La historia reciente de Angulas Aguinaga es una de las más interesantes de nuestro entorno de cómo la clave del éxito empresarial está en la innovación. Una compañía desahuciada porque su producto se estaba agotando consiguió salir adelante y convertirse en referente en su sector de la mano de un invento basado en surimi: la gula del norte. Lo que poca gente sabe es que la primera opción no fue explotarlo directamente sino dejar que sus auténticos descubridores, los japoneses de Nichirei, lo fabricaran en Euskadi.
Pero hete aquí que los nipones se echaron atrás. No porque no creyeran en el producto sino porque les asustó "la conflictividad social, laboral y política" de Euskadi. Al final, Angulas Aguinaga se quedó sola y, afortunadamente, consiguió sacar adelante el proyecto. Eso sí, los gestores de la compañía guipuzcoana tardaron muy poco en trasladar parte de la producción de Irura a Burgos, donde hoy está situada la principal planta del fabricante de la Gula del Norte.
Los apenas 200 kilómetros de N-I que separan ambas localidades suponen un cambio radical en lo que a las relaciones laborales se refiere. Se pasa de la comunidad autónoma que acumula el 50% de las jornadas de paro de España con solo el 5% de la población a una en la que reina la paz social. A las empresas les conviene mantener la sede fiscal en Euskadi, donde los tipos del impuesto de sociedades son ligeramente inferiores, pero fabricar en otros puntos del Estado en los que los trabajadores resultan menos revoltosos.
Se pasa de la comunidad autónoma que acumula el 50% de las jornadas de paro de España con solo el 5% de la población a una en la que reina la paz social
Angulas Aguinaga no es la única compañía que mantiene un pie en Euskadi y otro en Burgos. Las dos más significativas son, junto con la eólica Haizea, Michelin y Firestone (ahora Bridgestone), que tienen plantas en ambas zonas. El fabricante francés de neumáticos, harto de huelgas, hizo públicos hace unos meses algunos datos sobre lo "mal" que trata a sus empleados de Vitoria-Gasteiz: salario medio de 45.000 euros brutos y 35 horas semanales.
Algo parecido hizo hace unos días el secretario general de Cebek, Francisco J. Azpiazu, que recordaba que los sueldos vascos son los más altos del Estado pese a que la jornada laboral es la más corta y el porcentaje de contratos a tiempo completo e indefinidos es también el más elevado. Enseguida le replicaron desde Bildu que esos datos tan positivos están relacionados con la mayor conflictividad laboral de Euskadi. Es decir, que los vascos ganamos más y trabajamos menos porque hemos sido los más combativos.
Los sueldos vascos son los más altos del Estado pese a que la jornada laboral es la más corta y el porcentaje de contratos a tiempo completo e indefinidos es también el más elevado
Y en parte, razón no les falta. Especialmente en la administración pública. La mayor presión sindical ha hecho que los sueldos de los funcionarios vascos sean también los más altos y sustancialmente mejores que los del sector privado, con todo tipo de privilegios, horas semanales y vacaciones incluidas. Opositar es, sin duda, la mejor salida profesional en Euskadi. Se sigue creando más empleo público que privado y con unas condiciones muy favorables.
Por eso resulta llamativa la cantidad de huelgas convocadas para los próximos días en la administración: 3 días en los comedores, 8 días en la educación concertada, 2 en el sector público en general y otros tantos entre los profesores e investigadores de la universidad. No tengo claro que queden ya jornadas libres en octubre para más paros... Quizás solo los sábados y domingos y el sagrado día de la hispanidad.
No tengo claro que queden ya jornadas libres en octubre para más paros... Quizás solo los sábados y domingos y el sagrado día de la hispanidad
Dicen los sindicatos que el sector público se está deteriorando. Pero nada más lejos de la realidad. Pongamos un ejemplo. Un empleado medio de EITB cobra unos 45.000 euros al año, casi el doble que uno de El Correo, el principal medio de comunicación del país. Para calcularlo basta con dividir lo abonado por sueldos y el número de empleados de cada una de las compañías. Son datos públicos.
¿Deterioro? Más bien lo que estamos creando, sindicatos y políticos cobardes mediante, es una casta de trabajadores de lo público con unos privilegios fuera de mercado que nos va a acabar fagocitando. Esta situación no solo es muy costosa en términos fiscales sino que, además, se come, cuando no expulsa, a los mejores perfiles y frena la innovación. Así que, ante el aluvión de huelgas que se nos vienen, lo que hay que pedir al lehendakari es que aguante. Solo así vendrán tiempos mejores.