Ya tenemos dicho aquí que el consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, Pedro Azpiazu, es un optimista nato. Eso, que en sí mismo no es nada malo, puede llevarnos a confusiones indeseadas sobre cómo marcha realmente la economía de Euskadi. Ocurrió hace unos días cuando el consejero admitía el enfriamiento pero sin asumir que haya un catarro. Algo parecido sucedía esta semana, ya que Azpiazu analizaba en el marco del Consejo Vasco de Finanzas a qué se van a dedicar los 400 millones de los impuestos a los bancos y las eléctricas, cuando en realidad los afectados han recurrido a los tribunales y, por ello, no está tan claro que ese dinero vaya a poder utilizarse.
O pasó cuando se nos decía que la previsión de crecimiento era acertada y después tenía que corregirse... No obstante, aquí intentamos ser justos. Y es justo decir que el departamento de Azpiazu ha conseguido poner coto a su endeudamiento gracias al buen ritmo de la recaudación. Bienvenidos los buenos datos, claro que sí, pero la cautela es buena consejera.