No es una elección presidencial

No es una elección presidencial

Opinión

No es una elección presidencial

11 julio, 2023 09:40

Sé que es difícil de creer por cómo se está desarrollando la campaña, pero es importante recordar que el sistema político en España no es presidencialista, si no de mayorías parlamentarias. En un sistema presidencial las elecciones son una competición directa entre dos o más candidatos y que por lo general otorga la jefatura de gobierno a quien resulta ganador en esas elecciones. Esto genera un problema en las sociedades con alto grado de pluralidad política ya que el presidente electo puede contar con la desaprobación de una parte importante del electorado que optó por otros candidatos. Para solventar esto, los sistemas presidencialistas utilizan el sistema de doble vuelta.

Pero no nos vamos a entretener demasiado en un sistema que no nos incumbe. Solo me sirvo de esta introducción para poder explicar porque en España, como en una parte importante de los países europeos, el sistema electoral y de selección de la jefatura de gobierno es un sistema parlamentario. Las sociedades europeas por lo general son sociedades con un alto índice de pluralismo político y social (además del pluralismo cultural y nacional), es decir, existen una importante cantidad de partidos políticos que tiene suficiente representación como para tomar parte de las decisiones políticas institucionales. Por esto, para integrar mejor a esos partidos y forzarlos de alguna manera a llegar a acuerdos que puedan representar a una parte más amplia del electorado, quien decide quien ostenta la presidencia del gobierno no es la ciudadanía sino la cámara legislativa en la que están representados esos partidos.

Durante unos años en España, mientras el sistema de partidos era de bipartidismo imperfecto, el resto de partidos que no eran PSOE o PP jugaban un papel, pero este era mucho menor. Este sistema bipartidista reventó en la crisis de 2008 y la aparición de nuevos partidos como Podemos, Ciudadanos, más tarde VOX y el auge de partidos de ámbito autonómico como EH Bildu y ERC, configuro un nuevo sistema de pluralismo en el cual a los grandes partidos ya no les bastaba con recibir el voto de sus grupos parlamentarios y necesitaban a otros partidos para gobernar de forma estable.

Quien decide quien ostenta la presidencia del gobierno no es la ciudadanía sino la cámara legislativa en la que están representados esos partidos

En ese momento, las elecciones generales (que en realidad deberían llamarse legislativas) abandonaron el carácter presidencialista previo a 2008 y se convirtieron en elecciones que se jugaban más a pie de calle, donde los partidos tenían que hacer importantes esfuerzos para dar a conocer a sus candidatos, no solo a la presidencia del gobierno, sino a sus candidatos a representar a cada provincia en el Congreso de los Diputados. El ejemplo más claro de ello es Podemos y la importante cantidad de personalidades y liderazgos que presentaba detrás de Pablo Iglesias. Esto último no ha cambiado. El sistema sigue siendo de pluralismo y, sin embargo, parece que volvemos a una campaña presidencial, incluso con debates cara a cara que no veíamos desde antes de la aparición de Podemos, Ciudadanos, etc.

Y mi pregunta es ¿Por qué si seguimos en un sistema pluralista y parlamentario, tenemos una campaña de tipo presidencialista?

La respuesta es sencilla de plantear y difícil de explicar: Porque a alguno de los dos principales actores de este show, que es la campaña en la que nos hemos metido, tiene conveniencia en ello, pero ¿Quién?

A Quien realmente le interesa convertir esta campaña en una campaña presidencial es al PSOE y a Sánchez, sabedor de que posiblemente y a pesar de los números y experiencia de Feijóo, él tiene mucho más potencial movilizador que su rival

El PP ha planteado la campaña como una especie de plebiscito para “derogar el Sanchismo” (poco más está planteando hasta el momento). Tienen a un candidato, Feijóo, que podría funcionar por la solvencia electoral previa en sus campañas en Galicia. No es un mal candidato, pero tiene un problema, como ya he dicho, por mucho que se empeñe el PP no son unas elecciones presidencialistas y le guste o no necesita a la otra derecha (la extrema) para gobernar. Y sí, las encuestas le daban como claro ganador en esa coalición con los de Abascal, pero esas mismas encuestas tenían un dato oculto, los electorados de ambos partidos estaban muy movilizados y por tanto a ambos poco les quedaba para subir en votos. De hecho, si hacemos caso a los trackings un retroceso del PP supone un ascenso del VOX y viceversa. Vamos, que la derecha ya no puede movilizar más electorado y por tanto lo único que vemos es el trasvase de votos de uno a otro.

Y entonces llega Sánchez y convoca elecciones, compra el marco del “sanchismo” y lo reorganiza, “no es derogar el sanchismo, es proteger la democracia”, azuza el miedo a la extrema derecha, no para desgastar a su rival, sino para movilizar a un electorado de izquierdas que estaba muy desmotivado. Comienza a subir en las encuestas en base a esa polarización que otorga una campaña de tipo presidencial y sin dañar a su potencial aliado (Sumar) hace que la mayoría absoluta PP-VOX se vea cada vez más complicada.

A quien realmente le interesa convertir esta campaña en una campaña presidencial es al PSOE y a Sánchez, sabedor de que posiblemente y a pesar de los números y experiencia de Feijóo, él tiene mucho más potencial movilizador que su rival.

La estrategia parece estar funcionando para los socialistas, lo que no logro entender es por qué los populares no han huido despavoridos de esa trampa y no ha replanteado su marco. Ah sí, ya recuerdo. La renovación en Génova que supuso la llegada de Feijóo no supuso una renovación de sus cargos a nivel local y por tanto es difícil colocar candidatos locales sin lastres. Un error estratégico que le puede salir muy caro al popular.