia.

En este sentido, la terapia robótica no es solo una herramienta médica, sino “una alianza emocional entre paciente, profesionales y tecnología”. Frente a una enfermedad cuya esperanza media de vida tras el diagnóstico es de apenas entre dos y cuatro años, cada avance cobra un valor incalculable. “La neurorrehabilitación robótica no detiene la enfermedad, pero sí permite que quienes la padecen vivan con más autonomía, más fuerza y más esperanza”, concluye.

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