Lástima no tener 22 años para 23, y que Yolanda Díaz se convierta en la primera presidenta del Gobierno de la nación para poder cobrar, solo por el hecho de llegar a los 23, los 20.000 euros con los que la líder de Sumar se ha descolgado en concepto de algo que se denomina “herencia universal”, y con el fin de facilitar que los jóvenes puedan emprender o tengan por delante un futuro más despejado.
En Sumar aseguran tener los números hechos, y hablan de habilitar una partida de 10 mil millones de euros para este concepto, que alcanzaría si hemos hecho bien las cuentas a 500.000 jóvenes al cumplir los 23. ¿Que de dónde sale tamaña cantidad de euros? Pues una vez más de un impuesto para las grandes fortunas, por aquello de que el que más tiene, que sea el que más pague.
Y todo cuadrado, oiga. No sé cómo no nos habíamos dado cuenta hasta ahora, de que una medida con tacto impacto era factible. Y además, en un contexto en el que la actual Vicepresidenta sigue apostando por reducir las horas laborales, incrementar el Salario Mínimo Interprofesional… y una serie de medidas que quedan de maravilla y que cualquiera firmaría, si no fuera, porque más antes que después, uno se da de bruces con la cruda realidad que hace que pongamos los pies en el suelo.
Una serie de medidas que quedan de maravilla y que cualquiera firmaría, si no fuera, porque más antes que después, uno se da de bruces con la cruda realidad
Suponiendo, y es un suponer que esto de la herencia universal de 20.000 euros fuera realista, lo mismo se nos ha vuelto a olvidar la escasa objetividad y justicia social, de una medida de estas características que se aplique para todo un colectivo, en este caso los jóvenes al cumplir los 23, sin tener en cuenta la situación de cada uno. Hay que insistir hasta la saciedad en que las medidas, las ayudas indiscriminadas acaban siendo las más discriminatorias. Dar o quitar a todos con el mismo rasero, sin tener en cuenta las circunstancias individuales de cada persona es claramente ineficaz, y acaba penalizando siempre al que menos tiene. Así que de ponerse en marcha una subvención de estas características sería altamente recomendable afinar un poco más y hacer los números mejor.
La idea de la herencia universal no es de Yolanda Díaz, ni de la formación que lidera, la iniciativa está sacada de una teoría del economista francés Thomas Piketty que al margen de cuestiones ideológicas, la argumenta en su libro “Capital e ideología” de forma bastante más armada de lo que lo ha hecho Sumar.
La verdad es que deberíamos exigir a nuestros políticos propuestas serias y bien argumentadas cuando nos plantean este tipo de iniciativas, que al fin y a la postre financiaríamos entre todos. Con 10.000 millones de euros al año se pueden hacer muchas, muchísimas cosas que alcancen para todos, como puede ser mejorar la sanidad o reforzar la educación, sin olvidarnos de todos aquellos que se están quedando fuera del circuito porque el sistema les está sacando del mismo, al no poder asumir los costes económicos.
Con 10.000 millones de euros al año se pueden hacer muchas, muchísimas cosas que alcancen para todos, como puede ser mejorar la sanidad o reforzar la educación
Por otra parte, lo de penalizar a las rentas más altas como método para conseguir tener más recursos económicos empieza a ser un argumento tan socorrido que deja de tener interés, máxime cuando nuestro sistema impositivo es progresivo, de tal modo que el que más gana, más paga.
Entonces cabe preguntarse si esa propuesta de herencia universal es algo más que un demagógico brindis al sol para copar titulares en la campaña electoral y colarse en los debates electorales. Si es algo más, habría que trabajarlo con seriedad y ponerse serio para estas cosas, es objetivar las iniciativas con números que dejen claro de dónde sale tamaña cantidad de millones, a dónde va y para qué, no vaya a ser que la mayoría de los ciudadanos tengamos necesidades más importantes que cubrir.
De momento y en ausencia de los 10.000 millones de euros necesarios no tenemos nada, así que la idea no es más que eso, una idea para ganar adeptos en esta ocasión entre los más jóvenes, casualmente aquellos que acaban de cumplir 18 años y que el próximo 23 de julio tal vez voten por primera vez.
Y no es cierto, ni siquiera el papel lo aguanta todo.