Esta semana CONFEBASK presentaba el diagnóstico “La empresa vasca ante las perspectivas demográficas” donde alerta de la “Gran Jubilación” que se va a producir en el mercado de trabajo y la dificultad para cubrir esos puestos ante la falta de relevo generacional. Según datos de Eustat que recoge el propio informe, en el año 2010 en Euskadi había alrededor de 1.470.000 personas en edad de trabajar, 11 años después, esta cifra ha descendido a 1.400.000 personas, lo que supone 74.000 personas menos en edad de trabajar, y bajando.
Que en Euskadi se tienen más perros que hijos no es noticia. Se trata de la Comunidad Autónoma de todo el Estado con el índice de natalidad más bajo y uno de los territorios más envejecidos de Europa. Este cambio demográfico, del que hace mucho tiempo que se viene alertando, y del que he hablado en varias ocasiones en este mismo espacio, lo hemos empezado a observar de manera clara en la composición de las aulas del sistema educativo (la puerta de entrada a la socialización): cada vez hay menos niños y el alumnado es cada vez más diverso. Ya no es que se tengan pocos hijos, es que quiénes están teniendo hijas e hijos son, sobre todo, las familias de origen extranjero. La Euskadi de hoy es más mayor y es más diversa.
Cerca del 25% de las personas empleadas hoy se jubilarán en la próxima década; el 75% dentro de 30 años. ¿Cómo ocuparemos este hueco?
CONFEBAK, preocupada por cómo va a afectar este cambio demográfico al tejido productivo y al devenir de las empresas y de la economía vasca, alerta del riesgo de pérdida de competitividad ante la pérdida de mano de obra: cerca del 25% de las personas empleadas hoy se jubilarán en la próxima década; el 75% dentro de 30 años. ¿Cómo ocuparemos este hueco? ¿El relevo de las personas que se jubilan es lineal? ¿El puesto de una persona jubilada lo ocupa otra persona más joven con su mismo perfil? ¿Cómo será la mano de obra que necesitaremos para el trabajo del futuro? ¿Qué perfiles profesionales necesitaremos? ¿Cómo afecta la automatización al trabajo? ¿Se eliminan tareas o se eliminan puestos de trabajo? ¿La automatización creará o destruirá empleo? ¿La economía verde generará tantos empleos cómo se prevé? ¿Euskadi está siendo capaz de retener y atraer talento? ¿Las condiciones de trabajo responden a las necesidades vitales de las personas trabajadoras?
La Ley Vasca de Empleo debe encauzar las respuestas al cambio demográfico y la transformación del mercado de trabajo
Todas estas son preguntas que están encima de la mesa en los debates y trabajos que se están realizando en el contexto de la tramitación de la primera Ley Vasca de Empleo. Una Ley que se tramitará el año que viene en el Parlamento Vasco y que debe encauzar las respuestas a dos de las grandes transformaciones que se están dando al mismo tiempo: el cambio demográfico y la transformación del mercado de trabajo.
Según datos del Observatorio Vasco de Juventud, el 65% de la población joven está en situación de precariedad laboral, un 33% tiene contrato parcial y un 20% de las personas jóvenes están en situación de pobreza. Si a esto le unimos que la población joven destina el 55% de su sueldo a pagar los costes de la vivienda, y que vivimos en un contexto inflacionario, ¿quién se anima a tener hijos? Si tenemos pocos jóvenes, ¿por qué no les cuidamos?
Ante la Gran Jubilación, una gran cantidad de paradojas: jóvenes que no encuentran trabajo, empresas que no encuentran perfiles adecuados, talento que migra ante la precariedad y las malas condiciones laborales, perfiles profesionales que no encuentran acomodo en un mercado laboral que ya no les necesita, un mercado de trabajo que se polariza y una digitalización que abre nuevas oportunidades para el teletrabajo, la movilidad y la flexibilidad horaria.
La transformación es de tal envergadura que el momento actual exige una mirada desde lo privado y desde lo público más abierta y más plural de las transformaciones que se están produciendo: necesitamos voces y agentes diversos. Y una última cosa, nuestra preocupación por el futuro tiene sentido si engancha sus raíces en garantizar el presente de la gente joven, porque sin ellos no hay futuro.