Una y otra vez Núñez Feijóo pasaba a Sánchez un pliego para que lo firmara. Parecía un vendedor de coches al acecho, firme, firme, pero, como buen vendedor de motos averiadas, en ningún momento leyó o mostró a la cámara aquel din A3 doblado para que el propio presidente del Gobierno y, sobre todo, los llamados a las urnas supiéramos de su contenido. Dizque estaba allí escrito el compromiso de que la fuerza menos votada de las dos allí sentadas dejara gobernar a la más votada. Como ya ha explicado en este periódico Mikel Gómez, una performance que difícilmente puede encajar en un sistema parlamentario como el nuestro en el que es perfectamente legítimo que gobierne un partido que tiene menos representación que otro, pero que es capaz de reunir más apoyos parlamentarios, como hizo Moreno Bonilla en Andalucía, Díaz Ayuso en Madrid o va a hacer, obligada precisamente por Núñez Feijóo, Guardiola en Extremadura.
La jugada del popular no tenía nada que ver con la estabilidad política ni otros adornos discursivos, como evitar la necesidad de recurrir a apoyos en el extremo de su propia ideología. Al contrario más bien, fue la manera de anunciar una y otra vez que no dudará un segundo en recurrir a un pacto con Vox para gobernar. “Ya le ofrecí al PSOE que gobernara la lista más votada y no quiso”, oiremos decir en el caso de que al PP, como es previsible, le hicieran falta los votos ultras para componer una mayoría de 176 escaños.
Fue la manera de anunciar una y otra vez que no dudará un segundo en recurrir a un pacto con Vox para gobernar
Esta disposición de Núñez Feijóo a pactar con Vox debería encender las alertas de la ciudadanía ante las urnas porque Vox no es un partido más en el grupo de cuatro que podrían formar parte de un gobierno de España. Conviene ver con qué propuestas de gobierno quiere el PP llevar como socio a Vox en un posible gobierno para entender hasta qué punto están dispuestos en Génova a estirar el chicle de su dignidad política.
El programa que presenta Vox en 177 páginas propone auténticas bestialidades como fomentar las industrias extractivas para mejorar el medio ambiente, abrir una guerra del agua con Portugal o reformas que implican un trastorno constitucional, como establecer un “Estado unitario”, a pesar de que, de momento, no han renunciado en ningún caso a participar del poder autonómico cuando han podido pillar cacho. Pero eso, digamos, son propuestas puramente políticas que el PP podría digerir sin mucho esfuerzo.
Otra cosa son las propuestas que Vox llevará a un eventual gobierno de colación y que tienen que ver con los derechos, sobre todo los de las mujeres. En sus 177 páginas las mujeres son presentadas como seres reproductivos, una especie de vientres en permanente proceso de gestación. Un ejemplo: Vox propone eliminar cualquier incentivo para la contratación de mujeres, argumentando que eso genera desigualdad entre los sexos y los enfrenta. Pues atentos a la perla: “Aumentaremos los incentivos a la contratación estable de mujeres embarazadas”. Si eres mujer no, si eres un vientre gestante, sí.
En sus 177 páginas las mujeres son presentadas como seres reproductivos, una especie de vientres en permanente proceso de gestación
Por supuesto, Vox se propone si llega al gobierno eliminar toda la legislación sobre violencia de género, la fiscalía especializada en dichos delitos, las medidas protectoras específicas para mujeres en riesgo y cualquier medida que fomente su relevancia en el sector privado o el público. Un programa que parece hecho con El cuento de la criada como manual de referencia.
El tratamiento animalizado de las mujeres es solamente una muestra de un programa que se propone vulnerar abiertamente derechos de inmigrantes, personas LGBT+, independentistas o toda aquella persona que se salga de su canon social, cultural y político marcado por la ideología ultra de Vox.
La pregunta, entonces, es qué se está realmente votando cuando se elige el ticket PP-Vox. Si creemos a Feijóo, y no hay razones para no hacerlo, la performance de la firma del papel cuyo contenido nunca vimos, servía para justificar un ticket PP-Vox. Sería iluso suponer que el partido ultra tenga que olvidarse de estas 177 páginas cuando se siente a cortar el bacalao con el PP. Qué parte de la dignidad y los derechos de las mujeres, de los inmigrantes, de las personas LGTB+ estará dispuesto Feijóo a sacrificar para meter a los ultras en un eventual gobierno presidido por él. Basta con una sola de las propuestas de Vox para desandar decenios de progreso en España. Hazte respetar.