¡Alerta spoiler! Como en la película ‘Los Otros’, de Alejandro Amenábar, el panorama que nos ha dejado la resaca electoral del pasado domingo puede, al igual que en el film, dar como resultado el no reconocimiento de saber quiénes son los vivos y quiénes deambularán como fantasmas inconscientes de su propia condición.
No hay mayorías absolutas, eso ya lo sabíamos de antemano, pero es que ni siquiera los dos bloques en donde se ha movido la gobernabilidad proyectada en las encuestas y aventada por trackings diarios, alejados de la demoscopia y cercanos al aumento de suscriptores, han acertado. Nunca, nunca, fueron unas elecciones presidenciales.
Convendría para futuras citas electorales lanzar el mensaje, más honrado, de que los ciudadanos al votar lo hacen para elegir a los y las diputadas que les representarán durante la próxima legislatura y no al presidente del Gobierno de forma directa
Convendría para futuras citas electorales lanzar el mensaje, más honrado, de que los ciudadanos al votar lo hacen para elegir a los y las diputadas que les representarán durante la próxima legislatura y no al presidente del Gobierno de forma directa porque hasta el último escaño, todo es toro. Son los grupos parlamentarios, depositarios de la voluntad popular, quienes sumarán la cifra mágica de los 176 diputados que otorgan la mayoría absoluta.
La derecha ha logrado imponerse. Suplico no entrar en el fango de la lista más votada otra vez, lo ruego sin esperanza alguna porque sé que retumbará nuevamente el soniquete machacón. Ni el más molesto de los martillos pilones puede resonar más que la voz de la ciudadanía en una democracia representativa. Al final, el bloque que a priori iba a ganar con holgura torera no suma lo suficiente y agitará el sonajero de la frustración con todo tipo de argumentarios. Más y más madera.
El Partido Popular ha conseguido aunar en la casa común de la derecha el voto útil. Al mismo tiempo, Feijóo al igual que la protagonista de la película de Amenábar, Grace, cerró ventanas al pacto con cualquier otra fuerza en el Congreso al sellar acuerdos con Vox, su hijo político, en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. La luz de la ultraderecha ha contaminado las estancias de la casa de Génova 13 y la pregunta ahora es si tiene sentido concurrir a una investidura fantasma.
El diagnóstico es complicado. Ganar y perder al mismo tiempo. La gestión del '¿y ahora qué?' supone escoger entre reivindicarte como ganador yendo a una investidura sin los apoyos suficientes y retratar tu soledad, o no ir y aceptar de facto que te has quedado lejos de tus objetivos. Las espadas siguen en su vaina, pero la mano de Ayuso está cerca de la empuñadura.
No había duda de que el portazo del PNV a Feijóo era total, no solo porque sus pactos con Vox han superado todas las líneas rojas, sino porque el Partido Popular está muy lejos de los intereses que representan los jeltzales para Euskadi
No había duda de que el portazo del PNV a Feijóo era total, no solo porque sus pactos con Vox han superado todas las líneas rojas, sino porque el Partido Popular está muy lejos de los intereses que representan los jeltzales para Euskadi. Se intentó jugar desde la polarización madrileña a una maniobra imposible y desde Euskadi, EH Bildu lanzó a rodar la pelota de los pactos ocultos. Vayan preparándose para ver de todo en la contienda de las elecciones a la Lehendakaritza porque van a ver estrellas más allá de Orión, por desgracia.
En definitiva, los políticos y los ciudadanos en su conjunto disfrutarán del descanso sin la certeza de la configuración de Gobierno a la vuelta de las vacaciones porque la cosa ha quedado en solo dos posibilidades; bloqueo o Gobierno de izquierdas.
Cuán arrepentidos estarán ahora en el PSOE de haber arrebatado la alcaldía de Barcelona a Xavier Trías (JuntsxCat) en una jugarreta política de última hora con Comunes y PP. Tiene que escocer, más que nunca, el triunfalismo que provoca lo inmediato frente al largo plazo al albur de los resultados del domingo y saberte en manos de los postconvergentes.
Carles Puigdemont tiene en su poder la gobernabilidad o el bloqueo en España. Para ser del todo sinceros, este giro de guion no lo esperaba casi nadie, pero resulta que Junts, con sus peores números consigue ser la llave de paso con sus siete representantes. Ni en 'Borgen' lo hubieran hecho mejor.
El elefante del debate territorial reaparece en la habitación, a pesar de que nunca se fue. La patata caliente de Cataluña y la Euskal patata, que diría Aitor Esteban, pasaron desapercibidas en una campaña electoral planteada como una duelo al sol entre Partido Popular y PSOE. Cuántas veces habremos recordado la importancia decisiva de los otros, la necesidad de cultivar y regar la confianza de los que han sustentado la estabilidad y el cumplimiento de los compromisos. Toca abonar el terreno y prepararse para una negociación larga y difícil y no sabemos si fructífera, pero como diría Escarlata O´Hara, ya lo pensaré mañana.