No sé si se puede esgrimir en una resolución judicial, pero, indudablemente, el euskera es un idioma muy difícil. La prueba de ello es el escaso conocimiento que acreditan los estudiantes vascos después de todo un proceso educativo realizado en esta lengua.
Hay que tener en cuenta que casi el 70% de los alumnos vascos cursan sus estudios empleando el euskera como lengua vehicular y tan solo el 10% lo hace en castellano. Pese a esa presencia del euskera, y tal como informaba 'Crónica Vasca' esta misma semana, “En la Evaluación de Diagnóstico de 2019, más del 53% del alumnado muestra una competencia comunicativa y lingüística en euskera incompleta y poco más del 15% alcanza una competencia comunicativa avanzada que les permite realizar de forma eficiente las tareas encomendadas”.
No sé si se puede esgrimir en una resolución judicial, pero, indudablemente, el euskera es un idioma muy difícil.
Con estos resultados, la nueva Ley de Educación vasca se apresta a resolver el problema del conocimiento del euskera desde la convicción de que es necesario abundar en su centralidad en la enseñanza. De hecho, se aspira a que sea la lengua central de la totalidad del sistema educativo sea el euskera, con lo que se acabaría con los modelos “A” y “B” que ya son minoritarios en el sistema educativo.
En la zona rural es imposible lograr que un alumno curse sus estudios en castellano y en las zonas urbanas, dada la escasez de centros, obliga ordinariamente a los padres a llevar a los niños a colegios alejados de su barrio. De hecho, la realidad es que pese a la existencia teórica de modelos educativos alternativos al que hace del euskera la lengua central, se han reducido a algo anecdótico que sólo se imparte en algunos centros concertados o en colegios públicos que arrastran dificultades académicas especiales.
En la zona rural es imposible lograr que un alumno curse sus estudios en castellano y en las zonas urbanas, dada la escasez de centros, obliga ordinariamente a los padres a llevar a los niños a colegios alejados de su barrio
El sistema está concebido para que los estudiantes se matriculen en euskera. Es la aspiración política y se ha ido implantando progresivamente hasta alcanzar ya la practica totalidad en el sistema público y el mayoritario en la enseñanza concertada.
Un niño recién llegado de África o Asia es matriculado, ordinariamente, en euskera, pese a que esa lengua no vaya a ser la que aprendan sus padres ni en la que el menor se socialice en un entorno castellanoparlante. Es el sistema el que lo conduce a ese modelo, no su elección. Obviamente, las dificultades que se le añaden a su ya difícil proceso educativo se hacen insuperables.
La pretensión de euskaldunización se hace especialmente injusta para este colectivo, pero también es una barrera para esas tres cuartas partes de la población que no tienen el euskera como lengua materna.
La enseñanza obligatoria se ha orientado políticamente hacia el modelo euskaldún y la enseñanza universitaria sigue el mismo camino
Los datos del informe PISA sobre la educación vasca son bastante reveladores, pues, pese a disponer de un presupuesto superior en un 60% a la media española, los resultados de capacitación arrojan un nivel que está por detrás de la media. Particularmente, en comprensión lectora.
La enseñanza obligatoria se ha orientado políticamente hacia el modelo euskaldún y la enseñanza universitaria sigue el mismo camino. Sin embargo, hay otros espacios que escapan a esa pretensión. Por ejemplo, la realización de los exámenes para el carnet de conducir, que pese a ser requeridos por jóvenes que han cursado sus estudios en euskera, se escogen preferentemente en castellano. Así, en Euskadi, para más de 20.000 exámenes realizados en castellano, sólo 372 se hicieron en euskera. En el caso de Álava, la demanda de euskera para realizar este examen fue de cinco casos en todo un año, mientras que en inglés se hicieron 60 para el mismo periodo.
En Euskadi, para más de 20.000 exámenes de conducir realizados en castellano, sólo 372 se hicieron en euskera
El sistema educativo vasco tiene, en efecto, un problema, el escaso nivel de conocimiento del euskera que acreditan los alumnos. Pero no es el único, hay un bajo nivel general y para algunos colectivos el modelo lingüístico es una barrera infranqueable. Intentar resolver el primer problema intensificando la exigencia de euskera puede acrecentar el segundo y, además, sin llegar a corregir el primero.