Hace unos años tuve la suerte de estar en contacto con varios responsables del Ayuntamiento de Copenhague y su Oficina Verde, justo después de que fuera elegida Capital Verde de Europa en 2014. Aunque la capital danesa ostentó este título oficial 2 años después que la capital vasca, la etiqueta verde se la había ganado muchos años antes por aspectos tan innovadores, en su momento, como comenzar a peatonalizar en los años 60 la que hoy es la calle peatonal más larga del mundo o por compartir con Amsterdam el título de capital mundial de la bicicleta. Los daneses fueron capaces de ver, hace más de medio siglo, que el futuro se iba a mover en 2 ruedas y lo tienen tan asimilado que el logo que representa la estrategia de innovación de la ciudad es una bicicleta.
Casi 60 años después de que los coches dejaran de circular por Storget Street, el gobierno central acaba de estrenar la Estrategia Estatal de la Bicicleta 2020-2025, construida en un tiempo record con el objetivo de impulsar su uso en nuestro país. La estrategia, muy demandada por diferentes colectivos durante los últimos años, pretende impulsar la movilidad sostenible a través de un cambio modal hacía la bicicleta. Mucho trabajo por hacer para alcanzar los niveles de Copenhague, más de 49% de sus desplazamientos diarios se hacen a dos ruedas mientras que en Vitoria-Gasteiz, una de las ciudades estatales con más peso de la bicicleta, estos desplazamientos apenas sobrepasaban el 8% del reparto modal en la última encuesta publicada.
Pero la bicicleta no sólo puede ayudar a conseguir ciudades más sostenibles y saludables, también puede convertirse en un importante nicho de mercado para impulsar la economía verde en el territorio
Creo que cada vez resulta más evidente que hay ámbitos donde la bicicleta es el vehículo ideal para los desplazamientos, la ciudad es uno de ellos. Distancias asumibles, tiempos de desplazamientos muy competitivos, fomento de la salud, reducción de la contaminación, todos son ventajas y por eso su avance es imparable, también en Euskadi. Aunque nuestras capitales distan todavía mucho de los niveles de ciudades del Norte de Europa como Copenhague o Amsterdam, el peso de la bicicleta en el reparto modal ha ido ganando terreno de manera cada vez más rápida e imparable. Vitoria-Gasteiz y Donostia son dos claros ejemplos, incluso Bilbao ha comenzado a apostar más en serio por el desarrollo de su uso y a finales de este año contará con más de 59 kilómetros de carriles bici. La bicicleta gana espacio en nuestros municipios y también en nuestros corazones, la pandemia lo ha acentuado y en 2020 se vendieron más de 1,5 millones de bicicletas en toda España. Si ha intentado comprar una bici en estos últimos meses se habrá dado cuenta de los tiempos de espera para conseguir algún modelo. Ahora se demuestran lo acertadas que fueron decisiones muy criticadas en su día, como el carril bici de la Concha o algunas zonas 30 y el desarrollo de las supermanzanas de la capital alavesa. Además de seguir potenciando infraestructuras seguras, el siguiente paso será sensibilizar sobre una buena convivencia entre los diferentes modos de desplazamiento, teniendo en cuenta que la prioridad debe ser siempre para el peatón.
En 2020 se vendieron más de 1,5 millones de bicicletas en toda España
Pero la bicicleta no sólo puede ayudar a conseguir ciudades más sostenibles y saludables, también puede convertirse en un importante nicho de mercado para impulsar la economía verde en el territorio. Un estudio señalaba que en Europa podrían crearse cerca de 200.000 nuevos puestos de trabajo relacionados con la bici, de los que unos 36.000 corresponderían a España. Un buen ejemplo lo tenemos en Euskadi, que tiene algunas de las fábricas más importante del sector de todo el Estado, Orbea y BH Bikes. El año pasado su producción subió más de un 24% y ya se fabrican en la CAPV más de 1,5 millones de bicicletas anuales, de las que una buena parte se exportan. También están surgiendo nuevos negocios relacionados con otro de los campos donde estos vehículos de dos ruedas son muy competitivos, el reparto de mercancías en las ciudades, la llamada última milla. Una buena muestra del potencial del crecimiento de la bicicleta como vehículo de reparto en las ciudades son iniciativas como la cooperativa vitoriana Eraman, que en sólo un año casi ha cuatriplicado sus empleados repartiendo paquetes por las calles vitorianas. También se han multiplicado en nuestros municipios las tiendas de bicicletas, y no sólo de venta, sino también de reparaciones.
Las ciudades deben seguir apostando e impulsando la bicicleta para hacer más sostenible su mix modal y esto pasa por hacer cada día más seguro y fácil su uso, mejorando la conectividad y ampliando la red de carriles bici, pacificando el tráfico con zonas 30, 20 e incluso 10 km/h para permitir una convivencia segura con los coches y creando organismos que potencien y regulen su crecimiento. Tenemos todavía un importante margen de mejora en el desarrollo de la bicicleta como modo de transporte habitual en las ciudades vascas y esta mejora puede y debe ir acompañada de una estrategia que favorezca y apoye las nuevas iniciativas emprendedoras relacionadas con este tipo de movilidad, en particular, y con la movilidad sostenible en general. Somos una comunidad con un importante peso de la industria automovilística, un sector que está inmerso en una reconversión muy profunda que, en algún momento, traerá inevitablemente ajustes de plantilla. Sería bueno ir creando nuevas oportunidades de negocio en torno a otros modos de desplazamiento como la bicicleta, sobre todo teniendo en cuenta la larga tradición vasca en la construcción de estos vehículos de dos ruedas.
Somos una comunidad con un importante peso de la industria automovilística, un sector que está inmerso en una reconversión muy profunda que, en algún momento, traerá inevitablemente ajustes de plantilla
Cada vez hay más ciudadanos dispuestos a realizar un cambio en su manera de desplazarse, en una reciente encuesta realizada en el marco de la elaboración del Plan de Movilidad a Polígonos Industriales de Vitoria-Gasteiz, donde cada día acuden más de 36.000 personas, más del 80% de los encuestados estarían dispuestos a usar la bici en sus desplazamientos al trabajo si mejoran las condiciones de sus infraestructuras. Seguramente, muchos más se animarían si desde las instituciones promovieran iniciativas como las de Francia, donde se incentiva monetariamente el uso de la bicicleta como modo de desplazamiento a las empresas. Hubo un tiempo en que el futuro viajaba en 4 ruedas, ahora, sin duda, cada vez más viaja sobre 2 ruedas y las ciudades que favorezcan el uso de la bici serán más competitivas y atraerán más talento.