Cuando un destino aúna tradición, cultura, naturaleza y una maravillosa gastronomía se antoja realmente complicado limitar la visita a solo dos días. Eso es lo que ocurre con San Sebastián, una de las ciudades más bonitas que hay en la Península Ibérica y donde, sin lugar a dudas, merece la pena pasear para disfrutar de cada uno de sus rincones.
No obstante, para quienes no tienen la oportunidad de pasar más tiempo disfrutando de sus tesoros, es posible realizar una ruta de dos días en los que empaparse bien de la idiosincrasia de Donostia.
Playas de San Sebastián
La playa de La Concha no solo es una de las más bellas de España, sino que también es el gran símbolo natural de la ciudad. De este enclave se ha escrito y contado de todo, por lo que lo mejor es caminar por su paseo marítimo (o directamente por la arena de la propia playa) al tiempo que se observa su característica barandilla y la forma de sus farolas. Allí el tiempo parece que se detiene.
Al oeste de La Concha se halla la playa de Ondarreta, en el espacio que hay entre el Palacio de Miramar y el Monte Igueldo. Su ambiente es más informal y en ella suelen darse cita algunos surferos. Y la tercera de las playas de Donostia es la de Zurriola, situada al este de la desembocadura del río Urumea. Sus 800 metros de longitud son perfectos para quienes buscan fuerte oleaje y un ambiente diferente al de La Concha.
Igueldo y Urgull
A ambos lados de La Concha (y Ondarreta) se hallan los dos montes que parecen proteger San Sebastián. En dos días es posible visitar ambos emplazamientos, dando prioridad, eso sí, al monte Igueldo, ya que desde su cima a 181 metros se tiene la mejor visión de la ciudad; esa foto que todo el mundo quiere hacer. Allí se emplaza el Parque de Atracciones Monte Igueldo, aunque esa visita deberá hacerse en otro momento. Lo que sí se puede es ascender utilizando el famoso funicular.
En el otro lado de la bahía se eleva 123 metros el monte Urgull, el cual también puede recorrerse si se desea conocer algo más del pasado de San Sebastián, ya que es en él donde se asentaron las primeras fortificaciones, algunas de las cuales siguen en pie y dan buena muestra de la evolución de la urbe.
Edificios emblemáticos en Donostia
Cabe señalar que recorriendo tanto las playas como sendos montes, se podrán visitar también los barrios, edificios y monumentos más representativos de la capital donostiarra. Así pues, de oeste a este, en dos días es posible hacer las siguientes paradas:
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Peine del Viento. Esta estatua de Eduardo Chillida es uno de los símbolos de la ciudad y no es de extrañar, puesto que las tres esculturas de acero que lo componen ofrecen un sonico sobrecogedor los días de gran oleaje.
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Palacio Miramar. Este bello palacio de estilo inglés construido en 1893 sirvió de residencia a la reina Maria Cristina, una de las impulsoras de San Sebastián como destino turístico.
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Catedral del Buen Pastor. Tras recorrer el paseo de La Concha y adentrarse en las calles de la ciudad hasta el barrio de Amara es posible visitar este templo de estilo neogótico construido a finales del siglo XIX.
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Plaza de Gipuzkoa. Siguiendo la zona del ensanche, merece la pena parar un rato en esta plaza caracterizada por la elegancia de sus jardines de estilo francés.
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Plaza de la Constitución. En este periplo de un par de jornadas hay que llegar hasta la Parte Vieja, el corazón de la ciudad antigua y donde hay que perderse tomando pintxos por la cantidad de locales que allí se encuentran. El centro de este barrio es la Plaza de la Constitución, construida en el año 1817 siguiendo el estilo neoclásico que imperaba en esos años.
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Museo de San Telmo. No muy lejos se encuentra este museo en el que se muestra la evolución de la sociedad vasca y que ocupa un antiguo convento dominico.
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Puerto de San Sebastián. Por supuesto, en el recorrido de la Parte Vieja, habrá tiempo para acercarse al puerto deportivo.
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Teatro Victoria Eugenia. Las dos últimas paradas para culminar qué ver en San Sebastián en dos días son culturales. Por un lado, este teatro inaugurado en 1912 ha sido el epicentro de la cultura donostiarra durante el siglo XX.
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Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal. En cambio, el siglo XXI ganó protagonismo este complejo arquitectónico obra de Rafael Moneo y actual sede del Festival de Cine de San Sebastián.