La entrada de Indra en ITP Aero no es sólo una operación empresarial. Es, en realidad, mucho más que eso. La adquisición del 9,5% de la compañía vasca tiene unas cuantas implicaciones políticas. Entre otras cosas porque convierte en 'partners' a los gobiernos central y vasco, para regocijo del PNV, para alegría de buena parte de la élite económica de la comunidad y para enfado, por qué no decirlo, de otra parte de ese mismo ambiente.
Se mire por donde se mire, la relación entre Indra e ITP es estratégica para España. Porque supone una apuesta sin cortapisas de ambos ejecutivos por la industria de Defensa en un momento clave para la misma, como bien cuenta hoy en este diario Adrián Legasa en una pieza imprescindible para entender lo que ha pasado en Euskadi respecto a este culebrón. Un embrollo que se antojaba interminable pero que finalmente ha terminado como se esperaba. O de la única manera posible.
Cuentan fuentes bien informadas de la operación que el buen hacer del presidente de Indra, Marc Murtra, ha resultado decisivo para consumar el 'matrimonio' anunciado. Algo que la tecnológica controlada por Sepi -sociedad pública, de ahí la relación gubernamental- perseguía hacía tiempo. Una unión que ha servido, además, para que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, hayan cumplido un anhelo que era común aunque tuviera diversas motivaciones.
El Ejecutivo central logra el "socio tecnológico" que buscaba para Indra y así, como ya se ha dicho, y no es poca cosa, impulsa el sector de Defensa. Y el Ejecutivo autonómico y sus satélites empresariales respiran más que tranquilos porque, ahora sí que sí, el célebre "arraigo" en Euskadi de la empresa con sede en Zamudio queda blindado para el futuro, incluso hagan lo que hagan los señores de Bain Capital, que seguramente será desprenderse de su parte de la tarta de ITP en pocos años.
Alegría en Moncloa. Alegría en Ajuria Enea. Y, como ya se ha dicho, alegría en algunas importantes empresas vascas, como por ejemplo la guipuzcoana SAPA Placencia, de la familia Aperribay, que también forma parte de los accionariados de Indra e ITP, por lo que muchos le atribuyen también un papel decisivo en la operación.
Y al tiempo, lo que son las cosas, el ex capo de Indra, Fernando Abril-Martorell, uno de esos empresarios que siempre cae de pie, asiste a lo sucedido precisamente desde otra empresa vasca, Sener, adonde llegó quién sabe por qué unos meses atrás, y que, para más inri, es la fundadora de la propia ITP Aero. Paradojas de la existencia.
No puede olvidarse, además, que Abril-Martorell, llegado al cargo en su día gracias al Gobierno del PP, ya intentó desde Indra en 2019 la operación ahora cerrada con éxito por Murtra, llegado al puesto en su caso gracias al Gobierno del PSOE.
Algunos en Euskadi se ocupan de recordar el origen de Indra y las relaciones con el poder político de sus presidentes porque no han quedado nada contentos con la operación y optan por malmeter. Y lo mismo dirán algunos otros en Madrid (y sus sucursales mediáticas) porque les suena muy mal que el PNV pueda estar contento. Nunca llueve a gusto de todos en el capitalismo patrio.