Seguramente el presidente de Kutxabank, Antón Arriola, llegado al cargo el pasado noviembre, no es el responsable directo de que se acabe de producir la primera huelga por unanimidad en la historia del banco vasco. Pero el principal dirigente de la entidad sí tiene ahora la responsabilidad de buscar la manera de frenar este conflicto interno. Un conflicto que, por cierto, llega justo antes de los test de estrés de la entidad ante las autoridades europeas. Ni el anuncio de más contrataciones ni el aumento salarial del 5% parecen haber contentado a la plantilla de Kutxabank. Unos y otros deberían sentarse y resolver cuanto antes un problema que no es bueno para ninguna de las partes. Porque en un banco, además de la solvencia de las cuentas, es más que relevante la buena imagen ante sus clientes.