¿Por qué ahora sí? ¿Por qué 62 parlamentarios, más del 80% de la Cámara vasca van a respaldar las cuentas para 2022?
La primera respuesta es que nadie sale perjudicado, a priori, en la foto. PNV, PSE-EE y EH Bildu renacen fortalecidos de cara a la ciudadanía en un ejercicio de pragmatismo, pegado a la realidad y al contexto actual de pandemia, inversión y necesaria reactivación económica.
Los antecedentes no presagiaban acuerdo. No queda demasiado lejos 2018 cuando el Gobierno vasco y EH Bildu llevaron hasta el final la negociación presupuestaria para 2019. Los socios del Ejecutivo autonómico, PNV – PSE-EE, sumaban 37 escaños, a falta de un apoyo para conseguir la mayoría absoluta y sacar las cuentas adelante. La diferencia monetaria para completar las pensiones mas bajas a través de la RGI era de apenas unos euros, así que fue otra cosa la que frustró el acuerdo. Una suma de falta de voluntad política y de estrategia por erigirse como alternativa por parte de la coalición abertzale forzó la prórroga de las cuentas.
PNV, PSE-EE y EH Bildu renacen fortalecidos de cara a la ciudadanía en un ejercicio de pragmatismo, pegado a la realidad y al contexto actual de pandemia, inversión y necesaria reactivación económica
En esta ocasión el Gobierno compuesto por PNV – PSE-EE suma mayoría absoluta, por eso ha resultado más sorprendente que EH Bildu haya decidido no enmendar la totalidad de los presupuestos presentados por el Ejecutivo y a cambio de su abstención, han suscrito un acuerdo para movilizar partidas por valor de 176 millones y de un “acuerdo político sobre I+D+I que supone un montante de 77 millones” en un presupuesto que supera por primera vez en la historia los 13.000 millones de euros, un 5,3% más que en el actual ejercicio.
Otro de los motivos es el trasfondo político que consigue el PNV al meter cuña en el recurrente imaginario discursivo sobre la posibilidad de una alianza de las fuerzas de izquierda en Euskadi a medio plazo. Alentado poco mas, poco menos, por los socialistas, Bildu y Elkarrekin Podemos. Morados que, por cierto, no han dejado de hacer sentir su malestar a la coalición abertzale y que votarán en contra junto a PP-CS y VOX.
La tercera cuestión es por qué Bildu, sin ser necesario, decide arriesgarse y pactar. Imaginemos una balanza, en un lado se ha sopesado el momento y el contexto de dificultad económica y social provocada por el Covid 19 y al calor del acuerdo apostar por políticas sociales en un ejercicio de praxis y de mostrar una cara mas institucional. La propia Maddalen Iriarte hacía constatar que no era cierto el mantra de que con Bildu no se puede llegar a acuerdos.
La tercera cuestión es por qué Bildu, sin ser necesario, decide arriesgarse y pactar
Pero, al otro lado del fiel está el riesgo. Bildu se encuentra ante la posibilidad de que este acuerdo debilite su imagen de alternativa. Dudas entre militantes y simpatizantes al no entender este movimiento posibilista que se abre a explorar, además, otras vías de acuerdo. Por este motivo, no es menor tomar en consideración la reacción de los sindicatos abertzales LAB y ELA que no han tardado en criticar duramente la conformidad con las cuentas vascas. Éste último, les acusa de dar su apoyo a unos presupuestos neoliberales y de hacer una acto de propaganda enfriando así la euforia de la coalición.
No me quiero olvidar de PP-CS que ha lanzado sus dardos contra los jeltzales, acusándoles de haberse radicalizado o para ser exactos “bildunizado”. De seguir la estela de Pedro Sánchez abriendo las puertas y ventanas a los radicales para blanquearles. Un discurso propio de otra época que sitúa a a la coalición PP-Ciudadanos en el peor escenario político para un partido. No se aprecia la utilidad para construir o pactar basándose en el principio de realidad en un contexto muy específico. Ni se aprecia utilidad como oposición, al situarse en el corner político con un único aliado posible, Vox.